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Claude Bloodgood, el asesino que llegó a ser número dos de EE.UU.

Claude Bloodgood, parricida y ajedrecista, ladrón de Elo

Claude Bloodgood, parricida y ajedrecista, ladrón de Elo

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Dana Reizniece-Ozola, vicepresidenta de la FIDE, pone como ejemplo a un parricida que luego ideó un esquema piramidal para superar los 2700 puntos Elo

El tercer Campeonato Intercontinental para Presos se celebra del 11 al 13 de octubre, con cien equipos participantes de 50 países, incluida España (además de Portugal, Argentina, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, El Salvador…). Estados Unidos lo organiza –por internet, como es natural– en colaboración con la FIDE y la Oficina del Sheriff del Condado de Cook (Chicago). El torneo, digno de elogio, forma parte del programa ‘Ajedrez por la libertad’. Dana Reizniece-Ozola, vicepresidenta de la Federación Internacional, recordó en su discurso de inauguración el caso de Claude Bloodgood, condenado a muerte en 1970 por matar a su madre. Quizá no eligió el mejor ejemplo.

Veamos qué dijo la dirigente y cuál es la historia de ‘Sangrebuena’ (hasta el apellido es de película). «Hoy quiero compartir con ustedes el profundo impacto que puede tener el ajedrez, incluso dentro de los confines de cuatro paredes», dijo Reizniece-Ozola antes de explicar quién fue Claude Bloodgood. «Durante su estancia entre rejas, se convirtió en un ávido jugador de ajedrez, al que dedicó miles de horas: jugó con otros reclusos, guardias e incluso por correspondencia. Su dedicación fue tan notable que se clasificó para el Campeonato de Estados Unidos, en el que debido a sus circunstancias no pudo participar. Sin embargo, dentro de los muros de la prisión enseñó ajedrez a miles de reclusos, escribió un libro y fue entrevistado a menudo. Su caso nos muestra que el ajedrez es más que un simple juego: es una herramienta para la rehabilitación y el crecimiento personal, incluso en una situación aparentemente incomprensible. Detrás de los muros, el ajedrez puede ser una fuente de resiliencia y superación personal».

¿Gol en propia puerta?

Las emotivas palabras de la vicepresidenta de la FIDE no han gustado a todo el mundo, sin embargo. En primer lugar, porque Bloodgood no solo tiene el apellido manchado de sangre. Lo más grave, sin embargo, es que la historia contada arriba no encaja bien con la realidad.

Dana Reizniece-Ozola, vicepresidenta de la FIDE, ha subido esta fotografía vestida de naranja, un color muy apropiado para presentar el Campeonato Intercontinental para Presos

Bloodgood ya jugaba al ajedrez antes de ingresar en la cárcel, aunque eso es lo de menos. Sí es cierto que fue un ávido jugador postal y se cuenta incluso que se enfrentó en varias ocasiones a Humphrey Bogart. También es verdad que escribió libros de ajedrez, como la serie ‘Chess Openings for Hustlers’.

Su vida fue problemática desde muy pronto y en los años sesenta fue detenido en numerosas ocasiones. En 1969, al salir de prisión, asesinó a su madre y arrojó su cuerpo a un pantano, crimen por el que fue condenado a muerte.

En 1974 se escapó con otro recluso-jugador-asesino, Lewis Capleaner, tras reducir a un guardia que los escoltaba a un torneo. Su escapada duró unas cuantas semanas y supuso la dimisión del director de prisiones de Virginia y el desmantelamiento del programa de Ajedrez Penitenciario del Estado. A él le prohibieron jugar por correspondencia.

Esquema piramidal para ganar Elo

Pero lo más destacado de la vida ajedrecística de Bloodgood en prisión fue que utilizó los pequeños fallos que tiene el sistema Elo para conseguir la segunda puntuación más alta de los Estados Unidos. Obviamente, no tenía la fuerza necesaria, pero se le ocurrió una especie de sistema piramidal para que otros reclusos consiguieran entrar en la lista Elo y, a partir de ahí, intercambiar los puntos como si fueran cigarrillos.

(Actualización: conviene aclarar aquí que hablamos de la lista Elo nacional de Estados Unidos, no la internacional).

Para subir su propia puntuación, a Bloodgood no le bastaba con ganar a los otros reclusos, porque como le pasa a Carlsen, a otra escala, cada vez es más difícil seguir ascendiendo si tus rivales no tienen la puntuación suficiente. Por eso, manipuló los resultados de las competiciones, de modo que determinados jugadores ganaban de forma sistemática para subir su Elo. Luego, él les ‘robaba’ esos puntos ficticios. Entre 1993 y 1999 jugó 3.174 partidas válidas para el Elo, de las que ganó el 91%.

Imagen del programa ‘Ajedrez para la libertad’. Foto: FIDE

Puede parecer poca cosa, pero pasito a pasito, en la lista americana de 1996 apareció con 2702 puntos, a sus 59 años, aunque su edad y su lugar de nacimiento (puede que México) nunca se supieron con certeza. Para que nos hagamos una idea, en la lista FIDE aquel desconocido se habría colado entre Anand y Topalov, sin haber jugado con un solo gran maestro. En Estados Unidos, solo Gata Kamski (otro que tiene un novelón) tenía más puntos que nuestro protagonista. Lo mejor de todo es que las normas de la Federación de Estados Unidos (ahora sumida en problemas), obligaban a invitarlo al campeonato nacional.

Si esto fuera una película, o el cuento de hadas que narra Reizniece-Ozola, Bloodgood habría participado e incluso conseguido un lugar de honor en el torneo. En la vida real, la Federación de Ajedrez se escaqueó (es lo suyo), modificó sus reglas para evitar que volviera a ocurrir algo así y el caso quedó enterrado, hasta hoy. Él mismo permanece bajo tierra desde agosto de 2001. Murió en el hospital de la cárcel de Powhatan (Richmond, Virginia) y dejó sin terminar su última partida, de la decimoquinta edición del Campeonato por Correspondencia de Estados Unidos.

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