Dos de los prodigios resultaron heridos y solo una partida terminó en tablas. En Madrid vencieron Fausti (a su amigo Pepe Cuenca), Julio Granda, Alan Pichot y David Lariño.
El Leyendas & Prodigios empezó ayer en Madrid con un duelo esperadísimo entre Faustino Oro y Pepe Cuenca, y con una combatividad digna de la edad de oro del torneo de Linares. Como si Rentero se hubiera reencarnado en el Divis. Cuatro victorias y unas únicas tablas animaron una primera jornada excelente. El primer asalto fue para las leyendas, aunque hubo alguna excepción notable y esperanzadora entre los jóvenes aspirantes a gran maestro.

En efecto, Faustino Oro superó a su ídolo, Pepe Cuenca, y puso la primera piedra en su empinado camino hacia el título de gran maestro. Con 11 años, el argentino es el más joven de los prodigios, pese a lo cual ya tiene un catálogo de recursos asombroso.
En su partida con el granadino, Oro parecía el veterano. Con negras, entró en un final prácticamente en la jugada 12, después de cambiar damas y de aceptar quedarse con un alfil más que sospechoso. Fausti, que seguramente conocía el terreno en el que se había adentrado, no se puso nervioso, mientras que Cuenca cada vez estaba más apurado de tiempo.

El alfil seguía castigado sin salir de casa, pero el resto de las piezas negras parecían tener un plan. La falta de ideas y de tiempo del blanco se confabularon para propiciar las imprecisiones, que Faustino aprovechó de forma ejemplar. Cuando pasaron el control, de repente tenía entre uno y dos peones de más, en un tablero cuántico en el que era difícil medir la posición al peso. El ingeniero es don Pepe, pero el chiquillo era quien llevaba las riendas, sin dar la menor esperanza a su amigo y rival.
Podemos ver la partida:
Macías-Schnaider, las únicas tablas

Otro que estuvo acertado fue el también argentino Ilan Schnaider, aunque su partida fue la única que terminó en tablas. El MI de 14 años se atrevió incluso a sacrificar un peón, con negras, contra Diego Macías, otro de los prodigios. El español sentía que su oponente tenía compensación y optó por la prudencia: poco después de la jugada 20, propuso de forma tácita unas tablas por repetición. Ilan, valiente, prefirió seguir jugando. Al final aceptó el empate, al ver que su posición tampoco era suficiente para ganar, pese a que se sentía con ventaja. Es buen resultado para los dos, pero sobre todo para el más joven, que tiene casi cien puntos Elo menos.
Julio Granda, una leyenda en forma

Otra de las partidas decisivas del primer día fue la victoria de Julio Granda contra Pedro Martínez. El GM peruano jugó una apertura poco ambiciosa y llegó a tener ligera desventaja, pero su claridad de ideas sigue siendo proverbial. Una escaramuza táctica en la que Martínez se desorientó le dio el punto a la leyenda. La partida fue breve:

Más trabajada fue la partida entre David Lariño y Omar Almeida, un duelo entre grandes maestros que se resolvió a favor del español. El Fo se enrocó largo y se lanzó a por el enroque negro, que parecía resistir mejor que la casa del primer cerdito. Pero el lobo gallego fue poniendo trampas en un tablero sin demasiado orden y en una de ellas cayó el jugador cubano, que no encontró la única jugada con la que salvaba su caballo y la partida.

Y nos queda por comentar el festival de Alan Pichot contra la matagigantes Lu Miaoyi. El hispanoargentino superó en el duelo teórico a la jovencísima maestra china, que solo cometió dos errores. El primero llegó en la jugada 21, suficiente para quedarse peor. El segundo fue definitivo, cuando tenía dos peones más pero demasiados boquetes que taponar. Deberá repasar mejor si quiere conseguir norma de GM en Madrid. Talento no le falta y le sobra valentía, así que todavía puedehacer un gran papel.

Y esto es todo lo ocurrido en la primera de las nueve rondas que veremos en el Leyendas & Prodigios, un torneo nacido de la iniciativa de David Martínez y Mariano Sigman, que ojalá copiaran las instituciones. El escenario es una preciosidad y las condiciones de juego eran perfectas, a lo que sumó la gran idea de incluir un confesionario.
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