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El maestro argentino, director de La Casa del Ajedrez, escoge sus libros preferidos y escribe el segundo capítulo de esta serie
Daniel Elguezábal, maestro FIDE nacido en Argentina y afincado en nuestro país desde hace décadas, es director de La Casa del Ajedrez y vigente campeón de España de Veteranos. Su conocimiento de los libros de ajedrez no solo destaca desde el punto de vista del lector, editor y vendedor; también es autor de una docena de títulos, entre los que destacan ‘Aprende aperturas’, ‘134 miniaturas sorprendentes’ y ‘108 miniaturas del siglo XXI’, además del ‘Curso de aperturas’ en cuatro volúmenes.
Entregas anteriores de ‘Mis mejores libros’: Daniel Pulvett.
Lo que sigue ha sido escrito por Daniel Elguezábal:
A lo largo de mi vida ajedrecística, hubo libros que no solo me enseñaron a jugar mejor, sino que también moldearon mi manera de entender el ajedrez. Entre ellos, dos obras se erigen como pilares fundamentales en mi formación: el ‘Tratado General de Ajedrez’, de Roberto Grau, y ‘Mi sistema’, de Aaron Nimzovich. El primero me proporcionó una base sólida y ordenada del juego, casi como un mapa completo para el jugador en formación. El segundo, en cambio, abrió una puerta hacia un ajedrez más profundo, estratégico y de matices, enseñándome a mirar más allá de las jugadas evidentes.

Pero más allá de estos referentes, hay recuerdos que forman parte de mi vínculo más personal con el ajedrez. De niño, pasaba horas sumergido en ‘Ejercicios de combinación con finales brillantes’ de Luis Palau, un libro que descubrí en la biblioteca de mi padre. Era un desafío constante y también una fuente de asombro, un primer contacto con la belleza del ajedrez táctico.

Viajar sin ordenador
También guardo con cariño la época en que viajar de torneo en torneo implicaba cargar con una maleta llena de ‘Informators’, una escena difícil de imaginar hoy en día, cuando las bases de datos caben en un dispositivo de bolsillo. Aquellos libros eran auténticos tesoros de información y análisis, indispensables para cualquier jugador que aspira a mejorar.

Cada uno de estos libros y experiencias dejó huella en mí, no solo como ajedrecista, sino también como amante de este juego infinito, que siempre encuentra nuevas maneras de sorprendernos.
Y por supuesto, sería injusto no recordar otros clásicos que también dejaron una profunda huella en mi formación: ‘Mis 60 memorables partidas’, de Bobby Fischer, ‘Ajedrez de torneo’, de David Bronstein, y ‘Al ataque’, de Mijail Tal. Libros que no solo enseñan ajedrez, sino que transmiten la pasión, la lucha y el genio de quienes marcaron época.
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De esos el Tratado de Grau lo leí en casa de papá. Mi Mejores 60 Partidas no lo aún. Al Ataque y Ajedrez lo ojeada a ratos en pdf