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Hasta la vista, Manolo Guerra

Manolo Guerra, cuando tenía 90 años. Foto: FMB / Damas y Reyes

Manolo Guerra, cuando tenía 90 años. Foto: FMB / Damas y Reyes

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Muere a los 97 años el ajedrecista cántabro, campeón de Vizcaya en los 60 y verdugo de Kramnik en los 90, fundador del Club de Alcobendas

Manuel Guerra Arnáez (Santander, 1926) ha fallecido este sábado a los 97 años en Santa Cruz de Tenerife, donde residía con una de sus hijas desde hace años. Los miembros del Club de Ajedrez Alcobendas, que fundó en 1975 junto con Paco Cebolla (fallecido hace años), hemos conocido la triste noticia de nuestro querido capitán. En los años sesenta, Manolo fue campeón absoluto individual y por equipos de Vizcaya. Un día menos lejano, en 1993, derrotó a Vladimir Kramnik en una partida rápida, sin incrementos de tiempo y sin levantar la menor sospecha.

«Hay algo que no suelo añadir y es que luego Kramnik jugó unas simultáneas y me ganó», confesó en 2017, cuando la Federación Madrileña le rindió un merecido homenaje por haber cumplido 90 años sin colgar los peones. Ese día me contó su vida y algunos milagros, que escribí para el blog Jugar con Cabeza, en ABC. Otra de sus víctimas ilustres fue la campeona de España Pepita Ferrer, a la que venció en el campeonato de Vizcaya que ganó. Con quien no pudo es contra Arturo Pomar, en una sesión de simultáneas.

Esta partida de Manolo Guerra la ganó Kramnik, que daba una sesión de simultáneas, pero antes el jugador más veterano se había impuesto al ruso en una rápida

Guerra vivió la guerra, por supuesto, y cuando tenía 13 años sufrió el encarcelamiento de su padre «por una cosa política». La buena gente saca partido a las peores situaciones y aquel hombre aprendió a jugar en prisión, afición que luego transmitió a su hijo. El joven Manolo siguió jugando con los inquilinos de la casa de huéspedes de sus abuelas. En Santander también estudió Comercio y en 1950 fue a vivir a Madrid. «No me federé, pero jugaba con frecuencia en los bajos de Callao», contaba. Se casó en 1958 y sacó unas oposiciones que lo llevaron de vuelta al norte de España, esta vez a Guernica. Allí se federó como integrante del club Peña Rey Ardid de Bilbao y empezó a competir «con bastante éxito».

Cofundador del Club de Alcobendas

«Quedé campeón individual de Vizcaya y también por equipos. Estuve catorce años allí, del 58 al 72, cuando volví a concursar y me vine a Alcobendas. Me gustaba el sitio, más cerca de Madrid. Allí fundé con otros compañeros el actual Club Escuela de Ajedrez de Alcobendas, al que sigo perteneciendo y donde sigo jugando», contaba en 2017, quejumbroso porque su nivel no era el de antaño.

Manolo Guerra levanta orgulloso la placa que le acaba de entregar el presidente de la Federación Madrileña, Agustín García Horcajo. Foto: FMB / Damas y Reyes

Agustín García Horcajo, presidente de la FMA, le entregó una placa conmemorativa y Manolo aprovechó el momento para leer unos versos de agradecimiento, una costumbre que conocen bien sus compañeros de club. ¿Qué otras pasiones tienes?, le pregunté aquel día: «El sexo, por ejemplo», respondió resuelto. «Ya no lo practico, pero me gustaba mucho. También me gusta leer y echo partiditas a otros juegos. Pero videojuegos no; yo solo mato jugando al ajedrez. Y me gustaban la papiroflexia y la encuadernación. Las tengo abandonadas ahora. Se hace uno perezoso con la edad», confesaba.

Guerra vs Pomar

Entre sus encuentros con grandes jugadores, Manolo comenta que Arturito Pomar le ganó en unas simultáneas. «Ya ni me acuerdo. Era un chaval». Sobre sus lecturas, recuerda la «amplísima biblioteca» de su padre, en la que destaca las novelas de Vicente Blasco Ibáñez y de Benito Pérez Galdós. Como es natural, fue un gran estudiante: «¡Era muy bueno, qué coño! Sacaba muchas matrículas de honor».

Manolo Guerra, con algunos de sus compañeros del Club de Ajedrez Alcobendas. Foto: FMB / Damas y Reyes

Después de casado, Guerra tuvo la energía de hacer la carrera de Económicas por la UNED y ganó varias oposiciones más, como depositario de fondos y como interventor de fondos. Hace años perdió a su mujer, «una mujer maravillosa». «Ella era muy religiosa y yo no, pero me respetaba siempre que no fuera a misa y yo la respetaba a ella. Jamás nos hicimos la menor objeción y nos llevamos muy bien», recordaba orgulloso.

José Luis Gómez Palacios y el resto de miembros del club enviamos a sus hijas y al resto de su familia un enorme abrazo. «Esperamos brindarle un humilde recuerdo en el próximo torneo Open Ciudad de Alcobendas, el sábado 1 de junio por la mañana», anuncia Pepe. Cada movimiento que hagamos ese día será en su memoria.

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