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‘Bright Minds’ (‘Astrid et Raphaëlle’) está disponible en España en varias plataformas. En el quinto capítulo de la cuarta temporada, un ajedrecista rencoroso intenta asesinar a cuatro rivales
Se suele decir que la realidad supera a la ficción, pero en este caso los guionistas lo pensaron primero. Quién sabe si Amina Abakarova, ajedrecista rusa detenida por envenenar a una rival, vio uno de los capítulos de la serie de televisión francesa ‘Astrid et Raphaëlle’. En uno de sus capítulos, un jugador resentido intenta asesinar a cuatro antiguos oponentes. A uno de ellos lo despacha envenenando una de sus piezas en un torneo, supuestamente el Candidatos, aunque en los aspectos técnicos esta producción no es demasiado rigurosa.
La serie se puede ver en España en el canal Cosmo (en varias plataformas) y en Atresplayer. En otros territorios está disponible en Apple TV. En general, ha tenido cierto éxito internacional y no es difícil encontrarla, aunque se suele emitir con el título en inglés, ‘Bright Minds’. Es absurdo que en nuestro país no se traduzca al español o dejen el original, pero esa es otra historia. El episodio en cuestión es el quinto de la cuarta temporada y se titula ‘El sacrificio del alfil’.
‘Brigh Minds’, una serie discreta
Debo añadir que conocí la serie y su ‘conexión rusa’ gracias al periodista alemán Stefan Löffler. Os recomiendo que sigáis su página, ChessTech. El episodio ‘inspirador’, por otro lado, parece una buena muestra de lo que puede ofrecer ‘Bright Minds’: lo mejor que se puede decir es que es muy fácil de ver, porque no requiere el menor esfuerzo intelectual, pese a que sus tramas puedan sugerir lo contrario.
En el aspecto ajedrecístico, los disparates son continuos. Supuestamente, el primer crimen se comete en el torneo de Candidatos, aunque a primera vista parece un abierto con numerosos participantes. Esto no queda demasiado claro, pero luego cuentan que el árbitro sortea el color de las piezas al principio de cada partida. Lo hace a cara o cruz, con una moneda de la suerte que guarda desde hace 15 años. El premio «para el campeón del mundo» (¿no era el Candidatos?) es de un millón.
Otra faceta divertida es lo que se cuenta sobre las trampas en el ajedrez, que podría ser otro disparate o una nueva anticipación de la realidad. A Magnus Carlsen le gustará verlo, porque uno de los jugadores hace trampas con ayuda de un reloj analógico. Uno de los personajes dice que nadie se arriesgaría a algo así, porque supondría varios años de castigo: «Ningún tramposo ha podido remontar después de una sanción», asegura.
Por el lado televisivo, la serie no es mucho mejor. El guion es explicativo en exceso y el personaje principal, una joven autista que ayuda a la Policía, es una ensalada de tópicos. Eso sí, todo transcurre a gran velocidad, para que podamos ver en menos de una hora varios crímenes y su posterior resolución.
Si al lector le gusta la buena ficción, en mi opinión esta es como mínimo dudosa, aunque los guionistas tienen cierta voluntad y se documentan en aspectos secundarios: tienen su importancia las piezas Staunton y el trabajo del diseñador Nathaniel Cooke. Eso sí, cuando los investigadores tienen que buscar partidas jugadas con una serie de movimientos, no se les ocurre consultar en las bases de datos y lo hacen rebuscando en revistas y planillas de un coleccionista.
La imagen de arriba corresponde al capítulo ‘El sacrificio del alfil’, de la serie francés ‘Astrid et Raphaëlle’, emitida en España y otros países como ‘Brigh Minds’
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