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La Global Chess League divide a los aficionados por prescindir del incremento en las partidas más rápidas. ¿Cuántas concesiones debemos hacer para que el ajedrez sea más atractivo para el público?
Nos encontramos con una polémica distinta, en la que los principales actores parecen por una vez de acuerdo, aunque siempre hay voces disidentes. Un torneo de ajedrez relámpago, la Global Chess League que patrocina la empresa india Tech Mahindra, ha sido muy discutido por profesionales y aficionados debido a que se jugaban partidas relámpago sin incremento. El espectáculo recuerda al de los eSports por la estética de la puesta en escena. De hecho, muchos aseguran que a lo que no se parece es al ajedrez.
Cuando una partida relámpago prescinde del incremento, la pureza del juego corre el riesgo de desvirtuarse, con la sana pretensión de intentar atraer a aficionados. En estos casos, el público ni siquiera necesita conocer las reglas para divertirse. Quienes sí las conocen y aprecian la belleza del ajedrez verdadero no están tan felices. «No somos un deporte serio», aseguró Magnus Carlsen después de uno de los inevitables incidentes que se producen en estas partidas. Vladimir Kramnik ha pedido «respeto al juego». Para los árbitros, supone un trabajo extra, y aunque es una labor que merece todos los elogios, suele ser preferible que los jueces intervengan lo menos posible.
Veamos un pequeño ejemplo, tampoco demasiado grave, de lo que puede ocurrir en estos encuentros. La partida la disputan Abdusattorov y Vidit, dos tipos bastante correctos.
En la partida de arriba, vemos volar una torre y a dos grandes maestros continuar la partida pese a que se ha alcanzado un sencillo final de rey y torre contra rey. Este final ya lo resolvía sin dificultad, aunque con más calma, la vieja máquina de Leonardo Torres Quevedo, que ha superado el siglo, como Manuel Álvarez. En este caso, eran las blancas las que tenían torre de ventaja.

En casi todos los torneos actuales se aplica incremento por una razón. Cada vez que mueves, el reloj te bonifica con algunos segundos (puede ser uno o incluso medio minuto, dependiendo del ritmo de la partida). Esto evita injusticias clamorosas y espectáculos bochornosos. Cuando los relojes eran analógicos, hasta hace cuatro días, esto era imposible.
Todavía recuerdo cuando le pregunté a un compañero veterano de mi primer club por qué no se utilizaban relojes digitales y me respondió que enconces «se perdería toda la gracia». Algo era impensable, en su opinión. Yo entonces imaginaba incluso que estuvieran dotados de una alarma, para dejar claro cuándo se había ‘caído la bandera’. Algunos disponen del mecanismo de aviso, pero no se utiliza en los torneos.
En la Global Chess Club, hemos visto partidas relámpago sin incremento y a la mayoría (el cálculo es provisional) les ha parecido mal la experiencia. También se han producido disputas y reclamaciones por algún resultado. Casi todos los jugadores saben cómo acaban a menudo estas partidas: en los apuros de tiempo, las piezas bailan primero por el tablero y acaban volando sin control en última instancia. Si encima participa un jugador aficionado a bordear el reglamento o a saltárselo sin pudor —te los encuentras con más frecuencia de la deseable incluso en competiciones sin premios—, el conflicto está asegurado.
David Llada: «Una farsa»
«En mi humilde opinión, esto no es un ‘espectáculo’ ni ‘entretenimiento’, sino una farsa», asegura el periodista y fotógrafo David Llada. Hay buenas razones por las que el ajedrez incremental se convirtió en parte del ajedrez en vivo y por las que el ajedrez bala prosperó en internet. Así es como el ajedrez ha evolucionado de forma natural. Esto es como llevar artificialmente esta evolución un paso atrás. Las piezas voladoras pueden aumentar la cantidad de espectadores de TikTok, pero no harán que más personas aprendan ajedrez ni empiecen a seguir el juego. La tasa de conversión es ridículamente baja».
Vladimir Kramnik también opina en esta «extraña disputa», como él la llama: «Creo que no se trata de atraer o no más espectadores y dinero. Se trata de respetarnos unos a otros y, en primer lugar, al juego. Se trata de perder los últimos rastros de caballerosidad y honor por un posible beneficio económico o por mantener el respeto propio».
Michael Rahal, a favor
No todos son apocalípticos. Entre los integrados destaca el MI Michael Rahal: «No estoy de acuerdo contigo en esto. Creo que es un espectáculo y también entretenido, y podría atraer nuevos aficionados al juego. Mientras no sean partidas válidas para Elo, no veo ningún problema». Eso sí, Rahal prefiere «el incremento de un segundo después del movimiento 60, que aún permite el dramatismo».
Dado que esta polémica todavía durará unos días, iremos añadiendo las opiniones más relevantes y dando voz a los expertos que digan algo sensato sobre el asunto.
En la imagen de arriba, vemos a Vidit y Abdussattorov continuar una partida que con incremento habría terminado ya. La torre negra vuela por el tablero, pero ambos siguen jugando.
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