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Día de despropósitos en Singapur: Gukesh eligió una apertura sin mordiente, luego se quedó casi perdido y la pasividad de Ding Liren le permitió entablar demasiado fácil
Magnus Carlsen cumple hoy 34 años. Si ha visto la quinta partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez, el número uno se habrá removido por dentro. Primero, por la falta de mordiente de la apertura elegida por Gukesh, que hace así sus primeras tablas con las piezas blancas (perdió la primera partida y ganó la segunda).
En segundo lugar, el indio se metió en un callejón con salida, pero peligroso. En su afán por complicar el juego en busca de opciones, después de su mala elección, volvió a cometer su error «favorito»: presionar de más, omitir un detalle y quedarse peor. El primer día le costó el punto, pero hoy Ding Liren le hizo un enorme favor, al no darse cuenta de lo importante que era su ventaja. Se conformo con llevar la partida a un final inerte, con alfiles de distinto color, ante la sorpresa y la indignación de algunos comentaristas.
Ding Liren admitió luego que se había equivocado y que no puede estar satisfecho con la marcha del Mundial después de las primeras cinco partidas. El problema no es de un día, sino que denota una falta de actitud. Los expertos fueron muy críticos con los dos jugadores, pero sobre todo con el campeón mundial, que necesita aprovechar sus oportunidades para retener el título.
«Los dos quedan mal»
«Es una partida en la que los dos quedan muy mal», comentaba El Divis. «Gukesh al menos puede decir que ha arriesgado, aunque ha jugado a lo loco. Queda mucho peor Ding Liren», matizaba Miguel Santos. «Era la típica posición en la que Magnus te acaba exprimiendo hasta el último decilitro de sangre», añadía Pepe Cuenca, que coincidía con otro comentario similar de Susan Polgar. «Es una partida que nos deja mal cuerpo», concluir David Martínez. (Puede que algún lector no sepa que El Divis es David Martínez; aclarado queda por si acaso). Antes, habían criticado el planteamiento del indio, que «tiene actitudes de ñu» y no sabe estarse quieto cuando corresponde.
Así fue la quinta partida del Mundial de Ajedrez:
Otros expertos intentaban atenuar la dureza de sus palabras y justificaban lo ocurrido por la enorme tensión que supone jugar un Campeonato del Mundo, pero la partida no dejó satisfecho a nadie. Gukesh pareció mal preparado, luego cambió damas a la menor oportunidad y cuando quiso enmendar sus decisiones anteriores casi se fabrica su segunda derrota. Luego, Ding ni siquiera intentó aprovecharse, con preparación horrible. Cambiar damas para no lograr nada, luego arriesgando para quedarse en un final muy difícil y ding liren ha tirado su ventaja.
El error de Gukesh, no tan fácil de ver para el aficionado, llegó en el movimiento 23 dxe5. Ese peón había que capturarlo con la torre, con posición igualada. Ding luego forzó el cambio de caballos, que no era lo más duro, pero le aseguraba una ventaja duradera en el final. Pero su fallo definitivo fue 29 Ac6, en lugar de llevar el alfil a h5, lo que no permitía al blanco capturar el peón de c4 y recuperar la igualdad total.
Unas tablas aburridas como las del día anterior habrían suscitado menos amargura en las retransmisiones. Ayer me quejaba de lo aburrida que puede ser la perfección. Para conseguir partidas espectaculares casi siempre se requiere algún error, pero el exceso de fallos o, como en este caso, la gravedad implícita de algunos de ellos, aunque sean pocos, puede ser mucho peor.
Lo que también parece quedar claro es que cambiar el reglamento no siempre tiene una buena repercusión en la forma de jugar. Se ha visto dos veces que la regla de las 40 jugadas sin poder ofrecer tablas no sirve para casi nada. La prima de 200.000 dólares por ganar una partida tampoco es un incentivo suficiente. Para que fuera rentable jugársela por dinero sería necesario que ninguna partida acabara en tablas y tampoco ganarían mucho más. Si no, les da lo mismo empatar todos los días o repartirse tres victorias cada uno, por ejemplo. Al final, se dividirán de forma parecida los dos millones y medio de la bolsa de premios.
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