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La británica Sabrina Chevannes denuncia que fue violada por otro ajedrecista cuando era muy joven. Cree que hay «toneladas de historias horribles, pero todavía hay miedo a contarlas».
No hay un Harvey Weinstein de los tableros o al menos no conocemos su nombre, pero el ajedrez lleva semanas inmerso en su propio #MeToo. Catorce jugadoras francesas escribieron una carta de protesta por las «actitudes sexistas y episodios de violencia sexual» cometidas por jugadores, entrenadores, árbitros y directivos. Ya la han firmado más de 150 ajedrecistas, entre ellas la ex campeona del mundo Susan Polgar.
También hay al menos dos grandes maestros suspendidos por la Federación de Estados Unidos y alguna jugadora ha empezado a narrar sus traumáticas experiencias. Sabrina Chevannes, maestra internacional femenina de 36 años, ex integrante de la selección inglesa, es quien ha hablado con mayor crudeza. Su tesis sobre el silencio: «No quieren arruinar la imagen de que el ajedrez es un juego de caballeros», sostiene.
Chevannes, que dejó el ajedrez profesional en 2017, contó en una entrevista en Times Radio que fue violada por otro participante de un torneo cuando era muy joven, aprovechando que estaba borracha. Se despertó en el cuarto de ropa del hotel, desorientada. «Sufría tanto dolor que luego apenas podía sentarme durante las partidas, mientras el agresor y sus amigos se vanagloriaban».
Artículo completo en LOC (La Otra Crónica. El Mundo), publicado el 24 de septriembre.
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