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El número uno, que aumenta su ventaja en el Norway Chess, demostró que también sabe defender con una precisión asombrosa. Luego se impuso en el Armagedón.
Jugar contra Magnus Carlsen es como enfrentarse a una máquina. El noruego lo demostró este sábado en el duelo entre los líderes del Norway Chess. Fabiano Caruana mantuvo un 97 % de precisión, un porcentaje altísimo, que sin embargo fue insuficiente para derrotar al número uno del mundo. Por un instante lo tuvo en sus manos, como veremos un poco más adelante.
Los otros dos duelos del día también terminaron en tablas, pese a las alternativas, por lo que la quinta jornada se decidió en el Armagedón (10 minutos para las blancas, por 7 de las negras, pero con las primeras obligadas a ganar). En las partidas de ritmo clásico, Arjun Erigaisi se salvó contra Hikaru Nakamura, y Gukesh Dommaraju pasó por varias etapas en su partida con Wei Yi. El indio estuvo medio perdido, luego le dio la vuelta a la tortilla, pero llegaron a un apuro de tiempo brutal, en el que se firmó un empate que parecía justo.

El tiempo, más bien su escasez, es uno de los mayores enemigos de los ajedrecistas y en Stavanger se juega a un ritmo algo más rápido de lo habitual. Por eso no sorprende que en casi todas las partidas se vieran situaciones muy tensas, empezando por la que empataron Magnus y Fabiano. No fue fácil para ninguno de los dos. Carlsen se defendió con una precisión endiablada, mientras que Caruana gastaba piscinas de tiempo (lo de océanos aquí es un poco exagerado) para mantener sus opciones. Lo pagó caro.

En efecto, el americano llegó a un final con peón de ventaja, después de haber tenido uno menos durante casi toda la partida. En la transformación de ventajas, fue el mejor cambio que pudo obtener ante la habilidad de su oponente en el regateo. El noruego, más ligero de manos, veía recursos defensivos que suscitaban el asombro de Ernesto Fernández y Miguel Santos, comentaristas del día en el canal de Chess24 en español.
En la jugada 46, Caruana dispuso de un recurso sorprendente que le daba clara ventaja, después de que Carlsen cometiera uno de sus escasísimos errores con g5. Con su reloj temblando, no lo vio. Re3! conducía a una línea muy buena para él. Así fue la partida
Armagedones
Arjun Erigaisi es otro tipo durísimo. Resistió en posición inferior ante Nakamura y luego le dio matarile en el desempate. El indio, que tenía que ganar el Armagedón, volvió a quedarse peor. La partida tuvo muchas más imprecisiones, como es lógico a ese ritmo de juego. Los dos se lanzaron a por el rey rival y el americano omitió un sacrificio de torre (a corto plazo) que le habría dado ventaja decisiva. Lo peor para él es no solo vio la buena, sino que hizo la mala, la que perdía casi de forma directa. Un pequeño drama para él.

Wei Yi también perdonó, pero solo una vez. El campeón del mundo sigue con el mal del vértigo. Se defiende con calma y categoría, como demostró en las dos partidas, pero en la rápida el chino dio una lección de clase difícil de olvidar. La manera en que remata la posición en el desempate, con tan poco tiempo para decidir, está al alcance de muy pocos jugadores.
Torneo femenino
En el torneo femenino, Sara Kadhem fue superada por Vaishali, que no dio ninguna opción a la española, pese a que salió de la apertura con una posición prometedora. Es instructivo ver cómo la india movilizó todas sus piezas para organizar un ataque mortal.
Los otros dos suelos terminaron en tablas y se resolvieron, como en el grupo abierto, en las partidas de desempate. Que no se puedan firmar empates sin lucha (ni con ella) es una de las ventajas del Norway Chess. Es difícil no repetirlo cada día.

Anna Muzychuk no perdió ninguna de sus dos partidas contra la campeona mundial, Ju Wenjun, pero en Noruega eso es insuficiente, con blancas. La jugadora china igualó ambos choques con una seguridad pasmosa, casi aburrida.
En cambio, Humpy Koneru se tuvo que conformar con el empate en la primera partida, quizá demasiado rápido, pero en el desempate sí doblegó a Lei Tingjie. Esta tuvo la partida en sus manos, dado que Koneru descuidó su enroque, pero a las negras les faltó pegada y en los apuros entraron en barrena.
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