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Magnus Carlsen no pudo con Parham Maghsoodlool, el campeón del mundo perdió contra Le Quang Liem y España cayó contra Georgia
No llueve a gusto de todos en Budapest –seguramente hay demasiada gente–, pero este lunes fue un día difícil para muchos. El campeón del mundo, Ding Liren, no había ganado una sola partida en la Olimpiada de Budapest, pero tampoco las había perdido. Su derrota le costó a China el empate contra Vietnam, equipo en teoría muy inferior. Fue aún más doloroso debido al modo en que ocurrió, en un final de torres con peón de menos, que un gran maestro de su talla no habría perdido jamás hace unos años. Le Quang Liem tuvo una ventaja añadida a la baja forma del campeón; debido a su inseguridad, en la defensa del citado final se apuró tanto de tiempo que perdió las escasas opciones prácticas que tenía después de empatar.
La mejor jugada de Ding Liren la hizo en realidad Faustino Oro, encargado del saque de honor, lo que nos regaló imágenes en las que los pies de foto se escribían solos. Al campeón del mundo no le convenció el movimiento del niño prodigio y abrió con otro peón, sin embargo. Quizás estos actos protocolarios tendrían más emoción si los jugadores estuvieran obligados a jugar lo elegido por el invitado. Es solo una broma, por si cuela.
Como siempre, resultó doloroso ver a Ding lamentar su último error grave, que advirtió nada más cometerlo. Una vez más, se llevó las manos a la cara, en una imagen que hemos visto demasiadas veces en los últimos meses. En una de sus últimas entrevistas en Budapest, el gran maestro chino ya ha reconocido que el aspirante al título, Gukesh D, es el favorito para llevarse el próximo Campeonato del Mundo. La diferencia de resultados entre ambos es evidente.
El indio, por su parte, cedió ayer sus primeras tablas contra el húngaro Richard Rapport, después de haber ganado todas las partidas anteriores. Aún mejor es el festín que se está dando Arjun Erigaisi, quien logró su sexta victoria consecutiva. Por unos instantes, la página de la FIDE reflejaba unas tablas en su partida con Sanan Sjugirov, pero el punto cayó del lado indio. Él está aún más cerca de unirse al club de los 2800 y su país vive en una nube: en 24 partidas, han ganado 18 y entablado seis. Es el único equipo con el cien por cien de encuentros ganados y no será fácil detenerlos.
Muro iraní con alambrada
A quien también se vio gesticular más de lo necesario en una partida de ajedrez es a Magnus Carlsen. El número uno parecía que tenía contra las cuerdas a Parham Maghsoodloo, pero el iraní es un hueso muy duro de roer. Con un juego barroco y algo caótico, logró sostener el chiringuito que le plantó a Magnus ante sus narices, primero con alfileres y más tarde con unos cimientos más sólidos. El noruego empezó a cabecear después de un error con el que perdía casi toda sec ventaja, porque sabía que su medio punto no bastaría para evitar la derrota de su selección.
Carlsen exprimió todas sus opciones, en un final larguísimo, pero a ese limón ya no le quedaba una gota dentro. Esa es la versión corta de la historia; lo cierto es que hay que tener un conocimiento de los finales muy bien asentado, delavillesco, para no caer en ninguna de las mil y una trampas que le tendió el número uno. Maghsoodloo puede estar orgulloso de sus tablas.
España, cara y cruz
La selección absoluta sufrió otro grave tropiezo contra Georgia, país al que los nuestros sacan una media de cien puntos Elo. Jaime Santos estaba jugando un partidón, pero no atinó con el remate, luego empezó a atascarse y a punto estuvo de quedarse peor. Lo peor es que, por arriba, ninguno de sus compañeros pudo ganar y que Alexei Shirov tuvo un mal día: perdió en 25 jugadas. Es extraño caer tan rápido ante un rival que apenas cruzó el centro del campo, y no fue para darte el mate pastor. La partida es instructiva.
David Antón hizo tablas contra Nikolozi Kacharava, con blancas y 150 puntos más en la cartera, lo que no parece un gran resultado, pero resultó imposible enganchar al georgiano. Alan Pichot, que llegaba con un registro de 4,5 puntos en 5 partidas, tampoco pudo pasar del empate contra un clásico no tan mayor, Baadur Jobava, un chaval de 40 años. Con un peón menos que compensaba un caballo XL, el empate estaba a su alcance, pero la victoria era una quimera.
Gran victoria de la selección femenina
La alegría para España vino de la mano de la selección femenina, que ganó con menos facilidades de las que sugiere el marcador: 3,5 a 0,5. El rival fue Argentina, que tiene un equipo muy competitivo. En el primer tablero, Sara Khadem derrotó a Candela Francisco, pero la argentina salió muy bien de la apertura y llegó a tener grandes perspectivas de ataque. No anduvo fina a la hora de limitar la reacción negra y la española nacida en Irán le dio la vuelta a la partida.
En el segundo tablero, Sabrina Vega impartió otra de sus lecciones contra María José Campos. Da gusto ver jugar a la canaria, pese a alguna imprecisión sin importancia práctica. Con un caballo imperial, sin miedo a la muerte, desmanteló la defensa enemiga en tres saltos que a su contrincante le supieron como coces en la boca.
Ana Matnadze tuvo un día pasablemente tranquilo e hizo tablas contra Anapaola Borda, mientras que Mónica Calzetta aprovechó un par de descuidos de Belén Sarquis para invadir de forma brillante su enroque.
Para terminar por hoy, podemos ver alguna perla cazada al vuelo entre todas las partidas que se juegan en la Olimpiada de Budapest. José Carlos Ibarra y Boris Avrukh nos llaman la atención sobre un sacrificio de alfil difícil de entender para el aficionado:
Otro sacrificio espectacular, aunque más sencillo de calcular, le tendría que haber dado la victoria a Ingrid Aliaga (2111) contra la húngara Thanh Trang Hoang (2351), pero luego la peruana cometió un grave error y se tuvo que conformar con las tablas.
Ya hemos pasado el ecuador de la Olimpiada, pero queda casi todo por decidir. Os espero en los días que faltan.
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor