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Primera victoria en Londres del americano, con un juego espectacular de ataque. El indio sufrió su primera derrota tras un movimiento de torre calamitoso
Los lectores que desconozcan los misterios del tablero me permitirán que me ponga un poco más técnico por un día. Será breve y, por supuesto, tienen permiso para ausentarse, pero merece la pena observar lo ocurrido ayer en el London Chess Classic. Allí, al contrario que en San Luis, el número de tablas es inusualmente bajo y hubo al menos dos partidas que merecen la atención del aficionado.
En la cuarta ronda, solo uno de los cinco duelos acabó con un empate. Vimos además una victoria espectacular de Hans Niemann, que hasta ahora solo había firmado tablas en todos sus encuentros, correctos pero insulsos, después de su demostración en Zagreb. Al terminar, como acostumbra cuando gana, publicó un mensaje pretencioso: «El sonido del ajedrez al hablar vence a los celos». El otro protagonista, en este caso negativo, fue Gukesh Dommaraju, que parecía lanzado hacia una nueva victoria, hasta que un despiste aislado lo mandó a la lona. Ahí sí se escuchó bien el sonido del ajedrez.
Veamos primero la paliza que Niemann le dio al británico Shreyas Royal, el único de los participantes que no es gran maestro. Es cierto que eso atenúa un poco el mérito del estadounidense, pero su sacrificio de caballo en las jugadas 30 y 31 (al principio Royal no se lo come) es brillante. Hans Moke escala hasta la segunda posición, empatado con Jules Moussard y con Gukesh, que perdió una gran ocasión de ocupar el liderato en solitario. Ahora el primer clasificado es el viejo Michael Adams, que viene de ganar el Mundial de Veteranos y que no teme a los jóvenes. Algún lector recordará sus consejos para mejorar en ajedrez.
Es imposible que Gukesh durmiera bien anoche. El gran maestro indio de 17 años, llamado a ser uno de los mejores antes de llegar a los 20, conducía su partida con su habitual pericia. Fue una lucha de enroques opuestos y columnas despejadas, lo que suele anunciar tormenta. En la mutua e insana glotonería, Moussard se había quedado más desguarnecido, pero se le apareció la Virgen. El ajedrecista asiático cometió un error de los que apenas se ven en su currículum. Un inocente movimiento de torre en la jugada 26 resultó ser casi la única continuación perdedora, siempre que su rival acertara con el remate.
El francés no desaprovechó la oportunidad y ‘sacrificó’ su alfil en a3. Parece mentira, pero no solo el alfil era venenoso, sino que la lucha estaba decidida. Siete jugadas más tarde, Gukesh reconocía su derrota, así de cruel y hermoso es el ajedrez.
Y ya que hoy estamos de partidas, espero que os guste aún más la que ganó el propio Gukesh el día anterior, contra el ucraniano Andrei Volokitin. Lo que hace con sus piezas en el enroque contrario no es apto para menores.
Queda mucho torneo y, por lo que hemos visto hasta ahora, espectáculo del bueno. Cada vez parece más claro que es saludable incluir caras nuevas en las competiciones. En Londres las tablas están muy por debajo del 50% de las partidas.