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Chess.com, el club más grande del mundo

Imagen creada con Firefly, programa de IA

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Cada día se juegan decenas de millones de partidas de ajedrez por internet. Chess.com es líder entre las plataformas comerciales y Lichess es la más popular entre las gratuitas

De las plataformas de televisión se escribe sin parar en los medios, no sin motivo. Las de ajedrez tienen también tantos usuarios que deberían tener una presencia parecida. Solo en Chess.com son más de 150 millones de usuarios en todo el mundo. No voy a repetir aquí el texto publicado en ‘El Mundo’ (8/11/2023), pero sí aprovecharé la coyuntura para completarlo con otras consideraciones y un poco de actualidad.

Los datos son concluyentes. Personalidades de toda clase y condición juegan al ajedrez en vivo o por internet. Madonna, Schwarzenegger, Sting, Will Smith, Howard Stern, Toni Nadal y Peter Thiel tienen algo en común. (Algún día debería publicar las partidas disputadas de madrugada contra el hombre que fundó PayPal con Elon Musk). Humphrey Bogart y Stanley Kubrick también jugarían por internet si hubieran podido. Ambos eran buenos jugadores, hasta el punto de llegar a ganar dinero en partidas callejeras.



Lo más bonito del juego milenario es que no solo sobrevivió a la revolución ‘online’, sino que la aprovechó como ninguno. El confinamiento y ‘Gambito de dama’ le dieron alas, pero después ha seguido volando cada vez más alto, en busca de su techo. 

Netflix tiene 240 millones de suscriptores. La cifra es una barbaridad, pero los 150 millones de Chess.com y las muchas decenas de millones más que juegan en otras plataformas, como Lichess, ICC, Chessbase y compañía, cuyo crecimiento es brutal desde los tiempos previos a la pandemia. Pueden presumir también de una actitud más activa de sus clientes, que obtienen de paso mayores beneficios para el intelecto. Me gusta ver series y películas como al que más, pero reconozcamos que mientras uno juega una partida de ajedrez, aunque esté igual de tirado en el sofá, mueve más las neuronas que el espectador pasivo.

En Chess.com, por otro lado, las posibilidades no se ciñen al juego. «No sólo es un sitio para jugar en línea. También se puede entrenar, aprender, leer noticias, seguir torneos en vivo, analizar partidas, ver vídeos… todo ello en doce idiomas», nos cuenta Isabel García de la Cruz, directora de Proyectos en Ajedrez y Contenido, que trabaja desde la sede de Barcelona.

Mil millones de partidas al mes

El pasado mes de febrero, Chess.com superó por primera vez los mil millones de partidas jugadas en un solo mes. Sus servidores colapsaron y hubo protestas. Algo hicieron bien después, porque el problema se solventó.

Otro conflicto, más difícil de resolver, es el de los tramposos. Vladimir Kramnik ha sido uno de los más críticos con lo que el excampeón mundial considera falta de rigor para expulsar a los fulleros. También es notorio su desacuerdo con Daniel Rensch, director de ajedrez de Chess.com, sobre le porcentaje exacto de jugadores poco limpios. Los hay de todos los niveles, incluidos maestros y grandes maestros. Las cifras oficiales indican que más de medio millar de titulados han sido expulsados.

El equipo de Chess.com en Barcelona no parece pasarlo mal del todo

Entre ellos está el más famoso de todos, Hans Niemann, cuyo caso es de lo más enrevesado. Castigado y perdonado al menos dos veces, el estadounidense se acabó querellando contra Chess.com, el propio Rensch, Magnus Carlsen e Hikaru Nakamura, entre otros. En su contraataque judicial, les reclamaba una compensación multimillonaria por mancillar su nombre. La cosa acabó en un acuerdo extrajudicial cuyos detalles económicos desconocemos.

Más importante que ese caso concreto es la lucha permanente contra los tramposos. Es una guerra a largo plazo, no solo del ajedrez por internet. Iba a poner que veremos cómo acaba, pero igual son nuestros hijos o nietos los que lo ven de verdad. Entretanto, celebremos esta edad de oro del ajedrez, que viven en su mayoría jugadores mejores o peores, pero sanos. Y os dejo, que voy a jugar una partida.

La imagen de arriba ha sido creada con Firefly, un programa de inteligencia artificial

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