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Con la Eurocopa a punto de terminar, es el momento ideal para presentaros uno de los juegos adaptados por Yago Gallach, Futboldrez. Él mismo explica en qué consiste
El objetivo es el ‘goal’. Y el gol, el objetivo. Pero no nos confundamos. El rey no es el portero. No ataja los jaques. No tiene que hacerlo. Debe huir de ellos. Claro, es la portería. Una móvil, temblorosa, huidiza, aventurera, juguetona. Hasta ahí las diferencias.
En el fútbol (al igual que en otros muchos deportes), los juegos forman parte integral de los entrenamientos técnicos y tácticos (con independencia de la edad con la que se entrene), y de la preparación física y mental, tanto antes como durante la temporada.
Es cierto que para rendir bien (mejor) en una disciplina como el ajedrez debemos estar en forma en el eje físico-intelectual, y de ahí que incluyamos actividad física frecuente como parte natural de nuestro entrenamiento como ajedrecistas.
El ejercicio nos hace mejores. Y el buen descanso, la buena alimentación y la buena compañía.
Aunque también debería ser verdad que el ajedrez puede aportar mucho a otros deportes. Por ejemplo, en el fútbol, sobre todo en etapas tempranas, ¿se están asegurando los cuerpos técnicos de estar proporcionando —de forma metódica, continua, estructurada y progresiva— suficiente juego, suficiente trabajo mental y suficiente explicación técnica?
Y pondré un ejemplo.
Ni al ajedrez se gana a los jaques; ni al fútbol, a los pases.
Eso lo sabe todo el mundo, y hay quienes lo aprenden ‘gracias‘ a Rusia o Marruecos (dos lecciones —o la misma— en cuatro años).
Vale, cosas de la vida, pero como no es lo mismo entender una idea que vivirla, podemos plantear entornos más pedagógicos y bastante menos dolorosos.
¿Cuántas veces hemos visto esta posición en alguna clase? Y ni siendo (o habiendo jugado) mejor (por algo se ha llegado a este punto), ni llevando ventaja, se ha conseguido marcar gol.
Darse de bruces aquí abre la mente.
A la segunda, se empieza a jugar con cierto propósito: arrinconar al rey y lanzar el balón definitivo, el que mata la partida y mete el gol.
Y, de repente, la mayoría quiere mejorar su técnica básica.
—Profe, sé que tengo ventaja, pero no puedo ganar.
Claro, o no arrinconan bien (el equipo rival va moviendo la portería: ¡se podrá estar quieta!) o ahogan (como no están en fase de grupos, ni van a los penaltis). Y la ventaja y el hecho de ser (o estar) mejor, se desvanece. Y duele. Pero sin consecuencias deportivas (dramáticas).
Y sí, el ejemplo es muy sencillo… al España-Rusia me remito. Más de mil jaques y a casa.
¿Queremos la portería fija? ¡¡Tenemos el futboldrez!!
Hace aproximadamente un año, Rubén Gavilán (de Escola Peons) nos enseñó a jugar a lo que él bautizó como chessoccer (el juego de las consonantes) y que nosotros hemos terminado rebautizando como futboldrez después de tres o cuatro esguinces de lengua que nos dejaron en el banquillo casi una temporada entera (si te has fijado, tres vocales y siete consonantes en ambos casos, de modo que parece que tampoco lo hemos mejorado demasiado).
Sé que el chessoccer es más completo (y complejo), pues incluye faltas (qué alfil no quiere segar al rival), penas máximas, etcétera, aunque voy a dar la variante de juego que he empleado con mucho disfrute en mis clases, sobre todo con peques o en salud mental.
Todo se reduce a lo siguiente:
2 equipos de 1 torre, 2 alfiles, 1 caballo.
1 balón (un tapón, una nuez…).
Cada equipo se distribuye libremente en su campo antes del saque inicial.
En cada turno de juego, cada equipo mueve tres de sus cuatro futbolistas (puede haber pases de balón o no).
Cada jugador/a pasa según su movimiento.
Desde el círculo central, el primer pase se hace obligatoriamente hacia atrás.
En el tiempo establecido, gana quien mete más goles (también es normal no usar reloj, y se puede jugar al mejor de 5 goles).
El futboldrez puede parecer trivial —sobre todo a ajedrecistas 100% algodón—, pero no lo es tanto. Además de que es muy divertido (y esto ya aporta muchísimo en sí mismo), en clase enseguida empiezan a calcular al menos seis jugadas (mis tres desplazamientos más los tres rivales) cuando antes veían solamente una (dos a lo sumo) y a coordinar las piezas (para darse opciones de pase, abrir líneas, cerrarlas, restar opciones contrarias…). Vale. Anticipación, cálculo, lucha por el espacio, distribución de piezas, qué puede hacer (o quiere hacer) el equipo enemigo…
Es posible que, gracias al futboldrez, y de manera muy natural, se estén integrando facetas de inteligencia emocional y de pensamiento preventivo y flexible (las piezas mueven igual, pero buscan objetivos diferentes).
Imágenes tomadas en el Centro de Rehabilitación de Salud Mental Valentín Hernández de Paterna.