Gukesh también tuvo sus momentos para dudar. En un momento dado, se refugió en su salida durante varios minutos. Volvió cambiado. Foto: Maria Emelianova / FIDE

Gukesh se adelanta en el Mundial después de superar su mayor crisis: «No sabía qué hacer»

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El campeón solo tiene tres para intentar remontar la ventaja del gran maestro indio, de 18 años

Acabamos de vivir la mejor partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez, con la que Gukesh Dommaraju se adelanta por primera vez. El indio, de 18 años, acaricia el título de campeón más joven de la historia. Debe aguantar el tipo en las tres partidas que quedan. Él y Ding Liren protagonizaron una partida extrañísima, en la que gastaron cantidades indecentes de tiempo. El gran maestro chino lo pagó más caro en los apuros finales, cuando se dejó un sencillo truco por el que perdía una pieza. Fue uno de los errores más graves vistos en un Mundial. Nadie querría estar en su cabeza esta noche.

Podemos ver cómo abandonó la sala de juego, según se vio en la retransmisión de Chess24 / Chess.com:

La undécima partida se esperaba emocionante, porque el aspirante estaba casi obligado a jugársela ante la estrategia de su rival, pero el desarrollo fue mucho más sorprendente de lo esperado, en todos los sentidos. El indio planteó un gambito Volga con los colores cambiados, una idea de su equipo que, de entrada, pareció dar en el clavo. En la jugada 5, con a3, se llegó a una posición inédita entre grandes maestros en ajedrez clásico. Es un milagro que estos hallazgos todavía sean posibles. Michael Rahal le preguntó después a Gukesh si este movimiento, realizado por Arjun Erigaisi en alguna partida rápida, indicaba que el número 4 del mundo era uno de sus ayudantes. El aspirante pidió el comodín del tiempo para no responder por el momento.


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Y sería el tiempo, el implacable, el juez último de lo que se vio en el tablero. Algunos aficionados creen que los ajedrecistas juegan de memoria, lo cual es cierto en una mínima parte. El primer problema de Ding, que reconoció después, fue entrar en el juego de su rival y avanzar su peón d, cuando podía haber elegido un planteamiento más sólido. Con negras, el chino está siendo muy valiente, quizá demasiado. Cada vez que lo citan, acude a la pelea. Luego, siempre necesita sumergirse en larguísimas reflexiones, de las que suele salir airoso.

Esta vez, parecía que se la había ido la mano, porque en la jugada tres ya tenía media hora menos y en la cinco era una hora completa de desventaja. Se antojaba una diferencia excesiva, aunque Anish Giri seguía pensando que las negras estaban perfectamente y David Martínez recordaba que en partidas anteriores Ding siempre se había salvado luego, pese a tener que mover más rápido.

«Fue una partida muy difícil para mí», explicó el propio Ding. «Ya en el movimiento cuatro no estaba seguro de haber tomado la decisión correcta. Recordaba una partida que jugué en un torneo rápido contra Adhiban, pero no podía recordar los otros movimientos. Pasé 40 minutos calculando algunas variantes sin sentido», explicó en la rueda de prensa, con la tristeza marcada en su rostro.

Una idea improvisada del equipo de Gukesh

Lo que ocurrió después no estaba en ningún guion. Gukesh cometió entonces una imprecisión y, de repente, parecía que era él quien estaba peor, aunque el indio se mostró sorprendido en la rueda de prensa cuando Maurice Ashely le dijo que la jugada d3 había sido un error y que antes debió sacar su alfil fuera de la jaula. Lo cierto es que la variante entera se había preparado unas horas antes, por lo que sus detalles no estaban del todo perfilados. A Gukesh le gustó la propuesta de sus ayudantes, una sorprendente improvisación si tenemos en cuenta que el equipo indio llevaba seis meses trabajando.

«Felicito a mi equipo por su esfuerzo en la preparación de esta apertura, que sorprendió a mi oponente. Luego, hice algunas cosas estúpidas, pero estoy feliz de haber podido recuperarme». Pese a todo todo, al final había logrado quebrar la resistencia del campeón. El ajedrez no deja de sorprendernos.

No tan fácil para Ding

Cuando superó su crisis de tiempo y de apertura, Ding empezó a jugar al toque. Sus piezas tenían todas una casilla asignada y su juego era mucho más sencillo. Como remate, el peón de d3 de las blancas era muy débil. «La posición es muy cómoda para las negras», aseguraba Pepe Cuenca en la retransmisión de Chess24 y Chess.com. Susan Polgar añadía que la larguísima pensada del indio había demostrado dos cosas: que había olvidado su preparación y que no le gustaba su posición.

Creo que es buen momento para poner aquí la partida, si alguien la quiere ver ya. Siempre es posible seguir leyendo y volver sobre ella después.

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Tan complicado era jugar con las blancas que Gukesh empleó una hora justa en hacer un solo movimiento. Los relojes se equilibraron y la cocina seguía hecha un desastre. Los comentaristas pensaban que se había acelerado en su afán por presionar con el reloj. De favorito, pasó a presunta víctima en dos jugadas. Habíamos visto la mayor ventaja de tiempo en una apertura de un Mundial, una renta que fue dilapidada en un solo movimiento. ¿Fue la partida más lenta de la historia en esta competición? Es muy posible. La parte buena era que se trataba de un anuncio del espectáculo que vendría después.

Fue una partida vibrante, en todo caso, que demuestra una parte de la riqueza casi infinita de este juego. Seguro que el lector conoce la leyenda de los granos de trigo. Por suerte para el público, los dos jugadores seguían haciendo las jugadas más precisas y comprometidas. No había manera de mover con rapidez. Incluso cuando Ding cometió lo que él cree que fue su error definitivo, g6, la jugada planteaba una trampa mortal y amenazaba atrapar a la dama contraria.

Ding Liren, preocupado, en la undécima partida del Mundial de Ajedrez, que ganó Gukesh. Foto: Maria Emelianova / FIDE
Ding Liren, preocupado, en la undécima partida del Mundial de Ajedrez, que ganó Gukesh. Foto: Maria Emelianova / FIDE

Esa jugada fue de algún modo el reflejo de la personalidad del campeón. Parecía inofensiva, pero estaba cargada de veneno. Gukesh, de hecho, tuvo una pequeña crisis con su dama rodeada por el enemigo y sin salidas visibles. El indio, de hecho, se largó durante seis minutos larguísimos a su sala de espera. «Era una posición tan normal y, de repente, mi dama está atascada en f4. No sabía qué hacer. Así que en ese momento, me estaba torturando a mí mismo», declaró después.

Cuando volvió, Ding había logrado recomponerse, quizá su mejor jugada en este Mundial: «Entonces intenté simplemente hacer un movimiento cada vez para no perder en el acto». Vio la posibilidad de mover su peón a a4 y se metió de nuevo en la partida, que seguía siendo una locura, con el tiempo cada vez más presionante para los dos. Gukesh estaba sobre el alambre. En mis notas para escribir esta crónica y la de ‘El Mundo’, apunté que si el indio lograba salvarse, aunque no lograra la victoria, habría compensado el mazazo psicológico de no aprovechar su ventaja de tiempo y apertura.

«Pueden colapsar los dos»

Pepe Cuenca avisó: «Pueden colapsar los dos en cualquier momento». Y ocurrió que lo hizo el campeón, el más veterano y con más experiencia, pero el más frágil de los dos. Apenas tenía medio minuto por movimiento, en la jugada 17, y las blancas habían recuperado la iniciativa. Gukesh, de hecho, se veía ganador a esas alturas. Puede que la diferencia de fe en las propias posibilidades sea el mayor lastre que ha sufrido Ding Liren en este mundial.

Pero apuntemos dos datos para no dar el título por decidido. Como recordó Ding, en su primer mundial tuvo que remontar varias veces contra Nepo, la última en la partida 12, que será la que se jugará mañana. «Espero jugar bien», anunció. Giri dijo otra cosa interesante sobre la resistencia y lo poco que importa si tu enemigo parece más poderoso (la traducción es de memoria y no es literal): «Lo bueno del ajedrez es que da igual cómo estés y a quién tengas enfrente. En medio hay un tablero que te distrae de todos esos factores. Si consigues que sea lo único que importa, estás a salvo». Todavía puede ser válido para Ding, pero necesitará demostrar una enorme fortaleza poder demostrarlo.

Como añadido, quiero reflejar un comentario de El Divis sobre algo que escribí sobre lo absurdo de la regla de no poder hacer tablas antes de la jugada 40. Martínez me corrigió hoy y no le falta razón: en partidas como la undécima, es un acierto que los jugadores no puedan ofrecerse el empate por miedo, ante la incertidumbre y los apuros que sufrían. De todos modos, no creo que Gukesh lo hubiera hecho, porque es un optimista incorregible, pero sin duda habría sido una tentación para muchos grandes maestros.

Las dos fotos que aparecen en este artículo son de Maria Emelianova para la FIDE

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