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Kramnik persiste en su cruzada contra las trampas e indigna a Nakamura

Vladimir Kramnik explica cómo combatir las trampas en internet

Vladimir Kramnik explica cómo combatir las trampas en internet

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El excampeón ruso desvela los resultados de su estudio y dice que el engaño es «masivo» en los grandes torneos online con dinero

Vladimir Kramnik prosigue su cruzada contra las trampas en el ajedrez por internet. No se le puede negar empeño y dedicación. Más criticable es la ligereza con la que lanza nombres y su incapacidad para ir al grano. Su último vídeo dura hora y cuarto y es muy farragoso, aunque el excampeón mundial aporta estadísticas. y propone nuevas medidas para luchar contra el engaño. También tiene un nuevo enemigo: después de atacar a Hans Niemann, ahora es Hikaru Nakamura el sospechoso en la sombra. El americano ha calificado como «basura» las acusaciones y a quienes las difunden, como Ian Nepomniachtchi y Ilya Levitov.

El vídeo de la polémica lo puedes ver aquí mismo, pero creo que la mayoría agradecerá leer el resumen. El título ya es llamativo: «Kramnik expone a los tramposos con pruebas». En sus declaraciones también pide castigos más severos y mayores medidas de seguridad en los torneos con premios.

Por si el vídeo no fuera suficiente, Kramnik ha vuelto a ‘redecorar’ su muro en Chess.com para exponer «algunas pequeñas estadísticas nuevas recopiladas recientemente». Esta es su acusación, sin dar nombres pero también sin dejar demasiado espacio para la duda: «Un jugador ha logrado 45,5 puntos en 46 partidas blitz consecutivas, de 3 minutos, contra jugadores que tenían una media aproximada de 2950 puntos Elo (unos pocos rivales distintos), lo que equivale a un rendimiento de más de 3600 puntos durante 46 partidas. Creo que todo el mundo encontraría esto interesante», asegura.

Una vez lanzada la piedra (que parece volar directa a la cabeza de Nakamura) se abre la veda y empiezan a circular las escopetas cargadas de opiniones, unas más fundamentadas que otras. También, por suerte, dio lugar a alguna broma, como la del jugador de póker Phil Gordon, que escribió: «Personalmente, me parece más increíble que alguien consiguiera un empate. ¡Yo investigaría esa cuenta!».



El vídeo, publicado en el canal de Levitov en YouTube, no tuvo un gran impacto inmediato, pero la bola de nieve empezó a crecer cuando otros jugadores se hicieran eco. Nepomniachtchi, por ejemplo, escribió de su compatriota algo más o menos ambiguo: «Porque es el héroe que Gotham merece, pero no el que necesita ahora». Nakamura no tardó en saltar: «Vladimir parece referirse a mi récord… ¿Me está acusando realmente de hacer trampas?». También pregunta directamente a Nepo y a Levitov: «¿Os subís al carro de la acusación tuiteando esta basura?»

Gata Kamski, otro jugador nacido en Rusia aunque lleva mucho tiempo nacionalizado estadounidense, sí parece unirse sin el menor disimulo: «Finalmente tuve la oportunidad de ver el último trabajo de Vladimir Kramnik sobre la mayor crisis moderna del ajedrez en línea, las trampas. Muchas gracias a Big Vlad. Espero que sea el comienzo de la era de la transparencia en el ajedrez». En la trinchera contraria, Jacob Aagaard censura a Kramnik, sin mencionarlo: «Qué mundo en el que vivimos, donde la gente puede hacer acusaciones infundadas de hacer trampas, así como así…».

Qué ha dicho Kramnik en realidad

Las tesis principales del discurso de Kramnik son largas y están plagadas de ejemplos y comparaciones con otros deportes. Una de sus ideas es que incluso en partidas que se retransmiten en vídeo no es difícil hacer trampas. Se puede tener un ayudante fuera del campo visual, por lo que sería importante tener una cámara vigilando toda la sala.

Hikaru Nakamura, fotografiado por Anna Shtourman

K también cree que hacen falta métodos diferentes para jugadores aficionados y profesionales. A los primeros no los entiende muy bien, porque lo único que consiguen es «hacerse trampas a a sí mismos», algo «estúpido e infantil». Los segundos son más hábiles y difíciles de detectar, y además se mueven por cantidades de dinero que pueden ser importantes, sin contar contratos ni patrocinios.

Según sus cálculos, entre 2022 y 2023 Magnus Carlsen ha ganado 471.000 dólares jugando por internet. «No está mal», comenta. Hikaru Nakamura se ha llevado 373.000. «Por supuesto, ellos son excepciones, pero incluso para jugadores por debajo de 2700 hablamos de una cantidad de dinero muy seria», añade el ruso, que sigue aportando nombres, no para acusarles de hacer trampas, sino como ejemplo del dinero que se mueve en el tablero virtual.

Dmitri Andreikin, por ejemplo, ha conseguido en ese periodo de tiempo más de 100.000 dólares, por los más de 80.000 de Alexey Sarana y los casi 70.000 de Daniil Dubov. «Esto no significa que estos jugadores hagan trampas, sino que hablamos de cantidades muy significativas de dinero», insiste.

«No es paranoia»

Kramnik afirma entonces que, solo con consultar entre tres y cinco veces un ordenador durante la última ronda de un torneo, cualquier gran maestro podría duplicar sus ingresos. «Es un programa muy grave», insiste. «Decir que todo esto es paranoia sería como afirmar que en todos los deportes hay paranoia, por los fuertes controles antidoping que tienen, incluidos los que se hacen por sorpresa a las cinco de la madrugada».

«No veo por qué pensamos que en ajedrez todos somos ángeles y que, aunque haya mucho dinero en juego, nadie engañaría porque los ajedrecistas somos especiales y estamos moralmente medio metro por encima del resto de deportistas».

Vladimir Kramnik

Otra cosa que molesta a K es que en sitios como Chess.com no se castigue de verdad a los tramposos pillados en torneos con premios, y que se les permita volver a jugar solo por pedir perdón en privado. También se pregunta si la plataforma compensa a los afectados que se quedaron sin premio porque alguien les hizo trampas, una duda que nunca le han respondido. Su idea es que, debido a la falta de castigo real, el crimen no hace sino aumentar.

X medidas que Kramnik quiere implantar

Una medida imprescindible, afirma Kramnik, es publicar los nombres de los que engañan al sistema, al igual que se hace en otros deportes, donde los ganadores por métodos ilícitos tienen que devolver sus premios y sus trofeos.

Para el ruso, también es obvio que los jugadores deben jugar con su nombre real, no escondidos detrás de un pseudónimo. Como mínimo, habría que hacer esto en los torneos con dinero. «Es muy obvio, es muy sencillo, pero no se hace», sentencia.

Prohibir los auriculares en los torneos es otra medida evidente para K, por mucho que los jugadores digan que les gusta escuchar música durante las partidas. No requiere mayores explicaciones, por supuesto, y tampoco se justifica tecnológicamente la necesidad de usarlos aunque el jugador esté retransmitiendo sus partidas mientras las comenta en directo. «Mucha gente considera casi una prueba que una persona no hace trampas si está haciendo ‘streaming’. Lo siento, pero es absurdo. Hay las mismas posibilidades».

El sistema de la doble cámara no funciona, si hay una parte de la habitación no controlada. Puede ser un poco más difícil hacer trampas así, pero no es en absoluto imposible, según K, que aporta algunas ideas para sortear este mecanismo. Por eso, hace falta una cámara que enseñe toda la estancia.

Los algoritmos anti-trampa fallan, según el ruso

Vladimir Kramnik pasa entonces a explicar que los sistemas actuales que utilizan las plataformas para detectar jugadas sospechosas no funcionan. En primer lugar, cree que el sistema debe ser muy diferente si está orientado a aficionados y a profesionales.

Quizá subestima a los primeros, porque cree que no saben lo suficiente para elegir la quinta opción del ordenador, por ejemplo, para que no salten las alertas. Por eso, salvo excepciones, cree que el método estadístico es efectivo con ellos.

Otra cosa son los jugadores con 2500 puntos o más, que pueden cometer imprecisiones a propósito pero aún así ganar sus partidas con ayuda. Por eso, él ha elaborado sus propios sistemas para detectar las trampas, después de analizar una muestra muy amplia de datos con ayuda de la inteligencia artificial.

Su teoría es que los profesionales que hacen trampas no las hacen en todas sus partidas, sino que recurren al engaño en los encuentros y momentos clave para ganar dinero, en especial en las últimas rondas de los torneos. Y sin más preámbulo que los 45 que ya lleva hablando, el bueno de Vladimir presenta su último estudio, elaborado con ayuda de un matemático aficionado al ajedrez.

Trampas masivas en el Titled Tuesday

K asegura que, por supuesto, tiene un montón de nombres que han salido de su estudio, pero que de momento no los mencionará, para evitar que se mezclen las emociones y los datos. En todo caso, sostiene que las trampas son «masivas» en el Titled Tuesday que organiza cada martes Chess.com, que ya calificó en otro vídeo como «Cheating Tuesday».

Los estafadores, sostiene K, actúan sobre todo en las rondas decisivas, cuando es fácil que se enfrenten a jugadores del calibre de Carlsen y Nakamura. En esos momentos, el rendimiento de muchos se dispara, lo que no se justifica solo por la importancia y la concentración que requiere la partida, o no en una magnitud tan grande.

Simplificando mucho el sistema, él mide el Elo de cada actuación individual y comprueba que la media crece de forma sospechosa en las rondas decisivas de los torneos. Así, un mismo jugador puede jugar unos 50 puntos mejor cuando lo necesita, algo que a K le parece sumamente sospechoso. El dato se acentúa, hasta los 100 puntos de diferencia de nivel, si el ajedrecista está luchando por un premio económico. «Quizá sea magia», admite con ironía.

«Tenemos que actuar con urgencia y determinación para hacer algo. De lo contrario, muy pronto será demasiado tarde»

Vladimir Kramnik

Kramnik admite que puede haber excepciones aisladas de un gran rendimiento en el momento clave, pero que tantos jugadores confluyan en la misma tendencia no tiene otra explicación que el uso de algún sistema para ayudarse con los módulos informáticos. «La probabilidad de que esto ocurra por causas naturales es extremadamente baja». Sobre todo, insiste, si en las primeras rondas te encuentras con un caso de 72 que juega como un genio, y en las últimas ves a 12 de 18 capaces de superar a Fischer.

Kramnik termina anunciando que proseguirá con sus análisis para luchar contra una práctica que se ha convertido en una «completa epidemia en todos los niveles de juego».

La despedida del excampeón parece apocalíptica incluso: «No intento dañar a nadie. Mi único objetivo es explicar al público la situación real. Tenemos que actuar con urgencia y determinación para hacer algo. De lo contrario, muy pronto será demasiado tarde. Espero que aún no. Es muy triste. En realidad, el resultado de esta prueba fue bastante deprimente para mí. Yo mismo no esperaba que fuera tan malo. Puedes llamarme idiota, loco o lo que quieras, pero el problema es demasiado serio para el ajedrez. No importa mi imagen o lo que la gente piense de mí».

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