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Análisis de los ajedrecistas de las dos selecciones, tablero por tablero, en el Campeonato de Europa por equipos. Ana Matnadze, medalla de bronce en el cuarto tablero
España no lo ha hecho bien en Montenegro. El Campeonato de Europa por equipos era un torneo largo y duro, en el que no han faltado momentos brillantes, pero el balance general es negativo. La selección femenina partía en el puesto 9 y terminó en el 11. Se le puede dar un aprobado raspado y generoso, aunque el capitán, Iván Salgado, dejó dicho que su objetivo era conseguir una medalla. El equipo absoluto, que partía como la sexta selección más fuerte, acabó en decimoséptima posición. Un naufragio colectivo, pese a los grandes esfuerzos individuales.
El equipo femenino empezó y terminó bien, lo que suele ser sinónimo de éxito, pero en medio dejó escapar demasiadas oportunidades. Después del prometedor comienzo, sobre todo tras su triunfo ante Georgia en la segunda ronda, parecía que aspiraba a todo. Luego, las francesas y las búlgaras, dos equipos muy en forma, nos bajaron los humos. A partir de ahí las españolas alternaron derrotas y triunfos sin terminar de asentarse nunca.
La última jornada, en el doble duelo contra Rumanía, fue un fiel reflejo del estado del ajedrez español. Ellas vencieron 3-1, resultado engañoso tras una montaña rusa de emociones y alternativas, y ellos se estrellaron (1,5 a 2,5) contra un equipo que partía con la segunda mejor media de Elo.
Notas de las jugadoras
Mesa por mesa, las ajedrecistas españolas salvaron el tipo, cada una a su manera. Marta García se encontró con el regalito de ocupar el primer tablero y lo defendió con orgullo. Terminó con el 50 por ciento de los puntos y una pequeña ganancia de Elo. Seguro que la próxima vez se lo cree más y rinde a un nivel aún mayor. El último día pudo despedirse con otra victoria, aunque también es cierto que pudo perder del mismo modo, pese a que entró en un final con peón de más. Solo con mejorar la gestión del tiempo ya tendrá mucho ganado.
Sabrina Vega terminó con saldo positivo, una sola derrota y un juego muy estable. Sus compañeras sabían que podían contar con ella en cada ronda. Con más Elo que Marta y rivales un poco más débiles, es normal que sus resultados también fueran mejores. Su actuación no ha sido espectacular, pero nadie se puede quejar de su rendimiento. 5,5 puntos en 9 partidas.
Inés Prado, menos experta en grandes torneos, empezó bien pero luego perdió tres partidas seguidas, eso sí, contra rivales mejores que ella en teoría. Pese a todo, no debía de estar bien de confianza y Salgado optó por dejarla en el banquillo en las últimas rondas.
La apuesta de colocar a Ana Matnadze de cuarto tablero salió bien, pero solo hasta cierto punto. Hoy mismo ganó una partida que tuvo perdida casi todo el tiempo, con lo que conquistó la medalla de bronce. Con recursos inagotables en posiciones desesperadas, acabó con 5,5 puntos. No se le puede reprochar nada si hablamos de espíritu de lucha, pero debería haber conseguido algún punto más e incluso el oro personal, porque jugó casi siempre contra rivales inferiores. Si saliera mejor de las aperturas se daría un festín.
Tatiana Grabuzova, campeona de España de veteranas, llegó al equipo con cierta polémica, pero luego demostró ser una pieza más que fiable. Es la única que termina invicta, con tres puntos en cinco partidas. Alguno pensará que son pocos para el cuarto tablero, pero por Elo y quizá por edad ha hecho lo que le correspondía, como demuestra que ha subido unos pocos puntos Elo y que no anduvo muy lejos de conseguir una medalla individual.
Descalabro masculino
Como en todo cuadro, el equipo dirigido por David Martínez también tiene sus matices, pero en conjunto el desastre ha sido indiscutible. Los ajedrecistas españoles estaban tan erráticos que era incluso difícil saber quién estaba más en crisis. En plena forma no había ninguno y el banquillo tampoco respondió como debía. Lo más curioso es que Jaime Santos, que parecía atravesar el peor bache, fue el único que acabó arañando unos pocos puntos Elo en Budva.
En el ingrato primer tablero, David Antón dio la cara. Eso es innegable. Terminó con el 50 por ciento, después de ganar una partida, perder otra y entablar siete. Está en sus registros, pero lo hemos visto rendir mucho mejor en terrenos de juego más difíciles.
De Jaime Santos, lo dicho: cinco puntos y medio en nueve rondas no están mal casi nunca. En Montenegro fue el séptimo mejor segundo tablero, con tres victorias y una sola derrota, que es un balance bastante digno y debería ser el principio de un nuevo despegue en busca de los 2700 puntos. Ahora están lejos, pero tiene calidad para volver a intentar el salto.
El caso de Alexei Shirov recuerda al de Ana Matnadze. Vive sobre el alambre y, si juegas a su lado, es mejor no mirar demasiado el tablero. Lo difícil es quizá que no te llegue el humo, aunque sabes que al final tiene oficio y un gran dominio de los finales. Para ser un cincuentón, se mantiene en muy buena forma. Terminó con cinco puntos de nueve posibles.
Eduardo Iturrizaga sorprendió para mal, después de ganar su tercer campeonato de España consecutivo. Jugó muy poco, ante su evidente bajón. Un punto y medio en cuatro partidas contra rivales inferiores es un resultado pobre.
Daniil Yuffa era el tablero suplente, que como Grabuzova acabó de titular. Su 50 por ciento sabe a poco, también contra oponentes que siempre tenían menos Elo que él. En mejor momento de forma no habría perdido su partida contra el rumano Constantin Lupulescu, por ejemplo.
Con todo lo visto, el balance general es negativo. No hemos tenido actuaciones desastrosas, pero han faltado líderes que tiraran del carro, unos porque bailaban siempre con la más fea y otros porque no estaban en buen momento.
Medallas para Ana Matnadze y Magnus Carlsen
En la clasificación general absoluta, ganó Serbia, seguida de Alemania (con los mismos puntos) y Armenia. En la femenina, el oro fue para Bulgaria, seguida de Azerbaiyán y Francia.
Por tableros, Magnus Carlsen fue el mejor primero, pese a que no estuvo del todo fino. El noruego confesó incluso que no jugó la última ronda por motivos egoístas, para asegurar la medalla. «Nunca había ganado un oro individual en un Europeo por equipos o en una Olimpiada», se justificó, antes de añadir que además estaba cansado. El serbio Alexey Sarana fue el mejor en el segundo tablero, el georgiano Baadur Jobava en el tercero y el francés Maxime Vachier-Lagarde en el cuarto. Como mejor suplente quedó el serbio Velimir Ivic.
También de Serbia procede la mejor ajedrecista del torneo, Teodora Injac. El oro en el segundo tablero fue para la búlgara Nurgyul Salimova, que sigue en racha (Sabrina fue octava), la mejor tercera fue la georgiana Meri Arabidze, y la francesa Pauline Guichard destacó en el cuarto tablero, en el que Ana Matnadze logró la medalla de bronce. La mejor suplente fue la serbia Tijana Mandura, mientras que la española Tatiana Grabuzova quedó en sexta posición.
En la imagen de arriba, la selección española, con Eduardo Iturrizaga (izquierda), Alexei Shirov, David Martínez (de pie), Jaime Santos y David Antón. Foto: Mark Livshitz
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