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La belleza en la derrota

La belleza en la derrota
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Yago Gallach nos trae algunos problemas y estudios para recordar la figura de Miguel Uris, un artista del ajedrez que falleció el pasado mes de octubre

A la memoria de Miguel Uris

Esta pequeña obra nació en octubre de 2023, justo después de resolver el siguiente estudio de Alexánder P. Guliáyev.

Me gustaría un poco que tu cerebro se pusiera en marcha y tratase de encontrar la solución.

Veeeeenga, que no es muy complicada.

Inténtalo un ratejo.

¿Ya? ¿No?

Porfa, que así la entenderás luego mejor.

¿La tienes? Muchas gracias.

Pues no sé si te ha ocurrido lo mismo que me sucedió a mí: me quedé arrobado por su belleza, pero no solo por la maniobra ganadora, sino, y muy sinceramente, por la desesperada lucha de la dama negra por salvar a su rey.

A mí me evocó abiertamente a Shakespeare (también ayuda que estaba leyendo ‘Otelo’), al gran cine en blanco y negro (también ayuda que estaba oyendo Barricada), al teatro solemne. Tal vez por eso en mi cabeza la voz del narrador suena grave y ampulosa.

Personajes: (salvo los reyes y el peón-dama —que tanto no conviene—, el resto del reparto se lo pueden repartir personas de todos los sexos)

Narrador: De voz baritónica y pomposa (también valen la voz de bajo noble, la de bajo ligero y la de contralto). A ser posible, de ademanes hiperbólicos.

Rey blanco: No va a hacer demasiado. Vale cualquiera que tenga o sepa colocar un ligero semblante maligno.

Alfil blanco: Persona ágil, ladina, esquiva y certera.

Cuatro peones blancos: Uno de ellos de gestos marciales; los otros pueden ser menos agresivos.

Rey negro: De tintes pusilánimes, feble, a ser posible juncáceo y de rostro anguloso.

Torre negra: Fornida, esquinada, que sepa caer en el asalto y salir con gracia del tablero.

Peón negro: Con un amplio repertorio de gestos de horror y temor (suspiros de uy, ah, preferiblemente aspirados y sordos) acompañados de saltitos cortos.

Peón-dama: negro: Personalidad decidida, apuesta, sacrificada. Inteligente, fuerte y valiente como ella sola sabe serlo: shakespeariana.

Escenario: Ajedrez viviente.

La belleza en la derrota

Blancas: Re8, Af8, d3, e5, g6, h6

Negras: Rg8, Th8, h7, f3

Cómo se llegó a este punto de la historia, no lo conocemos y, muy probablemente, de ello tampoco nos preocupemos.

Lo único que sabemos es que la reina negra, bajo el amparo seguro de la noche, salió apresurada del castillo, despeinada para ser ella y, por si fuese poco, vestida de labriega, aunque muy dispuesta a bregar en la refriega.

Su misión era clara: buscar socorro para su pobre amado, matar al dragón dorado, salvar a su desvalido príncipe acorralado.

Mas al foso se acercó un soldado, ay, ay, ay, para cerrarle el cerco al príncipe mimado.

[1 g7]

Y la reina disfrazada corría esperanzada, buscando una salida, una meta, una treta, una distracción, una solución…

[1 … f2]

Mas el arquero enemigo ve el señuelo y no se apresura, no enloquece, respira dos, tres veces, piensa, guiña un ojo, el otro, resplandece. Se procura espacio, distancia de tiro y, tras la roca, abrigo.

[2 Ae7]

Y la reina ya cansada, exhausta, casi muerta, se desprende de su ajada vestimenta y, por fin, a estas alturas del viaje, puede lucir sus poderosos ropajes.

[2 … f1D]

¡Vuelve a ser ella! ¡Inteligente, fuerte y, por qué no decirlo, tan necesaria como una estrella!

Mas arquero y soldado —del dragón ya nos hemos olvidado— son a la par arteros y astutos y, por qué no decirlo, un poco brutos.

Con el príncipe no quieren acabar con sigilo y cianuro, prefieren arcos, flechas y otros sonoros conjuros.

Piedras y catapultas sin puntería serían una bisiesta tontería.

[3 Af6]

Y la avispada reina lo ve todo, la destrucción del castillo, el golpe postrero, el fango y el lodo, el robo del anillo, la sonrisa, ésa que quiere borrar, del arquero. 

Y a pesar de lo descrito, con un amor infinito, se abalanza contra el arquero maldito, para al menos aplastarlo como a un mosquito.

[3 … Dxf6]

Mas el soldado sigue el plan letra a letra. Incólume no mira atrás, no interpreta, con un golpe pesado el asalto al castillo perpetra.

[4 gxh8+D]

Y la reina, que ya había anticipado su destino, a los dos agresores elimina.

[4 … Dxh8]

Puedes cerrarle ya el camino, porque el amor todo lo ilumina. 

[5 d4]

Amor sincero y una dosis de dormidina, y rey y reina en un eterno abrazo se arraciman.

Y como veis, no siempre gana el vencedor. A mí, y espero que al resto, me conmueve más el amor.

Texto: Yago Gallach Pérez

Estudio de Alexánder P. Guliáyev. Ajedrez en la URSS, 1940.


Esta obra se la dedico principalmente a Miguel Uris porque a él acudí para saber quién era el autor de este estudio. ¡¡No podía representar este atrevimiento sin saber antes quién la había compuesto!! Por su sensibilidad, por todo lo que me había transmitido, sabía (infería) que no venía de una partida viva. Seguramente, por falta de espacio —y no por malicia ni por borrar la firma— el cuaderno del cual lo había resuelto no mencionaba la fuente original. Ni en esta, ni en otras posiciones.

Y aquí es donde Uris entra en escena. Habíamos entablado relación hacía relativamente poco con motivo de la revista ‘El bressol dels escacs, que publicó la Federación Valenciana de Ajedrez al poco de acabar la competición por equipos. Y enseguida empezamos a congeniar. Una llamada, otra. Otra más. Libros por aquí, libros por allá, composiciones, temas. Era una enciclopedia. Yo, todo oídos. Natural, porque soy un mero aficionado.

Pero ese curso quise transmitir esa pasión, y en dos de mis grupos de extraescolares, durante el tercer trimestre empecé a retarlos con problemas de mates en dos. El club de los ma[r]tes se reúne los viernes. La sección de los imposibles. Mate en dos. Nadie lo va a encontrar. Está oculto, escondido, agazapado…

—¿Quien lo consiga, qué?

—Vendrá mi perro a jugar al ajedrez con vosotros.

—¿Sabe jugar?

—Claro, pero aún no me gana.

—¿Cómo le has enseñado?

—Escondiéndole galletas para perros dentro de las piezas. 

—Claro, así cualquiera.

El club de los ma[r]tes se reúne los viernes

En el tablero mural, iban proponiendo jugadas y les iba dando la refutación: me escapichuelo por aquí, me escapichuelo por allá.

Se iban a sus tableros, por equipos se las cantaban, las ponían, las movían, se decían, me proponían.

—¡¡Profe, es imposible!!

—Ya te lo he dicho. Mi rey siempre se escapichuela.

—¿No puede ser en tres?

—¡Es en dos!

—¡Lo tengo, lo tengo, lo tengo, lo tengo! ¡¡Rey a ge cinco!

—Rey de cuatro, ¡dame mate en una!

—¡Noooooooo, es imposible!

Por mi parte, fue un simple entremés. Aunque, extrañamente, funcionó. Tanto que en la segunda clase se empezaron a dividir por grupos, unos locos por resolver; otros, por componer. ¡En clase! ¡Ajedrez extraescolar! ¡Componer! Para hacerlo se juntaban, se organizaban, colocaban, quitaban, cuchicheaban y cuando pensaban que ya estaba y ya se habían falsado sus ideas, me ponían 2 minutos en el reloj. Era mi tiempo para resolver. A veces no lo conseguía, claro, porque solían contener muchos errores y no había mate en dos (no habían considerado algunas de las refutaciones).

Su actitud fue tan buena como grupo que les escribí a las familias para que supiesen lo orgulloso que me sentía por sus logros:

Al final, que no hayan conseguido componer nada correcto en términos ajedrecísticos no es lo importante (no les he explicado nada sobre composición, y mucha gente no sabe ni que existen temas y restricciones), lo importante es que, sin saber nada de teoría musical, han intentado componerme una pieza de cámara, un divertimento, una pequeña estrofa. Eso es lo enorme: trabajo en equipo, actitud focal, creación, imaginación… Espero que también se cohesionen en clase y como grupo.

Estoy muy orgulloso de ellos. ¡Enhorabuena!

Me he desviado un poco porque creo que a Miguel le habría gustado ver cómo se ponían a componer los grupos de segundo y de tercer ciclo de primaria del CEIP Pinedo (de 15 alumnos/as cada uno de ellos: una treintena de abrazos).

Volviendo estrictamente a Uris, me gustaría rescatar nuestra última conversación por escrito (2 de octubre de 2023), porque guarda relación directa con esta obra y así se puede entender mejor por qué se la he dedicado:


Buenos días, Miguel:

¿Tienes base de estudios?

Es que en mi libro solo aparece la solución, pero no el autor.

Y quiero hacer una pequeña interpretación y me gustaría acreditar al compositor/a.


Bon dia, Yago.

Me parece fenomenal que quieras incluir los datos de la composición (autor, año, y medio). Es que es lo propio cuando se pone un problema o estudio compuesto.

Ojalá, todo el mundo tuviera tu sana y correcta costumbre.

Te paso los datos de este estudio:

Aleksandr P. Gulyaev

Ajedrez en la URSS, 1940.

Un abrazo.


Un millón de gracias. No me gusta el fusilamiento y la caída en el olvido. Cuesta poco y aporta mucho.


Aprovecho, finalmente, para dejaros dos mates en dos de Miguel Uris, para que podamos asomarnos ligeramente a su obra y, quién sabe, encontrar un poco de inspiración en ella. La selección y las notas son de José Antonio Garzón, buen amigo suyo y otra de las instituciones de nuestro ajedrez.

Las soluciones a los problemas se pueden ver en este enlace.


También le dedico esta pequeña columna a Manu Vidal, profe de Chess Excelsior. Al acabar una de las clases le escribí que algún día le enseñaría una obrita que estaba preparando para representar. Y la cosa quedó ahí. 

Ciertamente, hasta ahora no había tenido la ocasión, sobre todo porque me estaba esperando a estrenarla y no encontraba tiempo ni un narrador baritónico, entre otros personajes.


Antes de marcharte, te quiero pedir un favor

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