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Juan Campos, cuyo Caballero del Antifaz es anterior a Rey Enigma (en 2012 ya escribí sobre él), nos envía esta crónica de su quinta incursión ajedrecística en el Camino de Santiago, a su paso por Hospital de Órbigo (León)
He vuelto a las justas del Passo Honroso de Hospital de Órbigo para intentar emular al ajedrez al valeroso Don Suero de Quiñones y sus casi doscientas lanzas «rompidas» para librarse de su prisión de amor por doña Leonor de Tovar.
Era el quinto año, aunque no consecutivo, en que colocaba el cartel que reza: «Desafía al ajedrez al Caballero del Antifaz». Los niños y alguna niña son quienes más se atreven a probar suerte. Los adultos parecen temer los sarcasmos de alguna pareja burlona. Algunos rivales lucen sus galas medievales lo que rima muy bien con el juego.
Para dramatizar, comento a veces que al perdedor se le decapitará, salvo en el caso de menores, en el que será la cabeza del padre la que rodará. Hace años una encantadora niña al oírlo comentó: «¡Para lo que se iba a perder!», con el padre presente. El sábado 7, otro niño, deseoso de proteger a sus padres, exclamó: «¡A mí tía, a mí tía!», entre las risas de la nombrada, también espectadora.
Los rivales varían mucho en su nivel de juego, pero algunos niños muestran ya una excelente preparación. Quién más me impresionó fue una niña de seis años que manejó a la perfección toda la estrategia hasta bien entrada la partida. La felicité tras derrotarla y le dije que me avisara cuando ganase el campeonato de España.
Candidatos a maestro enmasacarados
Un adulto reticente me dice que quedó segundo en un torneo pero que lleva veinte años sin jugar. Su pareja lo empuja a jugar y, cuando llevo una cómoda ventaja de peones, cometo un error que me obliga a cambiar mi dama por torre y caballo. Me veo perdiendo, pero logro colar un doble de caballo y salvar la honrilla. Claro que la honrilla la tenía maltrecha desde mi segundo rival. Comencé jugando casi al toque, confiado en que fuese otro principiante, pero ya en el medio juego me di cuenta de que sabía más que yo. Me ganó, y también la revancha. ¡Resultó que había tenido un ELO de más de 2400 y casi había hecho norma de MI!
También jugué con un peregrino joven angloparlante al que su compañera aguijoneó sin piedad por perder con su primer rival de carne y hueso y solo ganar online durante el Camino. No faltó a la cita Francisco, un veterano local al que he ganado otros años y que, tras nuevas derrotas„ me ruega que el año próximo le deje ganar.
No falta quien me intenta dar dinero por permitirle jugar y tengo que explicarle que mi acuerdo con la empresa organizadora implica que no haya una actividad comercial de ningún tipo. A pesar de mis protestas, otro insiste en dejarme unas monedas para una caña, a pesar de haber sido derrotado.
Este año, he tenido la suerte de ser acompañado por tres damas de honor que, al no tener ningún interés por el ajedrez, han disfrutado de las justas y de las visitas a las cercanas Astorga y León. Nunca fuera caballero de damas tan bien servido…
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