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Miedo y lástima por Ding Liren, un campeón roto

Ding Liren, en el Norway Chess. Foto: Stev Bonhage

Ding Liren, en el Norway Chess. Foto: Stev Bonhage

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El gran maestro chino es un ajedrecista muy querido. Precisamente por eso, el mundo del ajedrez teme aún más que sus problemas se vuelvan crónicos. Su último gazapo contra Magnus Carlsen ha agudizado la preocupación por su estado

«Estoy muy preocupada por Ding Liren», asegura Susan Polgar poco después de que Ding Liren omitiera un sencillo mate en dos y perdiera de forma fulminante contra Magnus Carlsen. El noruego ni siquiera pudo alegrarse de su victoria. ¿Cuántas veces un ajedrecista siente lástima por sus rivales? Vencer al campeón del mundo siempre ha sido el reto de cualquier deportista. Ahora los verdugos de Ding preferirían no tener esa oportunidad. Derrotarlo se ha convertido en una misión demasiado sencilla y dolorosa.

«No es el mismo jugador que solía ser, ni siquiera está cerca», añade la mayor de las Polgar. «Parece que le falta confianza en sí mismo, sentido posicional, agudeza, etc. Probablemente es el peor declive de un campeón mundial en activo a lo largo de la historia. Todavía tiene tiempo de cambiar las cosas, antes de su duelo con Gukesh. ¡Pero esta ya es una emergencia y han saltado todas las alarmas! Necesita formar un equipo que lo ayude a resolver sus problemas mentales, emocionales y de confianza en sí mismo inmediatamente, antes de que sea demasiado tarde. ¡Es uno de los mejores jugadores de ajedrez y los aficionados se merecen un buen enfrentamiento!».

Con estas palabras, la pentacampeona del mundo resumía el sentir de muchos aficionados y profesionales del ajedrez. A Ding Liren le pasa algo grave. Está roto y no basta con confiar en que el tiempo lo cura todo, sobre todo porque no le queda tanto antes de defender el título mundial, a partir de noviembre. En un ejercicio de voluntad tremendo, el gran maestro chino ha reaparecido en el Norway Chess con intención de ir recuperando la forma poco a poco. Ahora se ve que su reaparición en un torneo de esa exigencia ha sido prematura.

«Ding Liren está peor de lo que imaginábamos», confirma Luis Fernández Siles. «Tras ver cómo ha permitido a Carlsen que le propine un sencillo mate en 2, además de pena, siento un poco de miedo por su futuro. Esto ya es demasiado», añade Luisón. El propio Magnus no disfrutó de su victoria, ni mucho menos: «Obviamente, dejarse un mate en dos como ese solo puede ocurrir si estás completamente fuera de ti, como le pasa a Ding. Me siento mal por él, porque se le ve abatido mientras juega».

«¡Pobre Ding!»

«Ding Liren está totalmente ‘out’ ajedrecísticamente», escribe José Carlos Ibarra, antes de añadir algún emoticono de horror. Si Ding Liren fuera español, creo que no me atrevería a escribir este artículo, por temor a que lo leyera y se deprimiera aún más. En el vídeo de Chess.com en español podemos ver cómo vivieron Ernesto Fernández y David Martínez ese momento. Las imágenes no puede ser más significativas. Ding se ha convertido en un fantasma, que ni siquiera tiene la agresividad rabiosa de los zombis en las películas de miedo. «¡Cómo estás, Ding!. Es tremendo. ¡Pobre Ding! Ha ocurrido algo extrañísimo, Divis, ha mirado al público y ha hecho Tb2, se ha suicidado», describe el gran maestro malagueño.

El mate que se deja ver lo ve cualquier aficionado. En los problemas de juegan blancas y ganan, casi nadie necesita más de unos pocos segundos para rematar la partida, como hace Magnus sin la menor alegría. Lo peor es que la posición estaba igualada, no es el típico error por desesperación que comete cualquiera cuando está perdido.

Ding Liren fue a Noruega acompañado por su madre. En Madrid jugó el Candidatos sin ninguna persona de apoyo, ni entrenadores ni familiares, pese a lo cual acabó segundo, una plaza que al final le sirvió para ganar el Campeonato del Mundo, contra Ian Nepomniachtchi. Todos recordamos la sangre fría con la que remató su duelo contra el ruso. Fue el triunfo de la valentía. Un jugador tan brillante no puede estar perdido para el ajedrez después de poco más de un año.

Otra imagen desoladora de Ding Liren en Noruega. Foto: Stev Bonhage

La cuestión, como decía Carlsen antes de su partida contra él, es si Ding Liren «está o no completamente roto». «No estoy seguro», añadía. «Lo que le ha pasado después del Mundial debería hacer que los aficionados y los profesionales de otras disciplinas se den cuenta de lo duro que es un campeonato del mundo».

El estado de Ding es tan triste que lo último que nos preocupa ahora es si podrá jugar el Campeonato del Mundo. Lo más importante es que se recupere y, si es posible, que vuelva a jugar al ajedrez a un buen nivel, que consiga «ser la segunda mejor versión de sí mismo», como dijo él mismo en una entrevista.

Qué le ocurre a Ding Liren

Gracias a Tarjei J. Svensen, encuentro una entrevista de un medio alemán a Ding Liren en la que habla abiertamente de sus problemas. «Por lo general, un título así sube el ego, pero con usted fue diferente. Cayó en un agujero profundo», le preguntan al campeón del mundo, que responde: «Tuve algunos problemas, eso es verdad. Estaba agotado, pero aún así no podía dormir muy bien. Esto condujo a la depresión. Me trataron dos veces en una clínica. Afortunadamente, las cosas están mejorando poco a poco. El ajedrez es psicológicamente agotador y si no puedes dormir bien, es fatal. Después de todo, pude reducir mis pastillas de cuatro al día a una».

A Ding también le preguntan cómo es posible que un deportista profesional muestre de forma tan abierta sus emociones y que sea tan exigente consigo mismo. «Supongo que era tan duro antes de sufrir mis problemas mentales. Por eso, de repente, mostré emociones. Ahora estoy tratando de volver a ser más equilibrado. También tengo un médico que me ayuda mentalmente. Con él discuto todo tipo de cosas. No tengo un entrenador mental como los jugadores de tenis de mesa, que te arman para las cosas relevantes en el juego», añade el campeón del mundo, que también asegura que no tiene un equipo más amplio porque no le gusta tener a demasiada gente alrededor.

Foto: Steve Bonhage

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