Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 42 segundos
El campeón del mundo volvió a salvarse ante el juego valiente de Gukesh, quien jugó una partida brillante y exhibió su indómito espíritu de lucha
El Mundial de Ajedrez se acerca a su desenlace, después de dejarnos otra jornada emocionante. En la penúltima partida, Gukesh D pudo anotarse una victoria que parecía definitiva, aunque ya sabemos lo que pasó la última vez que lo logró. Él y Ding Liren siguen improvisando a diario el guion de una película sin dueño. Este miércoles le tocó sufrir al campeón, quien estuvo a punto de pagar muy caros un par de errores leves. En los apuros de tiempo, el chino volvió a dar otra exhibición defensiva. Lo suyo fue un recital de cómo responder bajo presión. Está tan acostumbrado a sufrir, que responde con naturalidad y eficacia en las peores circunstancias.
Es cierto que Ding colapsó en la partida número 11, pero en general ha dejado mal a todos los que decían (o decíamos) que en su estado mental le sería imposible hacer frente a la pujanza del joven aspirante. Su naturalidad es tan pasmosa que luego no le duele confesar las jugadas que no vio durante la partida. Es lo contrario a un jugador de póker. Nunca esconde sus cartas ni su sufrimiento interior. La sorpresa procede de su capacidad para reponerse de cualquier cosa.
«Estaba confundido con el orden de movimientos en la apertura de mi oponente», confesó. «Me engañó con su idea de retrasar f4 y también omití sus excelentes movimientos 19. Qe2 y 22. Bf4. Él fue capaz de mejorar gradualmente su posición». Gukesh también reconoció que no había previsto el excelente recurso defensivo del campeón, con 31…Tf8 y 32…Tc7. ¿Cuándo se ha visto tanta elegancia en una rueda de prensa?
Para que sea más fácil seguir sus comentarios, ponemos ya la partida:
Para que el Mundial tenga un componente aún más épico, enfrente tiene a otro ajedrecistas que no despierta menos simpatías. Gukesh es un loco del juego ofensivo. Juan Manuel Bellón, pentacampeón de España que aún es capaz de dar más de un susto a cualquiera, con 74 años, es famoso porque nunca ofrece tablas. Gukesh D ha demostrado que es capaz de hacer lo mismo en la competición más exigente que existe. En la partida número 13, volvió a hacer gala de ello, incluso cuando rehuir el empate suponía grandes riesgos. Si al final Ding Liren acaba cayendo, en buena parte será por la presión constante al que lo ha sometido su rival en las últimas tres semanas. El campeón confesó al final de la partida que estaba «muy cansado».
El 13, por cierto, es el número favorito de Kasparov, uno de los que creen que ninguno de los finalistas será un digno heredero de la corona. En eso lo apoya su sucesor, Vladimir Kramnik, recién castigado por Chess.com. Ambos olvidan algún episodio oscuro de sus biografías deportivas, cuando el hispano-letón Alexei Shirov se clasificó para disputarle el título mundial al primero y entre los dos le prepararon el llamado «timo de Cazorla», para esquivar su candidatura y jugárselo entre ellos. La FIDE de ahora está en entredicho por sus conexiones rusas, no sin razón, pero la de finales del siglo pasado permitía escándalos así, nunca reparados.
¿Llegaremos a las partidas rápidas?
Pero volvamos a Singapur, donde se resolverá otro Mundial en 24 o 48 horas. Ding augura una partida larga, quizá porque sabe que su oponente no se conformará con unas tablas rápidas. No parece que su afirmación forme parte de ninguna guerra psicológica. Gukesh asegura que acudirá al último encuentro de ajedrez clásico con el mismo espíritu de siempre: tratará de hacer las mejores jugadas y dignificar el legado de Anand, quien justo hoy cumple 55 años. El regalo, si llega, tendrá que esperar.
De Gukesh también el optimismo con el que encaja las decepciones. En lugar de pensar que ha perdido la oportunidad de su vida, intenta ser positivo y aprender, sin dar por hecho que era su última opción de alcanzar la gloria. «A medida que quedan menos partidas, hay más en juego», reflexionó. Hoy vine a pelear. Me sentía fresco, seguro. Y tenía una idea genial preparada, así que fue emocionante jugarla. Tal vez me equivoqué, pero en general fue muy buena partida».
En este Campeonato del Mundo estoy viendo a dos tipos de personas, las que desprecian a los dos jugadores y las que, aunque tengan un favorito, simpatizan de algún modo con los dos. Llegados a este punto y, pese a la injusticia que pueda suponer decidir algo tan importante en partidas demasiado rápidas, ver el espectáculo de los desempates no estaría tan mal.
Si tú simpatizas con estas crónicas y el resto de artículos de Damas y Reyes, suscribirte no cuesta nada, pero tiene mucho valor.
La foto es de Eric Rosen para la FIDE