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¿Cuál es la jugada más bonita del mundo?

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 23 segundos

Yago Gallach aborda hoy una reflexión profunda, que surgió por la pregunta de un alumno. O alumna, que no recuerda bien.

Dedicado a Valentín y Rebeca, aprendices de todo (renacentistas en esencia)


La pregunta surgió durante una clase, de forma genuina, por puro interés. Creo que fue Valentín, aunque puede que viniese de Rebeca. Hace años y lo(s) recuerdo vívidamente, pero no sé quién me formuló la cuestión.

—¿Cuál es la jugada más bonita del ajedrez?

Casi siempre es más fácil preguntar que responder, ¿no?

Además de la pulsión humana del más, la más, el mayor, el menor, el mejor…, que a veces me produce un rato de sonrisa (porque parece una obsesión transversal a todas las disciplinas: el animal más rápido; la planta más alta; la palabra más larga, el mayor planeta del sistema solar; la partícula de menor tamaño conocida; la mejor composición musical; el 1 de enero, la mejor comida del año…), no sé si porque seguimos siendo protagóricos y no nos queremos dar cuenta («El ser humano es la medida de todas las cosas»; matizaría que cada ser humano es la medida de todas las cosas) o porque necesitamos un sistema de referencia interno para comprender (y comprendernos), para poder comparar (y ajustar y calibrar), la cuestión en sí me pareció muy, muy compleja. Abismal. Infinita. Me dejó con palabras, pero aovilladas. Sólo pude salir del paso como pude.

—No lo sé, pero lo vamos a averiguar. Bueno, no lo vamos a averiguar. Veremos qué es lo más bonito para cada uno de nosotros.

Galeria de combinaciones

Seguí la clase como si nada (hasta que acabó). En casa llegó la pulsión. Lo primero que me vino a la mente fue recurrir a El arte del ajedrez (de Cámara), revisar mis libros de arte, y los de historia del arte. Me entretuve (y disfruté un buen rato).

Poco a poco fui configurándome una suerte de ejercicio. Porque a cada persona le conmueve (y le mueve) algo diferente (creo). Dadas esas diferencias (preferencias) resulta casi imposible saber qué es lo más bello desde un punto de vista objetivo. Si la objetividad es viable, algo que también desconozco. 

Al final, configuré un algoritmo de valoración en el que también tenía cabida el contexto. En algún momento de mi fase de búsqueda recordé a mi profesora de Vanguardias y su reflexión sobre el Guernica y todo el escenario que hizo posible ese óleo. Sobre cómo las circunstancias en que se creó aportaban importancia y valor a la obra. 

En lo ajedrecístico, por descontado, tuve que buscar posiciones y prepararlas. La idea era llevar una posición al mes. Ponerla en un buen juego de madera, narrar todo el envoltorio, presentar la contienda y sus contendientes. Y dejarlos pensar para que tratasen de digerir la posición por sus medios. Darles espacio para que la explicaran en voz alta. Luego, verla entre todos y paladearla. Con comentarios y sin ellos. Adelante y atrás.

Finalmente, valorarla y puntuarla. Posteriormente, mantener una puesta en común y debatirla.

Galeria de combinaciones 01
Los espacios vacíos estaban pensados para dar cabida a aspectos que se me hubiesen pasado por alto y que fuesen relevantes para ellos

Qué aspectos nos habían gustado más, a cuáles no les habíamos prestado atención. Preguntarnos qué era más importante para cada uno de nosotros. Aprender del resto (entender sus ojos). Y de nosotros (y los nuestros). En breve seguiré tirando de este hilo.

Cada hoja tenía un sistema de valoración doble. La idea era ir recorriendo posiciones una a una, paso a paso, mes a mes, que fueran creciendo con ellas. Y, al acabar el curso, repasarlas todas juntas y volverlas a disfrutar y valorar (con ojos nuevos, con más sabiduría, con más bagaje, con más alcance). También quería que viésemos cómo va variando nuestro sentido del gusto, cómo aprendemos a descubrir matices, cómo podemos refinarnos y cómo podemos apreciar diferentes bellezas. 

Para mí, lo de menos es qué posición ganaba (en lo personal y en lo grupal), quería abrir (sigo tirando del hilo) con el ajedrez una rendija para el autoconocimiento y el autodescubrimiento. Y creo que es importante crear espacios y caminos que se puedan transitar para llegar a ese conocerse mejor.


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