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Yago Gallach estrena el año con una nueva entrada de Susa Buesa, hoy con una dedicatoria muy especial, a Concha San Juan Pedraza. El texto fue publicado antes en ‘Paterna al día’
Nos habíamos dejado a la gran Liuba y a sus invitados (los ya famosos Susa Buesa, Pedro Ladrador, Paco Mordedor y Paula, la guía de Alpuente) sentados a la mesa, como concertistas, comiendo en una sinfonía de cucharas y alubias en platos hondos (verdadera melodía para los estómagos). Restituida, Susa no había ni dejado la cuchara cuando empezó a abordar a Liuba:
—Bueno, Liuba, ¿qué te parece el c4s0?
—Hmmm.
—Demasiado creativo, ¿no crees? —apostilló Ladrador.
—Tal vez demasiado prematuro para saberlo. Hmmm. Si todo siempre quiere significar algo, quizás se ha o han estrechado muchos límites. Hmmm. Habría que buscar opciones, alternativas, candidatas —y con una sonrisita concluyó—, como en ajedrez. Hmmm. Las personas se conducen guiadas por costumbre, no por metafísica. Y no creo que se vaya o vayan a exponer más de necesario. Riesgos calculados, sí.
—El maestro Yoda parece —le bisbiseó Ladrador a Mordedor.
—¿Te refieres? —Paula estaba tremendamente interesada.
—Hmmm, ciertos ‘ataques’ son complicados con una sola pieza. Habría que estar dentro, o ser excelentes, para sacar astrágalo sin dejar rastro aparentemente, por ejemplo.
—¿Y sobre las opciones y los límites? —preguntó Susa, encauzando de nuevo la conversación.
—Hmmm, HUYO HOY, 210, dos, uno, cero, cuenta atrás, o salto de caballo desde o hasta el cero, el origen…
—¿Salto de caballo? —preguntó abiertamente Ladrador.
—Dos casillas en una dirección, otra casilla en 90 grados.
—¿El origen de la historia, de la prehistoria, del caso? —acotó Mordedor.
—Alubias están haciendo efectos, veo. Bien. Me alegro. Hmmm. En ajedrez, muchas veces tenemos tentación de querer ver muy lejos cuando es mucho más arriesgado no ver más opciones, sobre todo al principio. Amplitud contra profundidad, ley de los rendimientos decrecientes…
Ladrador trató de interrumpir de nuevo a Liuba con otra duda, pero Susa lo contuvo con un gesto, al menos por un momento, para que la excampeona mundial no cortase el hilo de sus pensamientos. No obstante, la puntada se quedó en el aire.
—¿Un té? —se interrumpió.
Susa asintió, y mientras su anfitriona volvía a los fogones para calentar el agua, aprovechó el tiempo de silencio para intentar aterrizar todo lo que Liuba había querido decir. Pero, una vez más, no llegó a ordenar sus pensamientos: el teléfono se puso a zumbar:
—¿Aló?
—¿Susa Buesa?
Y mientras escuchaba a las autoridades, aprovechó para extenderle una tarjeta.
—Nos quedamos sin té, Liuba, salimos. Cualquier cosa que se te ocurra, ya sabes, me llamas, me escribes, lo que sea. Encantados de conocerte. Y gracias por la ayuda.
—¡Y las alubias!
Esta entrada se la dedico (en general) al maravilloso grupo de Estimulación cognitiva a través del ajedrez de L’Eliana y (en particular) a Concha San Juan Pedraza, quien empezó a disfrutar del ajedrez con nosotros. Concha falleció el 21 de diciembre, cuatro días después de nuestras últimas risas en clase (ese día tocaba jugar al jajajá [sí, el tercer jaque gana], pero acabamos repasando todo lo que habían aprendido desde septiembre, que no es poco).
Como alumna, Concha fue siempre excepcional, siempre sonrisa en rostro, siempre implicada en el aprendizaje, atenta y dispuesta al reto, el arte, la cultura y la magia que plantea el ajedrez como juego cuando lo empiezas a conocer, y a la belleza intelectual que descubres cuando te dejas mecer por él.
Como me gusta recordarles en clase a menudo, como seres, como especie: «No dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar». Por eso sé que Concha se fue joven y chisporroteante; y por eso donó su cuerpo a la ciencia. Espero que la ciencia encuentre en ella gran parte de su sabiduría.
De hecho, recuerdo el día en que nos comentó que cuando jugamos a la ciega lo que hacemos es colegir… Y no nos quería corregir («Podemos ver el futuro», había dicho poco antes Paco, compañero de clase, con su mordaz ironía), quiero suponer que le gustaba ese verbo en particular porque le evocaba al colegio, como maestra de escuela que fue en L’Eliana. Claro, no hay que desdeñar el poder de los parecidos acústicos. Menos cuando sazonamos nuestras palabras con un toque de humor.
Por esto mismo y mucho más, gracias, Concha, me siento muy honrado de haber compartido espacio, tiempo y humor contigo. La risa es el camino más corto entre dos personas. Y si la risa falla, el ajedrez es el camino más corto que existe. A veces una cosa lleva a la otra.
Gracias de nuevo por haber compartido con nosotros ajedrez y risas.
Yago Gallach Pérez nació un 23 de mayo, como Anatoli Kárpov, pero con una notable diferencia en años, títulos y Elo. Bueno, y que Yago nació en un cálido y festivo domingo y el gran Tolia en un frío y calculador miércoles. Casi 12 Olimpiadas después (en nada nos quedará París), Yago ha pasado de ser un simple peoncito a un enamorado de nuestro juego que trata de transmitir toda la pasión que puede en sus clases, con el permiso de niños y niñas, claro. Siempre bajo la consigna del humor, que, como le decía su abuela entre risas, es el camino más corto entre dos personas. Actualmente trabaja en la Asociación Valenciana de Ajedrez Educativo e Inclusivo.
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