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Jornada dura para los españoles: el equipo femenino pierde contra la potente Bulgaria y los chicos sucumben ante Grecia
Las partidas de los españoles en la cuarta ronda del Campeonato de Europa por equipos han sido una lección inmejorable de ajedrez: ¿vale más el materialismo de un peón o la iniciativa de un buen ataque? Como ya sabemos, la respuesta es: depende. Ni siquiera aprendimos nunca lo que vale un peine. En Montenegro se vio de todo en las ocho partidas de los nuestros, que no disfrutaron demasiado.
El equipo femenino se veía las caras contra otra selección muy potente, Bulgaria, perfecta piedra de toque para comprobar si la paliza de la jornada anterior había dejado secuelas. Las cosas empezaron bien, pero se fueron torciendo en casi todas las partidas a la vez, como girasoles en busca de una luz que no terminaba de aparecer.
En el primer tablero, Marta García tenía otro hueso como primera espada del equipo nacional: la excampeona mundial Antoaneta Stefanova (2417). Se quedó con ventaja en la apertura, pero en posición compleja y azarosa, que se le fue complicando. Le faltó decisión, o precisión, cuando vomitó el material de ventaja e incluso pasó a quedarse con un peón menos, después de que la búlgara omitiera un golpe ganador. De algún modo, luego se las arregló para llegar a un final de torres defendible, que perdió en un carrusel de errores, en los larguísimos apuros de tiempo. Una lástima, porque tuvo varias oportunidades para puntuar contra una de las mejores del mundo. Lo peor de todo es que estará agotada después de 78 jugadas.
Sabrina Vega también ganó un peón en la apertura, aún más peligroso porque lo hizo a costa de cierto subdesarrollo contra una jugadora tan en forma como Nurgyul Salimova (2412). Cuando lo devolvió, todavía había mucho que remar hasta la orilla. Incluso tuvo que defender otro peón de torres con peón de menos. Su empate final, en el que demostró su dominio de la técnica, fue meritorio.
Inés Prado, a quien ayer regalé veinte años de más por un error tipográfico (nació en 1997 y no en 1977) fue de las que se quedaron con peón de menos. Probablemente la engañaron en el cambio, aunque luego lo recuperó con aparente facilidad, hasta que empezó a jugar con movimientos algo artificiales, que permitieron un truco de Viktoria Radeva. Una pena su derrota.
Ana Matnadze, la gran esperanza para puntuar, también tenía un peón de menos, con negras y un buen juego de caballos, que las máquinas no consideraban suficiente ni para igualar. Cuando llegó la liquidación general, hacia la jugada 30, fue como si se encendieran las luces y se mirara al espejo después de una noche de farra. Demasiado difícil de sostener, más aún cuando hacía falta una victoria. Pero Ana es una luchadora que nunca se rinde y sacó un conejo más de su chistera infinita. El final que entabló era digno de un estudio.
España 1,5 – Grecia 2,5
El equipo masculino en la práctica y absoluto en teoría (a algún lector le molesta el matiz) lo tenía algo más fácil contra Grecia, pero también acabó perdiendo, en un duelo agónico.
David Antón jugó a un gran nivel y defendió su Caro-Kann como si la hubiera inventado, pero nunca logró quedarse mejor y se tuvo que conformar con las tablas contra Nikolas Theodorou (2619). El griego tenía al final un peón de más, insuficiente porque su rey no sabía defenderse por sí mismo.
Jaime Santos se lanzó al ataque y sacrificó un caballo de forma dudosa. Torre y dos peones contra dos piezas parecía un buen trueque, pero las máquinas miraban su situación financiera con aprensión. Con todo, el español se sacó un as de la manga y Ioannis Papaioannou no tuvo más remedio (o no se atrevió a probarlo) que repetir jugadas.
En el tercer tablero, Alexei Shirov permitió que le metieran un peón en el ojo derecho en la jugada 8. Ni se quejó. Optó por enrocarse largo y lanzar sus peones al frente, no siempre con el control necesario. Antes de la jugada 30 los módulos lo habían desahuciado, pero Stamatis Kourkoulos-Arditis demostró por qué está por debajo de los 2600 y se perdió en el camino hacia la victoria. El hispano-letón aprovechó para dejarnos alguna jugada de las suyas y un empate necesario para sobrevivir.
Daniil Yuffa, por último, también sufrió, aunque al principio se apuntó al club de los materialistas y tenía un peón de más. Eso sí, su ejército estaba desorganizado, como si les hubieran lanzado una granada. Reunirlo de nuevo le costó pasar a un final de torres con peón de menos, el último grito en Montenegro. Pudo salvar el final, contra Evgenios Ioannidis, pero no anduvo fino en algún momento y por ahí se escapó el encuentro.
Por lo demás, cabe destacar la nueva victoria de Magnus Carlsen, en otro peón de tablas con peón de más, que su rival malogró al cegarse con la posibilidad de igualar el material. El finlandés Toivo Keinanen, modesto maestro internacional, no aguantó la presión. Por primera vez, además, ganó Noruega.
Clasificaciones
La clasificación general la lideran Alemania y Polonia, con 3,5 puntos, seguidas por seis países con tres puntos. España está en el puesto 17, con dos victorias y dos derrotas.
En el cuadro femenino, manda Alemania, Francia y Azerbaiyán con 3,5 puntos, mientras que España también ha alternado victorias y derrotas y deberá remontar para acercarse a los primeros puestos.