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El número uno, aún dolido y avergonzado de su derrota más sonada, vuelve a insinuar que podría dejar el ajedrez clásico. Gukesh resucita por segunda vez en dos días y supera a su bestia negra, Arjun Erigaisi.
Magnus Carlsen despachó este lunes a Hikaru Nakamura por la vía rápida. Tablas de urgencia y victoria inapelable en el Armagedón. Luego declara: «Cuando acabe este torneo, debo pensar si jugaré la próxima edición del Norway Chess en 2026 o cualquier otro de ajedrez clásico. Lo cierto es que cada vez me motiva menos». No es la primera vez, ni la segunda, que insinúa algo parecido. Es el cuento del (mate) pastor mentiroso, que alguna vez dirá la verdad.
Leo a Leontxo García en ‘El País’ y no me lo creo. Es decir, creo en la veracidad de la crónica e incluso en la sinceridad del noruego, pero no creo que sea verdad. Tampoco quiero creerlo. El calentón es evidente. El disgusto es comprensible. El ajedrez es otro ejercicio de crueldad que parece pensado para comprobar hasta dónde llega la capacidad de resistencia del ser humano. Todos nos hemos retirado alguna vez, cada uno en su nivel. Y casi todos vuelven.

Bobby Fischer no lo hizo, salvo para hacer caja en la pachanga yugoslava con Spassky, pero sus circunstancias eran muy diferentes. El propio Carlsen comentaba la posibilidad de dejar el ajedrez clásico el pasado mes de marzo, antes de su sonada derrota contra Gukesh. En una charla con Danny Rensch confesaba que es una idea que le viene con frecuencia a la cabeza.
«La motivación viene y va», afirmaba el excampeón mundial, quien ya en 2023 consideró que había «completado» el juego. Luego añadía, más optimista: «La semana pasada jugué un torneo en el que estaba preparado para renunciar al ajedrez por completo y al final mi pensamiento fue: ‘Me encanta este juego y quiero jugar para siempre’». La tentación está ahí y tarde o temprano sucumbirá, pero es inteligente, sabe que tampoco tiene a un Putin contra el que matar el tiempo, como Kasparov, y que no tardaría en arrepentirse.
Huida mental de Carlsen
Lo bueno para él y malo para los demás es que quizá le alcance con el ajedrez rápido y el descolocado (ahora Freestyle Chess). Que sacie con estas variantes su hambre de competición es una posibilidad que a buen seguro medita cada poco tiempo. Veremos lo que ocurre, pero creo y espero que no será esta vez, que lo suyo es solo una huida mental después de su mayor error de la jornada anterior, que no fue perdonarle la vida al indio, sino su reacción posterior. Puede incluso que la teoría de que Gukesh podría tentarlo para competir por el Mundial no sea tan descabellada.
El propio Nakamura alimentó los temores de retirada con otro comentario enigmático, cuando dijo que su partida contra Magnus podría ser la última que disputaban en ajedrez clásico. ¿Tenía información privilegiada o se refería a sí mismo? Él también ha amagado con seguir a sus cosas, las más productivas, si se queda sin opciones de pelear por el Candidatos.
Por lo demás, Magnus sigue jugando como los ángeles. Contra Naka firmó unas tablas exprés, triste despedida si esta es real, porque no tenía cuerpo para otras cinco horas de batalla. Luego dio un recital en el Armagedón y pese a todo pudo no ganar. Su (falso) sacrificio de caballo en la jugada 14, inaceptable para el rival, fue el anticipo de lo que le esperaba al americano. Pero el ajedrez es casi infinito e Hikaru tuvo sus opciones de hacer tablas, pero no todos son capaces de resistir como Gukesh cuando las cosas se tuercen.
Así ganó Carlsen a Nakamura:
Nueva resurrección de Gukesh
El indio, campeón del mundo, tenía otro reto con su historia. Arjun Erigaisi tenía un 6-0 contra él en ajedrez clásico, un resultado que sí es para huir de la competición. Volvió a estar perdido, aún más que contra Carlsen, quizá por la resaca, puede que por su bloqueo mental ante su compatriota, que se había convertido en su bestia negra.
Erigaisi lo tenía atenazado. Gukesh apenas tenía pieza que mover, pero siguió respirando, haciendo jugadas legales y aguardando su oportunidad. Cuando llegó, como el día anterior, no la desaprovechó, una virtud casi tan meritoria como la de resistir.
Caruana, nuevo líder del Norway Chess
En la tercera partida del día, Fabiano Caruana consiguió una ventajita exigua contra Wei Yi. La técnica del gran maestro chino hacía presagiar unas tablas fáciles para él, con un peón menos y alfiles de distinto color, pero el americano fue conquistando el campo enemigo, milímetro a milímetro. Fabi ya es líder del torneo, con 12,5 puntos, por delante de Gukesh (11,5) y de Carlsen (11).
Sara Khadem planta batalla a la campeona del mundo
En el torneo femenino, Sara Khadem empezó bien y logró incluso quedarse algo mejor contra Ju Wenjun, campeona del mundo. La china tampoco es de las que se rinden a la primera, y acabó dando la vuelta a la partida. El ajedrez es así.
Vaishali, que no está en su mejor forma, perdió contra Lei Tingjie. Era el día de las chinas. Y Anna Muzychuk firmó dos tablas contra Humpy Koneru. El segundo empate le valió para ganar el Armagedón.
Foto: Michal Walusza / Norway Chess
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