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Las imágenes del duelo entre José Martínez y Vladimir Kramnik muestran algo frecuente en las partidas relámpago: los jugadores mueven casi a la vez, sin esperar a que el rival termine su jugada para reaccionar
En las partidas de ajedrez, el árbitro suele tener un papel secundario. El reglamento es bastante claro en casi todos sus puntos y casi nunca hay conflictos, aunque no es la primera vez que hablamos de alguno por aquí. No obstante, como demostró Asimov con sus leyes de la robótica, es imposible elaborar un conjunto perfecto de reglas y siempre es posible que surjan casos en las zonas grises, que requieren la interpretación de un experto.
Revisando las fotos del duelo entre José Martínez y Vladimir Kramnik, me llamó la atención una serie de imágenes correspondientes a la primera partida en vivo que jugaron. Ahí todavía no hubo reclamaciones, pero en las fotografías se comprueba que ambos jugadores cometían una pequeña (o quizá no tan pequeña) irregularidad. Un poco más y ‘llegan a las manos’.
Antes de pulsar un jugador el reloj, su rival ya estaba ‘invadiendo el espacio aéreo’ del tablero para hacer su movimiento. Obviamente, son partidas en las que cada décima de segundo cuenta, como se vio después en las reclamaciones de Kramnik por los retrasos que sufría en los encuentros por internet. Un par de árbitros internacionales acuden a nuestro rescate parea solventar estas dudas.
En primer lugar, lo más cercano que dice el reglamento figura en el Artículo 6.2.3, como recuerda Mireia Ramón, que fue una de las encargadas de arbitrar el Clash of Claims en Madrid: «Un jugador debe pulsar su reloj con la misma mano con la que realizó su movimiento. Está prohibido que un jugador mantenga el dedo sobre el pulsador o ‘rondando’ por encima del mismo». Aquí se trata de otro caso, sin embargo. La duda persiste.
«En el tiempo del otro no puedes hacer nada»
Ramón considera que, a efectos prácticos, se «extrapola» lo dicho en el artículo citado. «El jugador tiene la mano ‘preparada’ para darle al reloj. Entiendo que se aplicaría ese artículo». Luego matiza: «Yo creo que puede ser que para ganar tiempo ya esté visualizando la pieza que va a mover y ‘esté preparado’, pero igual creo que se podría aplicar este artículo. En el tiempo del otro no puedes hacer nada».
Ismael Nieto, otro árbitro internacional (y excelente fotógrafo), cree que el criterio del juez es decisivo en estos casos. El árbitro no debe hacer nada «hasta que considere que molesta a su rival». «Normalmente, no intervenimos en cosas así. Si reclama el otro, sí», explica Mireia Ramón. «Hay que intervenir cuando es necesario. Si se pueden evitar problemas, mejor», añade.
Nieto aclara que en partidas relámpago, invasiones así están «dentro de lo normal», pero si el árbitro valora que puede «impedir al rival ver bien el tablero o mover, debería intervenir y decírselo». El árbitro andaluz establece otra norma no escrita, pero muy de sentido común: «Por lo que veo en los fotogramas, creo que no intervendría de oficio. No parece un abuso claro. Intervenir en ese ritmo suele suponer parar la partida, distraer a los jugadores… Es delicado. A veces es peor el remedio que la enfermedad».
No obstante, Ismael Nieto cuenta que ha intervenido de oficio «muchas veces»: «Lo he hecho cuando he observado que usaban las dos manos para mover, pero sin parar la partida, simplemente diciéndolo».
Para terminar, les planteo el caso extremo de un jugador que dé un manotazo a ru rival, al ver que sus manos están molestándole. Por supuesto, «no está permitido» en absoluto. En casos así hay que protestar al árbitro, pero nunca tomarse la justicia por su mano, nunca mejor dicho. «Ahí ya se lía», responde entre risas Mireia Ramón, quizá imaginando qué habría pasado si Kramnik hubiera reaccionado así.
Fotos: FMB / Damas y Reyes
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