El primer Foro de Ajedrez Don Bosco reunió a dos maestros internacionales y a otros apasionados del juego, que hablaron de las cosas buenas y no tan buenas del ajedrez
La vida te da sorpresas y lecciones. El otro día, contábamos por aquí la celebración de un foro de ajedrez en el colegio Salesianos Atocha. Alberto Ugarte, brillante moderador del encuentro, contó la historia del club Don Bosco, fundado en los años 40 y con sede en el centro escolar. «El equipo se convirtió en un equipazo. El Don Bosco estuvo en tercera división, en segunda división y en primera división, y empezamos a competir en los campeonatos de Castilla».
«Quedábamos segundos y terceros en Castilla», prosigue Ugarte, «con jugadores como Decoroso Crespo y Máximo López, que fue subcampeón de España, y Fermín López Navarro, entre otros, jugadores de mucha fuerza. Nuestro éxito culminó cuando en el año 1961 conseguimos acceder, después de pasar varias eliminatorias, a la final del campeonato de España. Imaginad lo que es ser cuartos en el campeonato de España absoluto, es algo así como si el equipo del colegio Don Bosco participa en la Liga de fútbol y queda después del Madrid, el Barcelona y el Atleti. No tenía explicación aquello».
Su amigo Julián Alonso Martín, ya fallecido, le propuso décadas después volver a reunir a los jugadores del club. En 1995 se juntaron 25 personas. Un año después fueron 26, pero «el tiempo fue haciendo su labor» y ahora solo quedan dos, Ugarte y su amigo Carlos Llorente, quien viajó desde Vitoria en compañía de su hijo. Jesús García Herrera, otro veterano (no tanto) que lleva las riendas del club, le propuso organizar el foro, que empezó con dolores de espalda, pero buen pie.
El encuentro fue largo y esto no pretende ser un resumen ni una crónica detallada, menos aún cuando fui juez y parte. También participaron los maestros internacionales Victoriano Gallego y Juan Reyes, el catedrático de Física Jesús Seoane («la persona más generosa que he conocido», apuntó Ugarte) y, mirando desde Cuenca por la pantalla del ordenador, José Fernando Blanco, al que habréis leído algunos de los mejores y más extensos artículos de Damas y Reyes. Después de la mesa redonda, René Mayer (otro viejo conocido) impartió una charla sobre finales artísticos.
La charla empezó, como parece natural, por los orígenes del ajedrez, que no vivió ninguno de los presentes, por muy veteranos que fuéramos. Como reproducir demasiado contenido sería una locura, he preferido seleccionar algunas de las afirmaciones más interesantes que se hicieron en el colegio Salesianos Atocha, que fueron muchas.
Así, el MI Juan Reyes definió el ajedrez como «una pasión, porque te envuelve totalmente». «Puedes dejarlo una temporada, pero siempre está ahí y siempre aparece otra vez. Pero también es muy ingrato, porque cuando lo dejas un tiempo otra gente va superándote. Tienes que volver a estudiar y a repasar».
Jesús Seoane le dio la razón, pero abordó el juego desde un punto de vista más científico: «Muchas veces, cuando resuelvo un problema de física o de investigación, en ciencia uno siempre busca un camino óptimo. Lo que intenta es buscar algo ideal, un modelo, el más sencillo posible. ¿Por qué digo esto? Porque yo no tengo ninguna demostración científica, pero veo el tablero de 8×8 y digo: aquí ni faltan escaques ni sobran, es el tamaño ideal y con las piezas ocurre igual. Parece la configuración perfecta para desarrollar una batalla que ni siquiera con la inteligencia artificial tiene todavía solución única. En las damas está demostrado que el que sale gana, pero en ajedrez, con estas máquinas que tienen 3500 o 3600 puntos Elo, no hay solución única. Se pelean entre ellas y gana una, gana la otra… Es un juego con tanta riqueza que no hace falta ampliar el tablero y meter más piezas».
José Fernando Blanco cogió el testigo: «Originalmente tenías al rey, que es el que manda al ejército, en lugar de la dama había un personaje que a veces se conoce como alferza, algo así como un visir o ayudante, y otros personajes como la caballería, la infantería, las torres, que representan no sé si una artillería pesada… Y hay un personaje que se cuela ahí que es el alfil. Para nosotros la palabra alfil no significa nada fuera del ajedrez, pero viene del persa o del indio y es un elemento de combate importante. Los ingleses lo convirtieron en obispo y los franceses en bufón, que no tiene mucha influencia en la batalla, pero sí en la corte».
Blanco habló también del valor de las piezas y comentó «un hito brutal de la historia del ajedrez». «Creo que en el siglo XVII, un italiano cuyo nombre no recuerdo fijó los valores que todos conocemos: el peón vale 1, el caballo y el alfil valen 3, la torre 5, la dama 9 o 10… Eso marca un antes y un después en el ajedrez. Es como la fórmula de la relatividad. Son cosas que te abren los ojos sobre el valor relativo de las piezas y empiezas a calcular y a pensar de otra forma. Por supuesto, son valores relativos, pero los tenemos ahí clavados. Te da unas coordenadas de pensamiento que condicionan totalmente cualquier cualquier razonamiento que hagas durante una partida o resolviendo un estudio. A veces es incluso contraproducente».
La suerte y las trampas
Fueron surgiendo otros asuntos, con Ugarte siempre al mando, como la suerte y las trampas. La primera existe, aunque de forma ocasional y lateral. La segunda nos ha estallado en la cara. «Yo creo que es un mecanismo que se da entre personas que incluso son honradas y nobles, pero el ajedrez los trastorna, porque el ego está asociado. Gente que se comportaría normalmente como personas civilizadas, en ajedrez no lo hace», apuntó René, quien además mostrar finales y contar chistes es un rey recordando anécdotas.
Primera: «Había un jugador veterano al que pillaron con chuletas en el baño, cuando estaba jugando contra un niño. En vez de disculparse, lanzó un argumento que es irrefutable: yo estoy jugando con un niño que tiene muchísima ventaja sobre mí porque es joven, ha utilizado los ordenadores y creo que tengo derecho a una compensación».
Segunda: «Otro jugador, muy conocido en Madrid, experto en rápidas —en la comida posterior se comprobó que todos sabíamos a quién se refería—, fue pillado haciendo un movimiento de torre imposible, de la casilla b1 a c8. Lo más sorprendente es lo que me respondió cuando le dije que había hecho algo incorrecto: «No estoy de acuerdo, no es ilegal. Si el contrario lo ve y me lo dice, yo abandono inmediatamente, pero si no lo ve, yo sigo jugando, con lo cual es legal»». Blanco zanjó el asunto: «El ajedrez es un reflejo del mundo y el mundo está lleno de tramposos, de sinvergüenzas y aprovechados, y ahora en el ajedrez online hacer trampas es mucho más fácil y mucho más difícil de detectar».
La cosa se puso didáctica cuando se habló de ajedrez y educación. Victoriano Gallego se llevó uno de los aplausos del día cuando habló de algunas enseñanzas que transmite a sus alumnos. Antes, contó «la experiencia más dura» que ha vivido en un torneo, que terminó abandonando entre lágrimas por culpa de un jugador que no tuvo un comportamiento demasiado deportivo. «Yo a todos mis alumnos les digo: aunque os ampare el reglamento, no hay que aprovecharse. Hay que ganar la partida dentro del tablero. No utilicéis nunca el reglamento para intentar ganar de ciertas maneras. Es una competición contra vosotros mismos. Jugad limpio y lo más deportivo posible. Ganar fuera del tablero es algo que odio».
Transmitir buenos valores, una obligación
Gallego explicó también cuál es el mejor regalo que ha recibido en su vida. Se lo dieron los padres de David Martínez, El Divis, cuando el joven jugador se fue a Galicia y Victoriano dejó de entrenarlo. «Era un tomo de la Enciclopedia de aperturas, el de la A, el verde, el de la inglesa. Dentro había una dedicatoria que me llegó al alma: «Muchas gracias por todos estos años que has dedicado a David, pero sobre todo por hacerle mejor persona». Hasta ahora he tenido la suerte de intentar transmitir siempre esos valores a los jugadores que entreno. Si un entrenador ve ciertas cosas y las permite, el que tendría que estar sancionado es el entrenador, de por vida, porque más que a ajedrecistas, tenemos que entrenar a personas».
Reyes añadió algo en la misma línea: «Por la experiencia que tengo con los críos, pienso que lo primero, aparte de enseñarles el ajedrez, son los valores. Eso es fundamental. Si le enseñas eso un crío recién está creciendo, lo va a absorber y es lo más importante. Con los críos se puede trabajar mucho y tú vas a ser el promotor de lo que pueda hacer. Tienes que tener mucho cuidado a la hora de trabajar con ellos».
Y como no se me ocurre mejor final, lo siento por los que no fueron al foro, pero se quedarán sin saber qué más se dijo. Al menos, podrán regresar el año que viene a la siguiente edición, porque Ugarte ha prometido volver con la espalda en mejor estado y porque Jesús García Herrera seguirá teniendo las llaves.
Y ya sabes que si no estás suscrito todavía a Damas y Reyes es una pena, porque sin gastar ni un euro ayudas a mantener esta página viva. Absténganse los tramposos.
En la imagen de arriba, algunos de los participantes del I Foro de Ajedrez Don Bosco. De izquierda a derecha, Jesús García Herrera, Victoriano Gallego, Federico Marín, Juan Reyes, Jesús Seoane y Alberto Ugarte