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Científicos de la Universidad de Barcelona logran salvar las habilidades ajedrecísticas de un paciente operado de un tumor cerebral maligno
Seguramente ya has leído o escuchado el esqueleto de esta historia: un paciente del hospital de Bellvitge que había ingresado por un ‘simple’ dolor de cabeza, tuvo que ser operado de un tumor maligno en su cerebro. Lo extraordinario de su caso comienza con una petición: no perder la capacidad de jugar bien al ajedrez. ¿Qué habilidades habría estado dispuesto a sacrificar a cambio de mantener su fuerza en el tablero? El hombre, que no quiso ser identificado –su nombre en clave es AB–, es programador informático, tiene 45 años y habla tres lenguas, pero para él su Elo de 1950 puntos no es menos importante.
Para los médicos supuso un reto apasionante: les permitía estudiar el cerebro con un enfoque inédito para ellos. El protocolo del estudio fue aceptado por el Comité Ético del Hospital Universitario de Bellvitge y AB firmó el consentimiento para participar en él. La revista ‘Cortex’ lo publicó después. Intentamos desmenuzarlo ahora para enriquecer lo ya publicado, sobre todo pensando en los que compartimos con el paciente su pasión por el ajedrez.
De entrada, aquí tienes el enlace al trabajo de investigación (en inglés), por si quieres saltarte al intermediario. Lo firman Víctor Cepero-Escribano, Xim Cerda-Company, Patricia León-Cabrera, Guillem Olivé, David Cucurell, Anna Gasa-Roqué, Andreu Gabarrós, Pablo Naval-Baudin, Ángels Camins, Inmaculada Rico, Alejandro Fernández-Coello, Joanna Sierpowska y Antoni Rodríguez-Fornells.
El estudio empieza por explicar la gravedad de los tumores cerebrales, «no solo por los riesgos que conllevan sino también por la posibilidad de perder funciones cognitivas relevantes para la vida del paciente» después de una operación de este tipo. El tumor del que hablamos estaba alojado en el lóbulo parietal superior izquierdo y la cirugía se hizo con el paciente completamente despierto.
Seguimiento del cerebro
Durante la operación, se hizo un doble seguimiento de las funciones cerebrales que podían verse afectadas. En primer lugar, se aplicó un Mapeo de Estimulación Eléctrica (ESM), «un procedimiento estándar para identificar regiones cerebrales funcionales y maximizar la resección del tumor cerebral. En concreto, se utiliza ampliamente para monitorear y mapear las habilidades lingüísticas».
«Los jugadores de ajedrez muestran diferencias en los volúmenes cerebrales y la actividad dependiendo de su experiencia», explican los investigadores. «Por lo tanto, se necesitan tareas personalizadas de ESM para tener en cuenta estas diferencias individuales». A su vez, estas tareas fueron probadas antes de la operación con imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), que «permitieron evaluar múltiples componentes involucrados en el ajedrez de forma simultánea».
El principal escollo era que la zona afectada «es crucial para muchos procesos durante el rendimiento del ajedrez». Al paciente le iban pidiendo que realizara tres tareas: búsqueda visual, recuerdo de las reglas y capacidad de cálculo. Antes de la cirugía, se utilizó la resonancia magnética para comprobar qué zonas cerebrales se activaban para cada una de ellas. Hablamos de un trabajo de muchas semanas. El preoperatorio empezó 25 días y el postoperatorio con el consiguiente seguimiento, desde una semana después de la cirugía, se prolongó durante cuatro meses.
Un tablero en la mesa de operaciones
Entre los ejercicios visuales, había algunos muy sencillos, como responder si había piezas de determinado color en los diagramas mostrados o si determinada jugada era legal o no, y otros algo más complejos, como encontrar un mate en uno o dos movimientos. También ponían a prueba su memoria específica con preguntas sobre el nombre de algunas aperturas.

Otra de las pruebas era responder cuál era la pieza más cercana a una cruz roja en el tablero. La proporción de respuestas correctas entre sesiones (preoperatorias frente a la fase de seguimiento) permitía comprobar el éxito de la operación desde este enfoque tan particular.
Por otro lado, no solo se medía la precisión de las respuestas correctas, sino la velocidad de reacción. Así, se pudo ver que el paciente mantenía su capacidad para jugar, aunque su rendimiento era algo más lento.
Para determinar qué zonas del cerebro son las encargadas de cada función, se recurrió al mapeo de la estimulación eléctrica (ESM) y se identificaron las distintas zonas cerebrales. Así se pudo crear una «plantilla cerebral» con sus correspondientes etiquetas. El neurocirujano podía ver en directo las respuestas de AB durante la operación, de modo que sabía qué zonas del cerebro se veían afectadas en la intervención.
Daños en el lenguaje
Podemos leer una evaluación de las funciones cerebrales que más sufrieron: «Durante la evaluación postoperatoria (una semana después de la cirugía) se encontró un grave deterioro del lenguaje, incluyendo la repetición, la comprensión verbal, la nomenclatura, la fluidez verbal, el conocimiento semántico, la memoria verbal y la praxis. No se pudieron administrar todas las tareas porque el paciente mostró graves dificultades lingüísticas y motoras causadas por una complicación hemorrágica en curso».
Cuatro semanas después, AB aún tenía dificultades para algunas tareas, como contar hacia adelante y hacia atrás. «Se observaron dificultades leves en otras pruebas, pero su rendimiento se mantuvo dentro del rango normal para la mayoría de las medidas». En el campo del ajedrez, «no se encontraron diferencias significativas entre la proporción de respuestas correctas» antes de la operación y cuatro semanas después.
No hubo pruebas de este tipo una semana después, debido a la gravedad del estado del paciente. La peor consecuencia sobre el tablero se notó en el tiempo de respuesta, más acusada en algunas tareas, como la discriminación espacial y el reconocimiento de las aperturas. En otras eran diferencias «insignificantes».
Una de las enseñanzas más importantes del estudio fue la posibilidad de situar con exactitud qué zonas del cerebro trabajan en cada uno de los aspectos del ajedrez. Por ejemplo, el cálculo del jaque mate y el recuerdo de las reglas se aloja en el lóbulo parietal superior izquierdo, el giro precentral izquierdo y el giro supramarginal izquierdo.

No menos interesante fue comprobar dónde se sitúan las funciones del lenguaje, que no son exactamente iguales en todos los idiomas: «En cuanto al catalán, español e inglés (indicado por banderas en la figura de arriba) y las tareas de nomenclatura del lenguaje, se detectaron dos puntos relevantes dentro del giro angular (catalán e inglés), uno en el área temporal auditiva (español) y otro en las cercanías del SMG izquierdo (catalán)».
Conclusiones
La evaluación final de AB después del seguimiento «reveló un deterioro leve en la atención, la memoria de trabajo, la flexibilidad mental y la comprensión verbal». Sobre el ajedrez, los investigadores apuntan que, hasta donde saben, «ningún estudio previo ha apuntado al SMG izquierdo como un área involucrada en el rendimiento del ajedrez». Esta zona del cerebro sí se había relacionado con otras funciones, incluyendo el lenguaje, la memoria y la atención visuoespacial. El SMG izquierdo también se había asociado con el almacenamiento, el cambio y el aprendizaje de reglas, además de la codificación en serie de eventos, el procesamiento visuoespacial.
«Nuestros resultados conductuales indican que el rendimiento del ajedrez, así como otros dominios involucrados en el ajedrez, como la memoria y las habilidades visuoespaciales y visuoconstructivas, se preservaron después de la cirugía».
¿Son estos datos definitivos y universales? Los investigadores se muestran prudentes: «Los resultados de un estudio de caso deben interpretarse con precaución, ya que los datos obtenidos se basan en un solo sujeto. En segundo lugar, la arquitectura del cerebro de los jugadores de ajedrez y los patrones de actividad dependen en gran medida de la experiencia. Por lo tanto, los hallazgos podrían no ser igualmente aplicables a otros jugadores de ajedrez».
«Este trabajo fue apoyado por el programa Investigo – Financiado por la Unión Europea, Next Generation EU. El Grupo Cognición y Plasticidad Cerebral está financiado por la Generalitat de Catalunya. Los autores quieren agradecer al paciente AB por su cooperación».
Imagen generada por IA con el programa Firefly
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor