El organizador del Sunway Chess de Sitges y Formentera no se pone límites y espera que ambos festivales sigan creciendo, pese a las dificultades
Este viernes se pone el sol en uno de los torneos más bonitos del calendario, el Sunway Chess Festival de Formentera…
…, un torneo que sería impensable sin J. Oskar Stöber. El empresario hispano-alemán, presidente del gremio de hostelería de Sitges, creó hace una década el Sunway Chess de Sitges, al que luego le salió un hermano pequeño en la isla balear, que este año ha cumplido tres ediciones. Es un torneo en el que los resultados deportivos son importantes, pero no lo esencial, y donde todo está diseñado para que los participantes sean felices.
El Sunway es una de esas citas que los aficionados apuntan en sus calendarios, porque quienes lo prueban intentan repetir a toda costa. Unir ajedrez y turismo no es una idea nueva. Es una combinación cada vez más frecuente en varias ciudades españolas, porque permite aprovechar la temporada baja para que los ajedrecistas aúnen sus dos pasiones, siempre que tengan unos cuantos días libres. Por aquí ya hemos hablado del festival del Gran Hotel Bali de Benidorm, donde entrevistamos a Vicente Moral, un jugador con 102 años; del torneo de veteranos de Cap Negret, donde participó otro ajedrecista centenario, Manuel Álvarez, y del Abierto de San Vicente de Raspeig. No son los únicos, aunque sí algunos de los más atractivos.
El fenómeno es imparable y volveremos sobre él en próximos artículos, pero hoy el protagonista es Oskar, como lo conoce todo el mundo, padre del Sunway Chess. Antes de conceder esta pequeña entrevista asegura modesto: «Tampoco tengo ningún interés yo para el mundo del ajedrez». Sabe que no es verdad, aunque se le concede el derecho a remarcar que no está solo en la labor: «No es tanto mi torneo como nuestro torneo y el equipo que hay detrás. Sin la gente maravillosa que hay detrás serían imposibles. Todos son fundamentales: Fran, director del hotel de Sitges y el que más domina; Francesc, director del torneo; Bilal, el chef; Jose, director del hotel de Punta Prima, los árbitros… Todos ellos consiguen que todo salga bien y que la gente disfrute».
¿Cómo acaba un ingeniero industrial en el negocio de las hostelería?
Después de hacer algunos pinitos por ahí, por internet, terminé en este negocio familiar.
¿Cuántas horas duermes durante tus torneos?
Poco, pero suelo dormir poco, en todo caso. Depende del día.
¿Por qué seguimos jugando al ajedrez los que perdemos casi siempre?
Supongo que porque al final nos gusta. Al final te diviertes porque no vives de esto. Las cosas de las que no vives las haces porque te diviertes, supongo, o porque eres masoquista, una de dos. Pero mientras algo te divierta, sigue haciéndolo. Si no, dedícate a otra cosa. Yo juego al golf y la cago diecisiete hoyos, pero luego das un golpe bueno y eres feliz. Supongo que el ajedrez debe ser lo mismo, juegas veinte partidas horrorosas, haces un movimiento que crees que es de un gran maestro y hasta que no te lo reporta la máquina, has sido feliz. Me imagino que es un poco lo mismo. Si siempre te divierte algo porque es muy fácil, seguramente lo dejarías.
«Los límites no los ponemos nosotros, son mentales. Yo creo que las cosas siempre pueden ser mejor. Lo conseguiremos o no, pero si crees que hay límite en algo, no te metas»
J Oskar Stöber
¿Prefieres meter un hoyo en uno o calcular un mate en seis?
Hoyo en uno, sin ningún tipo de dudas, más que un mate en uno, en dos, en seis y en treinta y ocho.
El ajedrez como negocio, según Oskar Stöber
¿Un hostelero puede ganar dinero organizando torneos de ajedrez?
Sí. Tiene que estar dispuesto a perder una temporadita, a hacer muchas cosas, que si las calculamos no sé cómo van a la cuenta de resultados, porque hay tiempos ahí que no se sabe muy bien cómo se calculan. No es fácil. Y ganar dinero, lo que ganes, no sé hasta qué punto compensa el esfuerzo. Por lo tanto, tiene que haber algo más, que disfrutes organizando algún evento donde la gente lo pase bien.
Si este torneo es el paraíso, ¿cuál es el infierno?
Depende de por qué lado lo mires. Para el jugador, este torneo puede ser el paraíso, y para el organizador, el infierno.
Y si eres el organizador y esto es el paraíso, ¿tú eres Dios?
Dios es mi mujer.
¿Qué sueño te gustaría que se cumpliera en tus torneos, en Sitges y en Formentera?
El mismo que cuando empezamos a organizarlo, que la gente lo pase bien. Yo disfruto cuando viene la gente y te dice: qué bien lo estoy pasando o qué bien organizado está el torneo. La suerte es que, con decía, tenemos un equipo muy bueno y eso es posible.
¿Qué jugador de ajedrez te ha impresionado más?
El problema es que no conozco ese mundo ni lo domino. Me sorprende cualquiera, porque lo hemos conocido de cero. No sé dar una respuesta. Me impresionó un jugador, pero no sé decir cuál fue, del primer torneo que organizamos. Teníamos la pantalla en la que se ponen las partidas en directo y yo miraba sin entender ni jota los ocho o diez tableros que había. Tenía a un ajedrecista a mi lado, que sinceramente no recuerdo bien, y se me ocurrió preguntarle quién estaba mejor en una partida, porque no tenía la menor idea. Me contestó al toque, como decís vosotros, y dijo que uno de los dos estaba mejor porque en esa jugada podía hace esto, luego hace esto, en la otra hace esto, en la otra hace lo otro… y lo tiene ganado. Por la rapidez de contestarme y calcular siete jugadas de una partida que elegí al azar me di cuenta de lo que era ser un gran maestro. No entendí ni jota, pero me dejó impresionado.
Tienes un nivel de juego muy aceptable. ¿Has mejorado mucho desde el primer torneo de Sitges?
No. Yo no he jugado nunca, solo con mi padre. Aquí creo que es la primera vez, después de diez años y trece torneos, que juego a quince minutos. Haciendo líos y con tres cervezas igual te aguanto cinco minutos.
¿Qué significa la jota que hay delante de Óscar y por qué no la usas?
Jorge; me la puso mi tío, pero siempre me han llamado Óscar. La mantengo porque me gusta recordar que tengo ese nombre, no sé si por ser un sentimental, pero yo soy Óscar para toda la vida.
¿Tienes un límite en la cabeza de hasta dónde pueden crecer tus torneos?
No, los límites nos los ponemos nosotros, son mentales. Yo creo que las cosas siempre pueden ser mejores. Lo conseguiremos o no, pero si crees que hay límite en algo, no te metas. En la vida es así.
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor