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‘Majo’ rompió con su familia y se fue de casa, su novio le enseñó los secretos del tablero y acaba de ganar el campeonato nacional
María José Campos no es una ajedrecista normal. La nueva campeona argentina no sabía jugar a los 15 años, una edad a la que si no eres gran maestro apenas tienes futuro en los tableros. Con esa edad tan prematura, Majo rompió con su familia y se fue a vivir con su novio, que ahora es su marido. Él le enseñó los primeros secretos del tablero y ella se enamoró del ajedrez. El juego abrió los ojos y cambió la vida de una mala estudiante que empezó a querer «aprenderlo todo».
La jugadora del club Obras (Club Atlético Obras Sanitarias de la Nación) ganó el título en Buenos Aires, donde cabe destacar la ausencia de Candela Francisco, reciente campeona del mundo juvenil. Campos logró 7,5 puntos en nueve partidas. Pero más allá de su gran torneo, en el que se recuperó de una derrota temprana y acabó ganando en la última ronda a la favorita, Anapaola Borda (2261), lo que llama la atención es su trayectoria personal.
Mi amigo Carlos Ilardo ha hablado con la jugadora y ha publicado una excelente entrevista con ella en Infobae. Majo, como la llaman sus amigos, nació en La Plata hace 24 años y desborda alegría por su triunfo: «Parece mentira que hace solo seis años estaba jugando mi primer campeonato argentino y hoy, después de tantas horas de esfuerzo y dedicación, pude alcanzar una de mis metas. El tiempo y la paciencia son fundamentales para todo, y el ajedrez te enseña eso».
«La máquina no va a venir a salvarte»
Hay jugadores tímidos que se transforman en auténticas bestias sobre el tablero, y viceversa, pero la forma de jugar refleja a menudo la personalidad del ajedrecista. Campos es peleona y canchera, amiga del cuerpo a cuerpo. «Yo soy una luchadora porque mi vida ha sido una lucha. En el juego se refleja la vida de uno; cómo enfrentarse a las buenas y malas situaciones. Aprendí a manejar mis nervios, los pensamientos negativos, a mejorar la autoestima, planificar mis pasos, a darle tiempo al aprendizaje y al estudio para pensar y razonar mejor», explica.
Es también una amante de la creatividad humana: «El ajedrez te inspira a ser inventivo. Si te aferrás solo a lo que dicen los módulos, vas a destruir tu creatividad; al momento de la partida estás vos y tu rival. La máquina no va a venir a salvarte».
Lo de salvarse no es una frase hecha. Majo no tiene relación con sus padres ni con su hermano. «Tal vez el paso del tiempo ponga las cosas en su lugar», dice. En su casa no se promovía el estudio ni el deporte». Por eso se fue de casa sin saber qué hacer con su vida, porque su mala trayectoria como estudiante no le permitía estudiar la carrera de Ingeniera Civil. El ajedrez fue un flechazo providencial: «Cuando vi los movimientos de las piezas, el juego me cautivó. Enseguida me enamoré del ajedrez. Yo nunca había practicado un deporte y por primera vez en mi vida sentí la necesidad de sumergirme en el hábito de la lectura. Quería aprenderlo todo».
Roberto Grau, Yusupov y Dvoretsky fueron sus primeros maestros. Majo también habla de las diferencias de género. Cree que las mujeres en el ajedrez «cada vez son más y esto va a seguir creciendo». Agradece la aportación de la serie ‘Es verdad que la serie ‘Gambito de dama’ y no tiene claro su futuro: «Yo hoy estoy jugando ajedrez, pero tal vez mañana me gustaría ser mamá y no sé si podré hacer las dos cosas». Pero es mejor que leas la entrevista completa de Ilardo en Infobae.
Fotos: Federación Argentina de Ajedrez (FADA)