Magnus Carlsen, en su duelo contra Wei Yi. foto: Michal Walusza / Norway Chess

La neurociencia, al rescate: «Incluso Magnus Carlsen tiene derecho a sentir y a equivocarse»

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Gavril Draghici Flutur, ajedrecista español nacido en Rumanía, analiza desde el punto de vista científico la airada reacción del noruego tras su derrota contra Gukesh

Gavril Draghici Flutur es un destacado jugador, varias veces campeón de España de Ajedrez para Ciegos y medalla de bronce un un Mundial. Ha querido explicar para Damas y Reyes el comportamiento de Carlsen desde el punto de vista de la neurociencia.

Hablé un poco de él en este artículo sobre cómo juegan los ciegos al ajedrez. Vive en Tarragona y representa al equipo español de la ONCE. Lo que sigue es suyo:


Aunque no suelo participar en redes sociales ni intervenir en los debates que allí se generan, creo que puedo ofrecer una mirada distinta, basada en los aportes de la neurociencia, en una comprensión más humana del deporte de élite y en mi propia experiencia como ajedrecista que ha vivido situaciones de alta tensión en competiciones internacionales.

Todo ello, para ayudar a entender con mayor profundidad lo ocurrido recientemente con Magnus Carlsen en el Norway Chess 2025. El reciente incidente en el torneo noruego, donde el número uno golpeó la mesa tras perder contra el joven campeón mundial Dommaraju Gukesh, ha generado un amplio debate. Este suceso nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre la naturaleza humana y las respuestas emocionales en situaciones de alta presión.


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Magnus Carlsen, conocido por su dominio en el tablero y su habitual compostura, mostró una faceta más vulnerable al reaccionar impulsivamente tras su derrota. Para comprender este tipo de reacciones, es útil recurrir a los estudios del neurocientífico Joseph LeDoux sobre los mecanismos cerebrales del procesamiento emocional.

Según LeDoux, el cerebro humano procesa las emociones a través de dos rutas: una «vía corta» y una «vía larga». La vía corta transmite información del tálamo directamente a la amígdala, provocando respuestas emocionales inmediatas antes de que la corteza cerebral tenga tiempo de intervenir. Esta vía corta servía evolutivamente para reaccionar con rapidez ante amenazas inmediatas, lo que aumentaba las posibilidades de supervivencia en entornos hostiles.

Gavril Draghici Flutur, uno de los tres jugadores ciegos que participaron en el abierto de San Vicente del Raspeig. Experto en neurociencia. Foto: FMB / Damas y Reyes
Gavril Draghici Flutur, uno de los tres jugadores ciegos que participaron en el abierto de San Vicente del Raspeig. Foto: FMB / Damas y Reyes

Por el contrario, la vía larga implica un procesamiento más consciente y reflexivo. La información pasa del tálamo a la corteza, donde se analiza con más detalle antes de llegar a la amígdala. Esta doble vía explica por qué, incluso en individuos altamente entrenados como Carlsen, pueden surgir reacciones impulsivas bajo presión extrema.

La emoción supera a la razón

Es fundamental comprender que esta reacción no debe interpretarse como un signo de debilidad, narcisismo o falta de carácter. Al contrario, muestra que incluso los más grandes campeones siguen siendo humanos. Este episodio nos recuerda que el ajedrez, al igual que la vida, está lleno de momentos en los que la emoción puede imponerse a la razón.

«La grandeza no reside en no caer, sino en saber levantarse con humildad»

El comportamiento de Carlsen también nos ofrece una lección sobre la importancia de la vulnerabilidad y la necesidad de espacios para gestionar las emociones en el deporte de alto rendimiento. Su posterior disculpa y reconocimiento del momento refuerzan una idea fundamental: la grandeza no reside en no caer, sino en saber levantarse con humildad.

«Humaniza a un genio»

La escena vivida en Stavanger no solo refleja la tensión de un torneo de élite, sino que también humaniza a uno de los mayores genios del tablero. Nos recuerda que el ajedrez no es solo cálculo frío, sino también pasión, orgullo, frustración y deseo de superación. Como todos nosotros, incluso Magnus Carlsen tiene derecho a sentir, a equivocarse y a seguir adelante.


En la imagen de arriba podemos ver a Magnus Carlsen en su duelo contra Wei Yi. foto: Michal Walusza / Norway Chess


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