Susa Buesa regresa de sus vacaciones con nuevas aventuras, de la mano de Yago Gallach. Este texto fue publicado primero en ‘Paterna al día’
Liuba Kristol y Susa Buesa se miraron. Empezaba a abrirse el cielo de Susa en comisaría (metafóricamente hablando).
—Sin entender el alcance de las posiciones que acabamos de ver, creo que voy comprendiendo un poco mejor adónde querías llevarnos cuando has explicado lo de la demostración por agotamiento —volvió a asentir Susa, traduciendo—. El alcance de todo lo que ha ido sucediendo, su cronología… Creo que, posiblemente, y entre otros procedimientos, podemos usar también la vía negativa: lo que no es y lo que no puede ser. Aporta información… Restando.
—Vale, jefa. Empiezo. No es animal o cosa —anotó Ladrador arremangándose la camisa, ufano.
—Ni menor, porque no tienen recorrido personal ni en el ajedrez ni en las fechorías —agregó Mordedor.
—En principio, compramos eso —aceptó Liuba—, pero cuidado con esa afirmación. ¿Qué más?
—Creo que haría falta un informe de todas las torres de Valencia. Torres, torreones. Ajedrecistas cuyo apellido sea Torre, Torres… —interrumpió Susa—. ¿Mordedor…?
—¿Jefa?
—Ya sabes…, quién hace qué y para cuándo.
—De acuerdo, ¿para cuándo lo quieres?
—Si puedo tenerlo esta tarde, mejor que mañana.
—Recibido.
—Sigamos lanzando hipótesis —les instó Liuba—, sigamos agotando.
—Podría gozar de una creatividad exuberante, en el plano ajedrecisticocriminalístico.
—Y en el supercalifragilístico —rebuznó un poco (metafóricamente hablando) Susa, reprendiendo con la mirada a Ladrador, aunque sólo mínimamente.
—O una creatividad ordinaria, la necesaria para ripiar camión con canción en una misma oración —sonrió de nuevo el agente Pedro, más ufano.
—Sembrado…
—O seguir las indicaciones de una inteligencia artificial.
—Hummmmm —resopló Susa Buesa—. Si abrimos esa puerta, el patrón, que debería existir o deberíamos buscarlo, se hará ininteligible e inrastreable, si me permitís el palabro.
—El perro en el barbecho ladra sin provecho —atajó Liuba—. No podemos cerrar esa puerta tampoco, aunque es poco probable.
—¿Y qué opinas tú? —le consultó Mordedor, casi con arrobo.
—En líneas generales —empezó a exponer Liuba, garabateando—, creo que no está o están usando posiciones que puedan verse fácil o casualmente a través de vídeos masivos o en las redes sociales. Verse y rastrearse, claro. Creo que está o están trazando líneas más complejas. El ajedrez es un ocho, un ocho tumbado, un infinito. Difícil de seguir, de abarcar, de atajar. Sobre todo si se ha construido a través de una herencia profunda, libresca, clásica. Ya sabes, la gente que no lee no se diferencia en nada de la que no sabe leer.
—Hmmm —volvió a resoplar Susa—. ¿Y cómo unimos toda tu herencia infinita del ajedrez con los dinosaurios?
Si has llegado hasta aquí, apenas te costará unos segundos más suscribirte a Damas y Reyes, con lo que ayudas a que esta página siga siendo gratuita, no tenga publicidad invasiva y esté actualizada con frecuencia.