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José Antonio Ramos ha escrito una hermosa novela juvenil que, como nuestro juego favorito, puede ser disfrutada a cualquier edad
Hacía demasiado que no hablábamos por aquí de libros. Hoy os recomiendo ‘Fede y el ajedrez’. Con limpieza narrativa y una trama emotiva, centrada en dos personajes fantásticos, José Antonio Ramos (Madrid, 1972) hace su particular aportación a la literatura ajedrecística con una novela juvenil que da gusto leer, por muchos motivos. Zweig, Nabokov, Maurensig, Pérez-Reverte y otros autores han ideado grandes historias en las que el juego tenía una importancia capital, algunas de ellas llevadas luego al cine con diverso acierto. Walter Tevis escribió ‘Gambito de dama’ y murió sin imaginar el éxito que tendría la serie varias décadas después. Con ‘Fede y el ajedrez’ también se podría hacer un guion estupendo.
‘Fede y el ajedrez’ cuenta una historia de amistad y superación que ha editado con ayuda del club y escuela Ajedrez con Cabeza, un sitio que si vives en Madrid deberías conocer. «El ajedrez no tiene barreras. Y este libro es prueba de ello», asegura Rey Enigma en el prólogo. Pero cedamos la palabra a Ramos, para que nos explique directamente cómo se le ocurrió la historia y qué motivos lo llevaron a escribirla. También nos explica, hasta donde se puede, de dónde surgió Fede, un niño único envuelto en el misterio.
«Escribir esta novela ha sido un proceso largo, que ha crecido con el tiempo. La idea primigenia llegó con el tablero firmado por Karpov. Una persona con la que trabajé hace años me habló del pasado ajedrecístico de su padre y de un tablero firmado por Karpov tras unas simultáneas en Madrid. Esta idea chisporroteó en mi cabeza. Yo ya llevaba tiempo con la idea de escribir una novela juvenil sobre ajedrez, había tomado algunas notas aquí y allá y me lancé a la escritura. Después de tantos años, he descubierto que soy lo que llaman un ‘escritor de brújula’, de los que comienzan a escribir a partir de unas pocas ideas y van descubriendo detalles de la historia en el proceso. En esta historia fue así. Las escenas, los personajes y las distintas tramas surgieron y se perfilaron al compás de la escritura sin ningún diseño previo».
¿Que nos puedes decir de los personajes que te inspiraron?
Hay mucha vida escolar en el relato. Soy profesor de Religión y mi mundo son los niños. Han pasado miles en mi carrera docente. Fede nació en el aula, tiene el nombre y apellidos, y, como señalo en el epílogo, es un secreto que guardo con cariño y cierto gusto por el misterio: el niño en cuestión ni se lo imagina. El personaje de Fran nació de mis años de asociacionismo en una parroquia de Hortaleza. Allí compartí con otros jóvenes experiencias vitales que me han construido como persona. De todas ellas, el proyecto de integración con discapacitados se cuenta entre las más especiales. Tuve el privilegio de convivir con verdaderos héroes, personas que tratan de superar durísimas circunstancias para vivir la vida como uno más. También conocí a padres y madres de una casta muy especial, como Miriam, Sergio y el entrañable tío Alberto.
Hablas de trampas en unos niveles muy básicos, en torneos de niños. ¿Has visto muchas?
He sido ‘padre sufridor’ durante muchos años acompañando a mi hijo mayor a torneos. Tengo que decir que siempre me he encontrado un respeto mayoritario con respecto a las trampas, pero sí es cierto que algunas he presenciado. En el libro narro el suceso con una gran dosis de ficción en cuanto a la forma, no así en cuanto al fondo. Digamos que el padre en cuestión se desenvolvió con otras mañas. Eso sí, me no me consta que el resultado en la partida fuese tan trascendente como en el libro.
¿Los padres pueden ser lo peor del ecosistema?
Es cierto que existe ese perfil. Seguramente exista en cualquier otra actividad, no solo en el deporte. Estoy pensando en un niño que destaque tocando un instrumento, por ejemplo. Es posible que el talento precoz despierte expectativas insanas en algunos padres. En el ajedrez, ligado socialmente a la alta inteligencia, el riesgo puede ser mayor, si cabe.
¿Se puede disfrutar del ajedrez sin competir, como pretende Fede?
Rotundamente, sí. Lo veo en mi grupo de personas mayores en el club Expansión de Hortaleza cada semana. Algunas de ellas se embarcaron en la aventura de competir en la Tercera Madrileña, pero otras prefirieron mantenerse en nuestras clases de los viernes, en las partidas amistosas de club y en la resolución de los problemas que les envío cada semana por Whatsapp. Hablo en femenino, porque es la seña de identidad de este grupo tan querido para mí.
José Antonio Ramos termina reiterando su agradecimiento a Pedro Vicente, de Ajedrez con Cabeza, ya que es «uno de los artífices de que ‘Fede y el ajedrez’ salga a la plaza pública». «Sin su confianza, sin su ayuda, sin su apoyo, hubiera sido mucho más difícil dar a conocer la historia de Fede», remata el autor del libro.