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Juan Campos se une a Damas y Reyes para contarnos la primera jornada del Global Chess Festival, un evento que cumple diez años justo cuando la Olimpiada pasa por Budapest
Este martes era la jornada de descanso de la Olimpiada y no hubo partidas, pero el ajedrez ha seguido muy presente en la capital húngara. Juan Campos, nuestro enviado especial, narra la primera de las dos jornadas del Global Chess Festival, organizado por la inigualable Judit Polgar. El texto que sigue es del autor de la crónica:
Maravillosa ciudad Budapest y aún más contemplada desde las alturas del Museo Nacional de Hungría, donde se celebra el festival de ajedrez de Judit Polgar. Hay que estar en buena forma física para llegar, aunque hay ascensor y un funicular que me recuerda al monte Igueldo de San Sebastián.
Hay mucha gente ya a las diez de la mañana, sobre todo niños y niñas, familias y colegios enteros. Hay grupos escuchando cuentos, otros pintando o jugando a saltar sobre tableros extendidos en el suelo. Un taller está dedicado al cubo de Rubik. Su creador, húngaro, es invitado de honor de este año. Se entrevista en el piso principal a Judit, a sus hermanas y a otros personajes. Eso crea un intenso fondo de ruido, sumado a la algarabía de tantos chavales juntos.
Se puede visitar gratuitamente el museo, pero solo tengo tiempo de echarle una ojeada a la sala de los impresionistas, mis favoritos.
Hay también salas donde se juega a formas imaginativas relacionadas con el ajedrez, una de ellas inventada por el padre de Judit. Cuesta un poco encontrar a alguien que me oriente hasta el torneo de rápidas (8+3) en el que me inscribí desde España. Me llama la atención el número de ajedrecistas femeninas, más de lo que se suele ver en nuestro país. Al final, hago 3,5 de 6.
Entre la quinta y sexta ronda consigo que Judit me firme uno de sus libros y le regalo el mío de los naufragios dedicado a la «grandísima artista del tablero». Firman también Zsusza y Sofia, sus dos hermanas.
Judit interrumpe las firmas para comenzar sus ocho simultáneas contra equipos online que deciden por votación las jugadas. Me implico con un argentino en una de ellas y casi parece que haremos tablas; tal es nuestro ardor que nos olvidamos de que no influimos nada en lo que se juega, pero Judit simplifica, cambia todo y el final es perdedor para sus rivales, a pesar de la igualdad de peones.
Sin embargo, a mí derecha le ganan la que creo que será su única derrota en los ocho tableros. Me admira la rapidez con la que evalúa las posiciones, a pesar de que a veces la entrevistan entre jugada y jugada o se entretiene bromeando con algún rival.
Como se está jugando en Budapest la Olimpiada de Ajedrez y hoy es día de descanso, se ha acercado algún participante, aunque no reconozco a ningún maestro conocido.
Cuando todo termina mi mujer, María Eugenia, aprovecha para que le dedique un libro a su nieto, firma que no pudo conseguir antes de que comenzara las simultáneas.
Caos controlado
El entorno, el ambiente, e incluso la sensación de caos controlado convierten este festival en algo especial y diferente de lo que suelen ser los torneos de ajedrez. Mañana habrá conferencias relacionadas con el juego y sus implicaciones para diversas facetas de la vida, desde la salud, hasta la psicología, la pedagogía y otras. Pero tenemos que regresar a España y no podremos asistir a ellas.
Juan Campos es psicoterapeuta, escritor y apasionado del ajedrez. Judit Polgar figura, junto a Morphy, Tal y Fischer, en su santoral ajedrecístico desde hace décadas. Hacía años que soñaba con asistir a este festival y, de paso, conocer la fascinante y trágica ciudad de Budapest.
En la imagen de arriba, el autor de esta crónica aparece con Judit Polgar, con quien intercambia libros firmados. Al lado de la gran maestro están sus hermanas, Susan y Sofia, a quien podemos ver de refilón. Foto cedida por Juan Campos
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor