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Yago Gallach escribe un nuevo capítulo de su enigmática sección. Este texto apareció antes en ‘Paterna al día’
—Huyo hoy —rumiaba para sus afueras Mordedor—. Digno de Moriarty. ¡Debe estar aquí ahora!
—Un momento, por favor —los trató de reconducir Paula mientras se dirigía hacia el muro del barranco—, que ya está empezando a hacer calor. ¿Hacemos la visita a Alpuente o no?
Esta vez, la inspectora Buesa, Ladrador y Mordedor se encogieron de hombros.
—A mis espaldas, y situado en lo alto de un cerro, sobre un profundo barranco y a casi mil metros sobre el nivel del mar, podemos ver el…
—Otro inciso —se impacientó Mordedor—, ¿qué relación guarda Alpuente con el ajedrez?
—¿Ajedrez? —Paula no alcanzaba a entender tantas interrupciones (peor que la chiquillería, pensó)—: En La Torre vive una antigua campeona mundial de ajedrez por correspondencia, Liuba, Liuba Kristol, aunque aquí la llamamos Loba.
—Tendremos que ir a conocerla —propuso Ladrador.
—Seguro —corroboró Buesa.
—Pues estará encantada de atenderos, es una viejecilla de costumbres un tanto extrañas, pero muy alocada y simpática. Y adora los croasanes. Pero, ¿por favor…?
Hubo por favor, y hora y media después, tras haber recorrido la ruta de la taifa, visitada la torre de la antigua aljama (entrada principal a la villa), y escuchado las glorias de los tres reinos, llegaron al museo paleontológico.
—Un hueso de caballo, torres y más torres, castillos y reinos… se me nubla el olfato—farfulló Ladrador—. Todo parece extrañamente sin querer y a propósito… Además, tengo hambre.
—Ya acabamos. Como podréis comprobar… —Paula se acercó a la puerta y, al apoyarse en la madera, cedió sin necesidad de introducir la llave. Corriendo, accionó los interruptores—. Por favor, por favor, por favor —rogó, y echó un vistazo rápido a la estancia—: ¡Sobre la huella!

—¿Sobre la huella? —aulló Ladrador— ¡Esto es demasiado!
—Ahora, sí que sí, necesitamos a alguien que sepa ajedrez del bueno —afirmó Mordedor.
—¡Liuba! —rápidamente, Susa Buesa se puso al mando de la situación. Abrió la vitrina y recogió la nota—: Paula, cierra todo con llave, avisa a las autoridades, que vengan y custodien el museo hasta nuestro regreso. ¡Y te vienes! ¡¡Ladrador!! —lo llamó, y le lanzó las llaves— enciende el coche. Se nos amontona la faena.
Yago Gallach Pérez nació un 23 de mayo, como Anatoli Kárpov, pero con una notable diferencia en años, títulos y Elo. Bueno, y que Yago nació en un cálido y festivo domingo y el gran Tolia en un frío y calculador miércoles. Casi 12 Olimpiadas después (en nada nos quedará París), Yago ha pasado de ser un simple peoncito a un enamorado de nuestro juego que trata de transmitir toda la pasión que puede en sus clases, con el permiso de niños y niñas, claro. Siempre bajo la consigna del humor, que, como le decía su abuela entre risas, es el camino más corto entre dos personas. Actualmente trabaja en la Asociación Valenciana de Ajedrez Educativo e Inclusivo.
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor