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«Ahora los mejores entrenadores son youtubers, lo cual está destrozando el ajedrez»

Salgado Bakú Llada

Salgado, en la Olimpiada de Bakú, fotografiado por David Llada

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Iván Salgado (parte II): «Las redes sociales son veneno para los jóvenes»

El ajedrecista gallego, GM desde los 16 años, habla sobre las trampas, los sacrificios, los youtubers, la falta de ayudas de calidad en España y su trabajo como entrenador de la selección femenina

La primera entrega de la entrevista con Iván Salgado ha tenido muy buena acogida, lo que me anima a publicar ya la segunda mitad y a preparar otras de similar calado, si otros se dejan. Después de hablar del paternalismo con el que suele tratarse a las ajedrecistas, que lastra sus resultados, el gran maestro gallego sigue aportando ideas interesantes, propias y frescas, como escribía un amable lector. Lo difícil con él es elegir un solo titular.

Salgado tuvo un Elo máximo de 2662, con 25 años. Siete después, a una edad a la que todavía debería estar subiendo, su vida deportiva ha cambiado de forma profunda. Su principal trabajo es entrenar a otros y dirigir la academia Chess Excelsior. La pandemia influyó, pero también la falta de apoyos en España y lo caro que es tener entrenadores de nivel. «Trabajo con jugadores de la élite y no me podría permitir pagar lo que yo cobro por ayudar a otros», es su dramático resumen.  

—¿Qué te faltó para llegar más alto?

—Es muy gracioso, porque hablé con mi padre hace unos días y me decía que si nosotros hubiéramos tenido las facilidades de hoy para recibir clases yo habría llegado a 2700 puntos Elo seguro. Hasta los 11 o 12 años no empecé a trabajar con ordenadores. Tampoco iba a colegios especializados, para poder compaginar ajedrez y estudios. Es verdad que podía faltar a clase, pero tenía que hacer mis exámenes como todos, sin beneficios. Llegaba del torneo y me pegaba 8 o 10 horas cada día para sacarlo adelante. 

«Un entrenador de élite te cuesta más de lo que ganas como jugador. Es insostenible, salvo que tengas apoyo»

Iván Salgado

—Pero sí estuviste en el colegio Marcote.

—Solo un año, que fue clave. Pude meterle más tiempo al ajedrez. Ayudaba si estudiabas bien. Allí tenía tres horas de estudio: una por la mañana, antes de las clases, otra después de las clases y la última por la noche. Con tres horas saqué todo dieces. El siguiente semestre solo podía ir dos horas y luego una. Aprendes a optimizar el tiempo. Es una gran ventaja tener tanto tiempo para el ajedrez.

—También tuviste entrenadores particulares.

—Cuando estaba en Orense, con 2300 puntos, daba clases en Mondariz con Hoffman. Mi padre me llevaba. Era una hora en coche y otra de vuelta. Y con Jesús de la Villa daba clases por teléfono, con un tablero delante. Hubo un día que a mi abuelo le llamaron de Argentina y se acabó la clase, porque solo teníamos una línea. Comparas eso con la situación de Caruana, Nepo, Carlsen… y ves que las condiciones son diferentes. Marcote ya no es igual y las instituciones en España siguen sin ninguna mejoría. Si sale alguien es con un sacrificio personal brutal. No tiene pinta de que vaya a cambiar. 

Ivan Salgado, en una imagen promocional de su academia, Chess Excelsior

—No sería fácil vivir fuera de casa.

—Con 12 años, pasar un año fuera es duro. Una parte de mí quería volver. Lo decidí yo las dos veces, primero ir y luego volver. No lo puedo explicar muy bien. Vale, fue increíble. Ese año me dio la ventaja competitiva para ser mejor que el resto de mi generación. Un año con David Lariño en la misma habitación, en su mejor época, me ayudó a ver el ajedrez de otra forma. Pero decidí que era tiempo de volver y después Mondariz empezó a invertir menos en ajedrez. Tal vez fue una buena decisión. Mi progreso hasta los 18 fue bastante bueno. No el mismo que Caruana y Nepo, pero no estaba muy lejos de él. Cuando Nepo tenía 2620 yo estaba en 2570 y luego incluso me acerqué. 

—La Federación Española ofrece ayudas de tecnificación.

—Pero no están pensadas para la élite. Debería haber un programa para ser de los mejores del mundo, pero no existe. La tecnificación no es un plan de élite. No hay presupuesto. Tampoco tenemos a los formadores, ni los traemos. Pese a todo, tenemos a algunos de los mejores, como Jesús de la Villa, pero las personas son limitadas. No pueden abarcarlo todo. Yo con 18 o 19 años tuve suerte y conseguí una beca de 10.000 euros de la Diputación de Orense, para gastar en entrenadores. Con ese dinero pagué a Marc Narciso, a Ubilava… 

—¿Qué te faltó para seguir progresando?

—Una razón por la que no pude trabajar más tiempo en buenas condiciones es que un entrenador de élite te cuesta más de lo que ganas como jugador. Es insostenible, salvo que tengas apoyo. Nepo tiene desde hace años al mismo entrenador. Eso en España no nos lo podemos permitir. Vallejo, Antón, Jaime Santos y yo nos lo costeamos. Otro problema es que ahora mismo los mejores entrenadores son youtubers, lo cual está destrozando el ajedrez. No puede ser que David Martínez no esté entrenando a tiempo completo, pero no es rentable. Luis Fernández Siles también es increíble explicando. Al final, llevamos a las mejores personas al campo del entretenimiento y los resultados se ven. España a nivel europeo o mundial cada vez es peor. 

—¿Estarías a tiempo de llegar a 2700 o ya no compensa?

—Como entrenador gano más, con diferencia. Y está lo que dejas de pagar porque ya no juegas. Podría llegar, pero necesitaría un entrenador y tiempo. No hay ninguna garantía, pero con 32 años y hasta los 40 se puede mejorar. Gelfand lo hizo entre los 40 y los 50. Pero no lo puedo pagar. Trabajo con jugadores de la élite y no me podría permitir pagar lo que yo cobro por ayudar a otros. Muchos entrenadores se pasan al entretenimiento porque es mucho más fácil que preparar una clase de una hora, que a veces me lleva seis. Nadie quiere pagar ese precio en tiempo para que sea la clase exacta que necesita un jugador o un grupo. Es más fácil grabar comentarios sobre lo que juegan otros y decir historietas, pero lo más cómodo no es lo mejor a largo plazo. Intento nadar a contracorriente y no me importa. Me gusta el ajedrez de verdad. 

Iván Salgado, rodeado de algunos de los mejores jugadores españoles, como Ana Matnadze, Paco Vallejo y David Antón. Foto: Federico Marín

—Haces muchos vídeos, pero no entretenimiento.

—No consumo entretenimiento ni lo genero, aunque tengo vídeos en YouTube, entrenando y explicando cómo pienso. Enseño formas de pensar y a tomar decisiones. Hay mucha gente a la que le gustaría consumir eso y no sabe que existe porque en YouTube te salen gatos haciendo el mono o gilipolleces. Cuando buscas ajedrez, te sale cómo ganar en x tiempo… Hay tanta mierda que no saben dónde encontrar lo bueno. 

—Cuando eras niño o más joven, ¿se hizo tan duro en algún momento que pensaste en dejarlo?

—Hay momentos en los que te viene a la cabeza. Es algo común, pero gracias al ajedrez he aprendido a gestionarlo mejor. La frustración se ve como algo malo, pero yo la veo como una ayuda para hacer un camino. No nos frustremos nunca y no consigamos nada. Ahora tengo una empresa y cada día consiste en pegarme golpes con la cabeza contra una pared. De cada diez golpes, hay uno que funciona. Queremos formar a los más jóvenes a tener recursos en el mundo real. Si no aprenden a levantarse, tendremos niños neuróticos que se pondrán a llorar cada vez que las cosas no salgan como quieren. 

«Yo a mis alumnos les prohibí tener TikTok. Un niño no debería tener un móvil hasta los 13 años»

Iván Salgado

—Otro sacrificio del que no se habla es la posibilidad de perder amigos.

—Las relaciones que estableces en el ajedrez son distintas. Esto se lo digo a la gente cuando decide mejorar. Cada peldaño que mejoras, te vas alejando del mundo. Tu entorno se hace más pequeño, porque si quieres dedicarte a algo tan difícil te tienes que rodear de los mejores. Al final eres la media de las cinco personas con las que pasas tu día. Te haces GM y tienes amigos de 2100 o funcionarios; a lo mejor no es el ambiente que necesitas para seguir mejorando. Hay personas que eso no lo quieren aceptar. Yo mantengo amigos de la infancia, pero las personas más cercanas han ido cambiando. 

—Y están las redes sociales, de las que alerta Ramesh.

A mis alumnos les prohibí tener TikTok. El remedio es muy fácil: se acabaron las redes sociales. Se sabe desde el punto de vista científico que usan algoritmos para provocar una reacción en los receptores de dopamina y que los jóvenes se enganchen. Escribí sobre eso en Facebook y no le aparecía a nadie. Facebook hizo todo lo posible para que nadie lo viera. Las redes sociales son veneno para los jóvenes. Un niño no debería tener un móvil hasta los 13 años. Los países escandinavos están volviendo al papel. Es superimportante. 

—¿Se aprende ajedrez con la misma calidad en una pantalla?

—Eso es muy interesante. Yo trabajo mejor en ordenador que en el tablero, pero tiene que ver con que tengo muy poco tiempo y que ya he trabajado muchas horas con tableros. Es difícil. Otra cuestión es que casi nadie sabe usar de manera óptima las herramientas online. En una hora online puedo enseñar más que en vivo, aunque igual no de la misma calidad. Y si luego doy los recursos necesarios para que aprenden por su cuenta, será una experiencia muy buena. Pero no estoy convencido al cien por cien. El papel es fundamental, pero cuando usemos las pantallas de forma correcta a lo mejor no hay problemas en estudiar así. 

—¿Qué opinas del problema de las trampas?

—No se puede hacer nada. Hace tiempo, Chess.com tomó su decisión y no se puede luchar. Habría sido muy difícil decidir cómo hacerlo. Podían haber puesto una restricción tremenda y cargarse a la gente que ha hecho trampas. Ahora los echan, pero luego vuelven a jugar. Es verdad que hay un vacío legal. ¿Cómo demuestras que alguien ha hecho trampas desde un punto de vista legal? No es posible al cien por cien, directamente. A no ser que lo pilles in fraganti, como en el caso Feller, no puedes demostrarlo. La única solución es poner penas altísimas de no volver al ajedrez. Si alguien hace trampas online, solo si es menor le daría otra oportunidad, con un aviso. Si eres mayor, no puedes volver a jugar en tu vida. Si te pillan, se acabó.

—¿En el caso concreto de Niemann?

—Las demostradas, está claro que las hizo, y las que no se han podido demostrar, mi opinión personal es que creo que también. He visto bastante ajedrez y hay partidas en vivo que son claras. Esos cambios de nivel entre partidas malísimas y de campeón del mundo no los ves en otras personas. A lo mejor es un genio, pero justo después bajó 50 puntos. También está claro que es un jugador muy fuerte, pero otra cosa es el nivel Dios. En ajedrez online no se puede hacer nada. Hay que replanteárselo. Cuando juego por internet es increíble el nivel de la gente. Contra jugadores de 2600 hay igualdad, pero luego hay maestros FIDE con un nivel que parece una broma. No lo puedes demostrar, pero pasa muchas veces. 

—El futuro da miedo, incluso en vivo.

—Hay implantes de mini-auriculares en la piel, pero hay muchas formas para saber si se usan aparatos electrónicos. Tienes que poner las medidas y tener un sistema anti-trampas muy fuerte. Y luego, no lo vas a demostrar al cien por cien. Hace falta un ojo experto. En la sociedad tenemos jueces que a veces deciden cuando tampoco está claro, teniendo en cuenta todas las circunstancias, y en ajedrez no se puede. Debería haber un juez que entienda de ajedrez y decida.

«Las personas de 70 años o más que intentan mejorar son algo increíble»

Iván Salgado

—Háblanos de Chess Excelsior.

—Seguimos creciendo, a pesar de estar en uno de los peores momentos económicos y de sufrir una competencia desleal de academias que se rigen bajo las normas del comercio online. Hay condiciones, términos de servicio y gestión de datos que muy pocos cumplen, pero se montan su academia y ponen precios más bajos. Los ajedrecistas nos pisamos unos a otros. Nos ponemos condiciones no dignas y afecta a todos. Yo puedo trabajar con quien quiera, proque muchos me buscan, pero otros no tienen esa posibilidad.

—Creo que tienes muchos alumnos mayores, incluso de la tercera edad.

—Tenemos muchos alumnos de más de 40 años, y también de 65 y 70. Y por supuesto, tenemos alumnos jóvenes, como uno de 14 que quedó campeón de España. Eso sí, hay menos chicas. Las personas de 70 años o más que intentan mejorar son algo increíble. No solamente disfrutan el camino. Al mismo tiempo, ayudan al cerebro, porque son capaces de generar nuevas conexiones neuronales. Además, les ayudamos a entrar en el mundo de la tecnología. No es lo mismo que tener un profesor particular, pero todos los materiales son de calidad. Yo lo reviso todo y ya hemos tenido resultados. Tenemos el caso de un joven que solo estudia ajedrez a través de la academia. No está con nadie más y ha superado a varios de su edad que trabajan en todos los planes que existen. Algo hacemos bien.

La foto de arriba, de David Llada, es de la Olimpiada de Bakú

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