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La octava partida en Singapur fue la más incierta de todo el campeonato. Ding Liren y Gukesh Dommaraju la tuvieron ganada en algún momento. El primero gastó una vida y el segundo desgastó a su equipo
Si la séptima partida del Mundial de Ajedrez fue emocionante, la octava la superó en prestaciones, porque pudieron ganar los dos, no solo el aspirante. Gukesh D logró algo nuevo, superar con negras a Ding Liren. El campeón fue más allá en sus remontadas: después de estar tieso, volvió remontar y a punto estuvo de ganar. Los dos ajedrecistas asumieron grandes riesgos, jugaron con fuego y salieron vivos. El chino gastó otra vida, pero el indio desgastó las de sus ayudantes, que volvieron a colocar otra idea de apertura muy temprano, que su chico no logró concretar.
Gukesh parece una buena persona y tuvo el detalle de agradecer a los suyos el esfuerzo y la calidad de su preparación. «Quiero felicitar a mi equipo, no solo a mi entrenador jefe, Gajewski, sino también a todos los demás entrenadores. Están haciendo un excelente trabajo y les agradezco sus interesantes ideas», dijo el indio en la rueda de prensa. Es fácil imaginarlos a todos tirándose de los pelos por las balas que le proporcionan al aspirante y que este dispara en buena dirección, pero sin atinar con el objetivo final.
En esca ocasión, la novedad llegó en la jugada 7, un f6 que sorprendió a todos, incluido Vishy Anand, según reconoció en la sala VIP de la sede del torneo en Singapur. Pese a su tono de voz, casi inaudible a veces, a Ding no le cuesta abrirse en las ruedas de prensa. Este miércoles volvió a reconocer que no se esperaba la idea de su rival: «Teniendo en cuenta el tiempo que gasté en la fase de apertura, puedes ver que me sorprendió su elección», respondió cuando le preguntaron.
Vemos cómo fue:
¿Cabe criticar a Gukesh por desperdiciar tantas oportunidades? Es posible, pero también hay que alabar la habilidad de Ding para esquivar los disparos. El campeón del mundo es un gato con un instinto de supervivencia muy desarrollado. Sabe cuándo clavarse en el tablero y ponerse en modo de resistencia, hasta resolver los problemas que le plantean. Es verdad que sigue gastando montañas de tiempo y que, tan acostumbrado como está a sufrir, no sabe cambiar de marcha y luchar por la victoria cuando surge una oportunidad.
Susan Polgar volvía a alertar sobre esta situación: «Ding se ha quedado con poco más de un minuto por movimiento. Esto no es bueno. Está jugando con fuego. Solo porque se salvó de algunas posiciones malas, no significa que sea una buena costumbre en un Campeonato del Mundo». En la retransmisión en Chess24 y Chess.com, Miguel Santos también vigilaba cada vez más alarmado el bajo ratio de minutos por jugada con el que el campeón se iba quedando.
Nueva remontada de Ding
Como se puede ver en la partida, ante la novedad de Gukesh a Ding se le quedaron las piezas mal coordinadas. Por suerte para él, tampoco era fácil concretar esa ventaja, y siguió un juego de maniobras en el que ni las máquinas ni los humanos tenían claro cuál era el mejor plan. El viejo axioma de que es mejor tener un mal plan que no tenerlo se hizo patente. En algunas partidas es más difícil encontrar el hilo que buenas jugadas.
Así, y después de no adivinar casi ninguna jugada durante un buen rato, a los comentaristas empezó a gustarles más la posición del blanco, que había logrado que sus piezas hablaran entre sí y tenía la pareja de alfiles. Estas piezas son curiosas, porque trabajan mejor de dos en dos que en solitario, como los policías.
Por otro lado, seguía siendo una posición muy difícil de jugar. En la jugada 19, por ejemplo, la máquina decía que la igualdad era total. Es más, las negras podían hacer tres jugadas distintas y la evaluación seguía siendo 0.00. En ese contexto tan incierto, llegó el error más grave de Ding, su Tb1 de la jugada 21. Fue un pequeño terremoto, grado 3 en la escala Richter, pero permitió una expansión negra peligrosa. Cuando tenía 15 minutos para los últimos 15 movimientos antes de la 40, el colapso del campeón del mundo parecía un hecho.
Gukesh, además, estaba jugando con valentía, comiéndose el peón de a2 como recomendaban los monstruos, sin pensarlo demasiado. Era una muestra de seguridad en sí mismo brutal. Por desgracia para él, Ding activó su modo B: juego fluido en los apuros de tiempo, y el indio se equivocó de caballo en una maniobra clave. El viejo Jan Timman, un hombre sabio, nos explicaba por qué: «Existe una vieja regla, según la cual los caballos no deben protegerse entre sí. La razón es que ambos son vulnerables de ese modo. Por tanto, Gukesh debía haber jugado 26 Cdc5. En ese caso, el otro caballo estaría a salvo de cualquier ataque en a6».
Pero a Ding le dan suerte las clavadas y gracias a esta imprecisión pasó a estar cada vez mejor, sobre todo después de un De1 (puedes repasar la partida arriba) que Gukesh ni siquiera había considerado. Fue su gran error, del que se salvó también con algunas dosis de suerte.
«Por favor, sed parciales»
Las últimas partidas han sido tan emocionantes, que el relato es más apasionado de lo normal. Me hizo mucha gracia un comentario –dirigido David Martínez, Santos y Pepe Cuenca, pero válido casi para cualquiera– de un espectador que pedía: «Por favor, sed parciales». «Que nos diga a favor de quién», fue su respuesta socarrona.
Pero volvamos a la partida, que estaba en todo lo alto. Gracias a la falta de decisión de Ding, que no se llegó a creer que pudiera ganar esa batalla, Gukesh se fue liberando, hasta que se permitió la última heroicidad. Solo por su jugada 41 le deberían hacer un monumento en Chennai. Al paisano de Anand le bastaba llevar la dama a g2 para repetir movimientos, asegurarse el medio punto y pensar en la partida de mañana. Sin embargo, decidió cambiar y dar un jaque temerario en a2, que prolongaba la lucha pero lo dejaba en situación muy delicada. Ding podía capturar gratis el peón de a5, como hizo, y no estaba claro que Gukesh pudiera compensar la desventaja de material.
Gukesh pecó de optimista, pero tampoco se quemó. Ante la prensa admitió su temeridad: «No opté por la triple repetición simplemente porque pensé que estaba mejor. Ahora que veo las líneas del ordenador, tengo una opinión diferente, por supuesto». Al final, la lucha solo se prolongo diez jugadas más y el empate fue inevitable, pero Gukesh demostró que, con solo 18 años y en su primer Mundial, no se arruga en ninguna situación. «El tío los tiene de metal. Juega a ganar todo», comentaba admirado Santos. «Completamente admirable», certificaba El Divis.
La propia FIDE, en su nota de prensa, aseguraba un rato después que había sido «una de las partidas más emocionantes de todos los tiempos».
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor
Me pareció interesante la descripción de la partida