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José Fernando Blanco eleva el listón con su relato de la tercera jornada del torneo que se celebra en la Nave Bellver, en Madrid. Ojalá os guste y el autor se prodigue más.
Mi jefe me prometió doblarme el sueldo si me pasaba por el torneo de Leyendas y Prodigios y le hacía una crónica. Y allá que me fui, que de algo hay que vivir. La tarde legendaria comenzó con una visita (junto con mi amigo David, que de ajedrez no tiene ni repajolera idea, pero baila muy bien la salsa) a un lugar mítico, Casa Pepe, en la Primera Fase del Barrio del Pilar (googlear «pepe el guarro» para comprobar, entre otras cosas, que el guarro no es Pepe, sino sus clientes).
Ahíto de alitas de pollo y patatas revolconas con torreznos, me presenté en el castizo distrito de Tetuán. Me dejó pasar un chaval majísimo, de nombre Tomás, en cuanto le dije no sé qué de El Divis. No se hable más, dijo, si conoces a El Divis, pasas.

El Divis no necesita presentación; al contrario, tú te tienes que presentar a El Divis. Me habría gustado preguntarle qué se saca de organizar un torneo como este, pero en cuanto empezó la ronda se fue a comentar las partidas al otro lado del patio. Además, las entrevistas no están pagadas ni con el doblaje de sueldo.
El local de juego, la Nave Bellver, es todo un hallazgo. Dice su web que era un aserradero. No me lo creo. Aquí se podrían rodar diez series neorrealistas a la vez. Y una peli de Truffaut en el patio. La nave principal tiene hasta piscina. Jefe, esas cosas se avisan. El lunes voy con el bañador.
Para orientarse en lo que sigue, he preparado esta foto-mapa:

1: Falta un minuto para empezar. El Divis ya ha dado su discurso (no sé qué del mejor no sé qué de Madrid).
2: La árbitra, Mireia Ramón.
3: El Divis, de espaldas.
4: El gran Felipe Martínez, padre de El Divis, con uno de los patrocinadores.
5: La zona de refrigerios. Justo delante, la piscina olímpica.
6: Entrada al patio. Una vez dentro, el confesionario a la derecha, la sala de expertos al fondo a la izquierda.
7: Los jugadores. Del fondo al primer plano, Almeida, Macías, Oro, Lu, Granda, Lariño, Martínez, Cuenca, Pichot y (llegó tarde) Schneider.
8: José Miguel Ortega, director técnico del torneo y gran amigo del cronista.
Me dio tiempo de hacer esta foto y pocas más antes de que la inflexible árbitra me despojara del móvil, así que para el resto del reportaje gráfico dependo del jefe (que llegó una hora tarde, pero con una cámara muy grande).
Como buen profesional que no soy, por la mañana me estudié la ronda, buscando las partidas a priori más atractivas. Mi atención se fijó inmediatamente en la Lu-Oro, que no me decepcionó. También me apunté mentalmente seguir la Lariño-Granda, choque de generaciones entre dos jugadores de muchísimo talento. Pero antes de hablar de estas partidas me gustaría hacer algunas reflexiones generales.
Una experiencia rara

Ver cinco partidas entre titulados, así en vivo y en directo, es una experiencia olvidada. No solo porque cada vez es más raro que se organicen torneos como este; también porque lo normal es verlos desde casita, con la barra idiotizadora del módulo y los comentarios de un par de expertos. Incluso si los ves en directo, es fácil que te den unos auriculares para que tengas la opinión de los expertos a pedir de boca (y si no tienes la barra, no importa: ellos sí la tienen, y bien que la usan).
Así que estar ahí, con los jugadores al lado, calculando y valorando las posiciones sin ayuda, me resultó raro, y al mismo tiempo familiar; como de un tiempo pasado. ¿Mis impresiones? Ahí van.
Macías-Almeida
Una de las cosas que más gusto dan, cuando ves las partidas a pelo, es acertar las jugadas de los maestros. Lógicamente, no las recapturas o cosas por el estilo, sino las más «de concepto». Así que me quedé muy feliz cuando acerté, en la posición que sigue, el movimiento 10… a6 del negro, preparando (creía yo) la expansión c5-c4 y quizá rompiendo también con d5 (posibilidades nebulosas y posiblemente demasiado optimistas).

El caso es que efectivamente Almeida jugó 10 … a6, pero me quedé con las ganas de saber si su plan era el que yo había imaginado, porque el joven Diego Macías se enrocó y acto seguido acordaron tablas. La barra para tontos muestra un equilibrio absoluto, lo cual quiere decir que la posición era igualada; pero no que hicieran bien en acordar el empate, porque si así fuera, todas las partidas se darían tablas en la jugada 1. Y se supone que en un cerrado te pagan por jugar, no por hacer tablitas; pero como no sé cuánto les pagan, lo dejo aquí.
Lariño-Granda

Quedaban cuatro partidas para disfrutar, y estas no decepcionaron. Me fui un momento a hablar con el presidente de la FMA, que sin duda tiene un doble, porque está en todos los saraos; y a la vuelta habían terminado Lariño y Granda. Pregunto a Ortega qué han hecho, y me dice que ha ganado El Fo (sobrenombre del jugador gallego, excampeón de España).
Viendo esta partida me llevé un chasco porque Granda hizo 7 … e5, que jamás se me habría ocurrido (esto me pasa bastante, pero el chasco me lo llevo igual). Me quedé más tranquilo cuando comprendí que la idea era retirarse con 8… Ce6, como efectivamente sucedió, y apoyar el centro de peones con 10… d6.
Siguió un plan muy interesante de Lariño, con 11 Dd2, 12 Td1 y 13 Ah6. Aquí, como ya dejé dicho, me fui a darle jabón al presidente (lo siento, jefe), mientras David y Julio se enzarzaban en una interesante lucha cuerpo a cuerpo. En posiciones tan complejas es habitual que la barra para tontos suba y baje, pero siempre estuvo más del lado de las blancas, hasta que finalmente se llegó a esta posición:

Aquí Granda hizo 24… Da4, quizá con la idea de comer en e4; pero siguió 25 b3, y no se puede comer, porque sigue 26 Af3 atrapando a la pobre dama. El legendario peruano se rindió aquí mismo, posiblemente más por la decepción de haber llegado a una posición tan triste que por estar perdido (que lo estaba).
Schnaider-Pichot

La siguiente partida en terminar fue la Lu-Oro, pero la dejo para el final. El otro prodigio argentino, Ilan Schnaider, se las tuvo tiesas con su compatriota (aunque jugando con bandera española) Alan Pichot. Ilan y Alan se pasaron buena parte del medio juego amenazando con comer los caballos del rival con sus respectivos alfiles. Todos los jacos estuvieron bajo dicha amenaza, que finalmente se cumplió en tres casos, librándose solo el Cf6, que saltó a d5 en una recaptura.
Esta hecatombe equina dejó los peones de ambos bandos más doblados que mi sueldo. Los del blanco (Ilan) tenían peor pinta, pero a cambio el chaval tenía un alfil. Me parece que, a partir de estas simplificaciones, Ilan jugó con más sentido, deshaciéndose de su peón doblado de la columna f y activando su rey por el flanco de dama. Así se llegó a esta posición, en la que el blanco solo puede perder si le da un pampurrio:

Aquí la maquinita da mucha ventaja al blanco con 32 Axe5 fxe5 33 a5, avanzando después los peones de la izquierda según se mira; pero es comprensible que Ilan no viera esto nada claro y prefiriera aguantar sin arriesgar con 32 Ag3. Pichot contestó 32… Cf3, jugada que la barra castiga cruelmente por causa de 33 Axd6, y aunque el blanco pierde pieza, sus peones del susodicho lado son imparables otra vez. Obviamente, calcular esto tiene tela, y Schnaider prefirió amarrar las tablas repitiendo con 33 Th1 Ce5 34 Tg1 Cf3. De todos modos, gran partida del joven argentino.
Cuenca-Martínez

En el tablero de al lado, Cuenca y Martínez jugaron una partida rarísima (otra forma de decir que no me enteré de nada). Comentaba con Ortega que antes la gente primero se enrocaba y después pensaba planes de ataque o defensa. Aquí Cuenca respondió a un jaque con Rf1, Martínez se volvió con el alfil jaqueador a e7, y se fue montando una buena. El plan de Cuenca de atacar el enroque negro con los peones de h y g, sin embargo, tenía un defecto, y es que el negro no se había enrocado.
Hubo una escaramuza que llevó directamente a un final con peón de más para el blanco, aunque las piezas negras parecían más activas y, sobre todo, el legendario Pepe estaba jugando con el incremento y poco más. Martínez logró plantear algunas amenazas importantes y se llegó al momento crítico:

Pepe «Ra-ta-ta-ta-ta» acaba de jugar 38 Th3 con dos segundos en su reloj. En este momento Martínez comete uno de esos errores típicos de nosotros los pichones: calcular solo las posibilidades propias y olvidarse de los recursos del rival. Con 38… De4 seguido de 39… Axf2 estaría ganando fácilmente; pero jugó directamente 38… Axf2, a lo que siguió 39 Th8+, ganando la dama. El resto, con un peón pasado blanco en la columna c, fue, como se decía antes, cuestión de técnica, y a Cuenca no le faltó.

Lu-Oro
Llegamos así, por fin, a la partida de los prodigios. Lu Miaoyi tiene quince años y es maestra internacional (título absoluto, no femenino). Solo 31 jugadores en el mundo tienen actualmente ese título con esa edad (entre ellos los dos jóvenes argentinos del torneo); ella es la única chica. Sin duda una jugadora que dará que hablar.
Lu tiene fama de no cortarse un pelo a la hora de atacar, y también de patinar demasiado en los apuros de tiempo. Hoy demostró ambas cosas. Cuando Fausti atacó su alfil con 8… Cg4, ella respondió con 9 h3, desafiando al negro a comer y abrir la columna f. El pibe, tras una larga pensada, decidió regresar a f6. Dos tiempos perdidos a cambio de una ligera debilidad en el enroque rival no parecen gran cosa, pero la china se vino arriba con 10 g4, y más tarde con f4 también, dejando a su propio rey al aire mientras se lanzaba a por el del rival.
Después de la partida, Faustino le dijo a mi jefe que había estado totalmente perdido. Supongo que se refería a esta posición:

Aquí tanto la máquina como el sentido común aplauden 15 Ab3 y no hay defensa buena. En cambio, Lu aflojó en tres jugadas consecutivas: 15 Df3, que no amenaza nada nuevo, 16 Tae1, que autoclava el Cc3, facilitando la maniobra defensiva negra c6-d5, y 17 e5, definitivamente aflojando la presión sobre f7. Todo esto desembocó en 18 Cxf7, pero este truco tenía fácil refutación con 16… Dh4.

La posición seguía siendo endemoniada, de todos modos, y el pequeño Oro dejó escapar su ventaja con el interesante lance 20… Tf8, que a pesar de todo le funcionó cuando Lu optó por retirar su dama con 22 Dg2, en lugar de venderla cara con 22 Cxg5 Txf3 23 Cxf3 Dg3 24 Rh1 Axh3 25 Tf2. Hay que admitir que, en lugar de 20… Tf8, la jugada ganadora era 20… Axh3, de nuevo nada fácil de calcular (y que en algunas variantes termina en la captura del alfil de a4, que podría haber causado estragos en b3 y en vez de eso se quedó mirando).
Confesionario
En resumen, una jornada de lo más interesante, salvo por la partida Macías-Almeida. Quisiera añadir que los organizadores pusieron un confesionario (ver la foto-mapa), pero en toda la tarde solo vi pasar por allí a Alan Pichot, y no tengo ni idea de lo que dijo. Al final de la jornada fuimos mi jefe y yo al confesionario en cuestión; tuvimos cuidado de no salir en pantalla; pero yo mostré la mano a cámara para ver si se veía (que sí, se veía) mientras mi jefe hablaba con el micrófono abierto, así que igual mañana somos trending topic.
No sé cuándo publicará mi jefe este artículo (mientras yo estoy escribiéndolo a la una y media de la noche, él se está pegando una cuchipanda con la gente del torneo), pero si lo hace el sábado por la mañana (cosa que ya me extrañaría), cuidado: la ronda del sábado se juega en Hortaleza porque hay una boda en la Nave Bellver. Ahí dejé al bueno de Ortega despegando cables para llevar todo el tinglado.
En la imagen de arriba, Faustino Oro, líder en solitario del Leyendas y Prodigios, con tres puntos en tres partidas. Foto: FMB / Damas y Reyes
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