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La gran maestra femenina se sobrepuso al confinamiento y a los contratiempos de la guerra para reunirse con su pareja al otro lado de Europa. Instalada en nuestro país, ganó el campeonato de España de veteranos y ya ha debutado con la selección femenina. José Fernando Blanco se estrena también como autor en Damas y Reyes.
En noviembre pasado se celebró en Budva (Montenegro) el Campeonato de Europa de Selecciones Femeninas. En el equipo español figuraba un nombre poco conocido hasta ahora: el de Tatiana Grabuzova (Kazán, Rusia, 1967). Aunque su inclusión en el equipo nacional provocó una cierta polémica, Tania (como prefiere que la llamen) completó una buena actuación, siendo la única del equipo que terminó imbatida.
Pero ¿quién es Tania? ¿Cómo ha llegado a jugar con bandera española? ¿Es un caso más entre otros maestros rusos a los que la guerra ha impulsado a emigrar? En lo que sigue, el lector podrá conocer mejor a esta jugadora y descubrir, entre otras cosas, que los motivos de su cambio de aires no fueron bélicos, sino todo lo contrario.
Un mes antes del Campeonato mencionado, Federico Marín tuvo ocasión de entrevistarla. En la conversación entre amigos participaron dos personas más, a las que presentaremos más adelante. Un cuarto colaborador (José Fernando Blanco) seleccionó los momentos más interesantes de la entrevista, intercaló algunos datos biográficos e incluso aportó algunas fotos.
—Todo lo que digas puede ser usado…
—…en mi contra, entiendo, jajaja.
(Tania entiende bien el castellano, pero todavía prefiere expresarse en inglés, aunque cada vez se anima más con nuestro idioma).
—¿Cómo ha ido el torneo? ¿Cómo te has encontrado? ¿Qué esperabas?
(Federico se refiere al Campeonato de España de Veteranos, que terminó esa misma mañana de octubre. Tania se proclamó, por segunda vez consecutiva, campeona femenina en la categoría de más de 50 años. Esta vez lo consiguió, además, terminando imbatida, haciendo tablas con cuatro maestros internacionales y manteniendo hasta el último día opciones de lograr el título absoluto. En la foto que sigue la vemos enfrentándose al MI Luis María Campos.)
—No esperaba nada; solo quería jugar y ver qué pasaría, porque mis últimos torneos, durante más de un año, no fueron muy buenos. Pero en el último que jugué, en Guardamar de Segura, me fue un poco mejor, así que aquí esperaba seguir en esa línea. Fue importante que Iván Salgado —capitán de la selección femenina— me enviara información sobre algunas aperturas. Aquí usé tres de sus ideas contra maestros internacionales. Y no solo ideas: siguiendo sus recomendaciones recuperé una comprensión más «normal» del ajedrez; porque uno de mis problemas es que, al no tener un entrenador desde hace muchos años, principalmente uso el módulo para analizar, y creo que no es la mejor manera de hacerlo. Así que he estado tratando de cambiar mi mentalidad de nuevo al ajedrez humano. No sé cuánto tiempo me va a funcionar, pero ahora es como un soplo de aire fresco en mi mente.
—El mes que viene juegas con la selección española femenina. ¿Te hace ilusión formar parte del equipo? ¿Cómo te han acogido las otras chicas?
—Sí, siento curiosidad por ver cómo se me da la vuelta al ajedrez “serio”. En cuanto a las chicas del equipo, todavía no las conozco. Hablaban de una reunión en Marbella, pero todavía no hay fechas.
(Tania Grabuzova es Gran Maestra Femenina (WGM) desde 1994. Entre otros títulos, cuenta con cinco Campeonatos Femeninos de la ciudad de Moscú, la Copa de Rusia Femenina (1992) y el Campeonato Femenino de Alemania. En 2002 llegó a superar los 2400 puntos de Elo, un registro equivalente al de un Maestro Internacional. Hasta 2019 se mantuvo regularmente por encima de los 2300, aunque redujo su actividad deportiva para dedicarse a la formación.)
—¿Cuántos años llevabas apartada del ajedrez serio?
—Diría que más de quince años.
—¿Y por qué lo dejaste?
—Porque empecé a ganar dinero como profesora, y tienes que elegir: ganar dinero dependiendo de cómo juegues en los torneos o ganar dinero seguro dando clases. Y también sentía que en aquella época empezaba a faltarme la energía para jugar contra los jóvenes.
—Y aparte del dinero, ¿te gusta más jugar que dar clases?
—Si puedo elegir, prefiero jugar. Dar clases tiene una paradoja: lo más difícil es el entrenamiento de alto nivel, tiene más responsabilidad; pero se gana más dinero dando clases a principiantes.
—Ayer hablabas de cómo cambió todo en la Unión Soviética. ¿Cómo fue ese cambio para ti? Tú antes jugabas profesionalmente…
—Profesionalmente, por supuesto, la vida era más cómoda en la Unión Soviética. Pero en general es mejor ahora, porque hay más opciones.
—¿Qué sentiste cuando la Unión Soviética colapsó y perdiste tu sueldo como ajedrecista?
Quien ha formulado esta pregunta es José Ángel (Madrid, 1961), del que tendremos ocasión de hablar más en detalle.
—En ese momento no fui muy consciente de eso. No era una buena situación, pero al mismo tiempo en 1990 empecé a jugar torneos en el extranjero. Comprendí que había otros modos de ganar dinero con el ajedrez. Era una situación interesante, una vida completamente diferente. Y en 1993 empecé a jugar para un club alemán y pude jugar en torneos alemanes con premios desconocidos para un ajedrecista soviético hasta entonces.
—Tú has tenido grandes éxitos como jugadora…
—En Alemania, durante unos años. No grandes, pero me fue bien.
—¿Y en equipos? Incluso en Campeonatos del Mundo, ¿no?
—Jugaba en un club, con el que me proclamé Campeona de Rusia con el equipo femenino, pero en Rusia había mucha competencia para entrar en las selecciones nacionales; nunca lo conseguí. Quizá porque no me veía entonces como una ajedrecista profesional. No tenía un buen repertorio de aperturas, eran líneas poco sólidas. Sobre todo, quería disfrutar jugando.
Una foto y una canción cada día
—¿En qué año decides irte de Rusia?
Esta pregunta, y alguna más de las que siguen, las formula Julio (Madrid, 1960), que, como Tania, José Ángel y Fede, participó en el mencionado Campeonato de Veteranos. La pregunta provoca algunas dudas, porque alude a una evolución que tuvo lugar a partir de 2018 y que llevó a Tania a dejar su vida en Rusia y venir a España.
—¿Cuándo tomé la decisión final? Creo que fue a comienzos de 2022.
—Y nos casamos en verano de 2022.
De nuevo habla José Ángel y nos da una pista sobre el motivo de la presencia de Tania en España. Los dos se conocieron y fueron teniendo una relación cada vez más cercana a lo largo de varios Campeonatos Mundiales y Europeos de Veteranos. En 2020, cuando ya habían decidido unir sus vidas, estalló la pandemia: durante año y medio estuvieron confinados cada uno en un extremo de Europa. Sobrellevaron el alejamiento con largas teleconferencias, y también intercambiando diariamente por Telegram una foto y una canción. Por fin, en el otoño de 2021 Tania logró visitar Madrid en una combinación de vuelos digna de Mijail Tal.
—En Rusia siguen algunos de tus seres queridos. ¿Cómo reaccionaron a este cambio?
—Mi madre tiene casi 82 años y vive en Kazán. Su primera reacción fue de gran sorpresa, pero ahora está contenta porque me ve feliz en mi nueva vida. Respecto a mi hija, a sus 36 años es independiente desde hace casi diez años y lo ha aceptado con total naturalidad. Y está deseando visitarnos aquí.
—¿Notaste que el cambio, ese período de adaptación a tu nueva vida, repercutiera en tu juego?
—Sí, pero no creo que solo este cambio, pues antes de eso ya empecé a perder Elo, en la primavera de 2019. Estuve dos o tres años sin jugar y después empecé a jugar en torneos de veteranos. En el primero mi juego fue brillante, el segundo más o menos bien, pero después no tanto. A pesar de todo, en estos años, ya como veterana, fui campeona del Mundo y Europa femenina por equipos y campeona de Europa individual.
—¿Cómo y por qué empezaste a jugar?
—La verdad es que no recuerdo el momento en que aprendí a jugar, así que debió de ser con dos o tres años como mucho. Después, con ocho años, empecé a ir a clases en un centro deportivo que quedaba entre mi casa y el colegio. Fui allí durante medio año, pero lo dejé cuando la profesora se tomó la baja por maternidad. Hasta tres años más tarde no volví, porque me invitaron a un torneo por equipos en verano. Fui y me gustó. Era un sitio muy agradable, en verano, sin padres… Fue la primera vez que jugué con reloj y planillas. Recuerdo que perdí mi primera partida en nueve movimientos, pero me gustó sobre todo el ambiente, gente muy maja. Por eso empecé a ir a más torneos, porque me gustaba sobre todo el ambiente.
—Hoy muchas mujeres ajedrecistas se quejan de que el entorno de un torneo no es seguro para ellas. ¿Has tenido esa sensación alguna vez?
—No, nunca. El ambiente era bueno. Lo único malo que recuerdo es el olor a humo, porque la gente fumaba mucho.
—¿Tenías muchas amigas que jugaran?
—En aquella época no tenía muchas amigas en general, pero tenía una buena amiga muy cercana, jugábamos en el mismo equipo, y hacíamos cosas juntas.
—¿Eras una niña normal?
—No sé, jajaja… En general creo que sí. Antes de decidirme por el ajedrez, practiqué también patinaje artístico de los cuatro a los ocho años. También tomé clases de natación durante tres años. El ajedrez era mi tercera opción. Creo que es importante que los niños tengan tantas opciones como sea posible. Mi problema es que mis padres me decían que, si me decidía por algo, tenía que continuar, así que me costó decidirme.
Las mujeres y el ajedrez, tema recurrente
—¿Crees que las mujeres pueden competir contra los hombres de tú a tú, como hizo Judit Polgar?
—No creo.
—¿Por qué?
—Buena pregunta… Creo que en ajedrez la energía es importante. Más que la energía, la capacidad de mantener la concentración durante mucho tiempo. En fútbol puedes fallar un gol, pero después puedes marcar. En ajedrez, a menudo, estás sentado tres horas, cometes un solo error y ya has perdido. A veces, contra jugadores muy fuertes, he sentido la presión de su energía. Muchos rivales de Kasparov, por ejemplo, dicen algo parecido. Recuerdo un gran maestro, no muy fuerte, que decía que Kasparov era como una aspiradora que le absorbía la energía.
—¿Y eso no es posible para una mujer?
—No… Para Polgar puede ser, pero en general no creo, aunque una mujer pueda ganar puntualmente a un hombre teóricamente más fuerte que ella. Yo, por ejemplo, gané a Lev Psakhis. Pero son excepciones.
Veamos la partida que Grabuzova ganó al GM Psakhis:
—A veces has sugerido también que los cambios hormonales…
—Sí, también influyen en la concentración. Leí que en las mujeres los cambios hormonales suceden cada pocas horas, varias veces al día. Pero en los hombres los cambios tardan años en darse. Por otro lado, las mujeres teóricamente tenemos mejor intuición, pero menos capacidad para recordar información de aperturas y finales. De todos modos, todo esto no es suficiente, especialmente ahora, cuando la capacidad de cálculo tiene tanta importancia.
—¿Entonces no acabas de creer que la superioridad masculina en ajedrez se deba solo a la mayor cantidad de hombres que juegan?
—Sí, también, pero creo que no es suficiente explicación.
—Sería interesante ver la lista de Elo de Georgia, donde las mujeres juegan al ajedrez tanto como los hombres. Posiblemente la lista Elo de Georgia esté más repartida.
Es José Ángel quien plantea esta cuestión, que desde casa es fácil de contestar. Las cifras que siguen representan el número de mujeres entre los cien primeros (hombres o mujeres) de cada país. Los países incluidos son los cinco primeros del ranking femenino, por el orden mostrado:
China | 20 |
India | 6 |
Rusia | 3 |
Ucrania | 5 |
Georgia | 30 |
—¿Por qué Georgia?
—He oído que en tiempos de la Unión Soviética, en Georgia, y quizá también en Azerbaiyán y Armenia, era valioso para los novios que las chicas, antes de casarse, recibieran una educación universitaria e, incluso más importante, la obtención del título de Maestro Nacional, o superior, en ajedrez, lo que demostraría unas dotes intelectuales muy respetadas en esas sociedades.
—También se dice que el mundo del ajedrez está muy masculinizado y muchas chicas dejan de jugar por eso. Por tu experiencia, ¿has visto algo así? En tu entorno, ¿dejaban el ajedrez más las chicas que los chicos?
—Sí, es verdad. Recuerdo una conversación con el padre de Gata Kamski, en la que dijo que es importante haber conseguido algo más o menos a los catorce o quince años. A esa edad, tanto chicos como chicas, si no han tenido algún logro importante, empiezan a pensar en otras cosas. Pero puede que esto sea más acusado en las chicas.
—¿Está bien que haya torneos separados para chicos y para chicas?
—Cuando yo empecé a los doce años, los torneos eran mixtos; no tenía ni idea de que pudiera haber torneos separados. Durante esos años participé en competiciones por equipos de colegios: primero por distritos, después por ciudades, por regiones… Todas esas competiciones eran mixtas entonces. Ya a partir de mis catorce años empecé a participar regularmente en competiciones separadas.
—Salgado dice que los entrenadores de ajedrez, los profesores, son menos exigentes con las chicas, y por eso se conforman a veces con menos.
—En la URSS no pasaba eso. Por ejemplo, Shereshevski, el entrenador que me invitó a Minsk cuando yo tenía dieciséis años, decía que podría trabajar con cualquier chico o chica y hacerlo maestro nacional. Sin embargo, es verdad que a las chicas nos daba sobre todo información para que estudiáramos, y con los chicos trabajaba de forma más creativa, con posiciones concretas.
—Tú eres una jugadora veterana, has vivido la época pre-internet y la actual. ¿Cómo viviste esos cambios?
—No solo internet, sino también el ordenador. Con los módulos puedes preparar en veinte minutos lo que antes te llevaba tres horas. Para los profesionales es ventajoso, porque ellos van a emplear de todos modos esas tres horas, con el resultado de que se van a preparar mucho mejor contra ti. Antes de los ordenadores yo jugaba 1 b3 y me iba bien. Ahora la gente, si sabe que vas a jugar b3, puede prepararse muy bien en poco tiempo.
—Hace poco vi un documental sobre una chica rusa que practicaba gimnasia rítmica y se ve que el método de entrenamiento es durísimo. La entrenadora es muy exigente, la chica llora, pero acepta la situación y sigue entrenando. ¿Eso sucede en ajedrez?
—Buena pregunta. Yo entrenaba patinaje artístico y natación, como dije antes; y creo que en ambos casos lo dejé por esta actitud de los entrenadores, principalmente. En ajedrez no me exigían tanto y el ambiente era más amigable.
—¿Eso sigue siendo así, o ha cambiado?
—Hasta donde yo sé, más o menos todo sigue igual entre entrenadores y alumnos, aunque a veces son los padres los que exigen más. Recuerdo un torneo infantil en Moscú, en el que una de mis estudiantes participó por primera vez. Su madre se sorprendió por el trato de otros padres a sus hijos, y le pregunté qué le parecía ese ambiente. Me respondió: «No sabes cómo es la cosa en tenis… Conozco a una niña que tiene que volver a casa en el maletero del coche cuando pierde un partido».
—Si tuvieras que decir tres o cuatro ajedrecistas que te han influido o que te gustan, ¿a quiénes nombrarías?
—Me gusta Judit Polgar, claro. Y admiro por supuesto a Nona Gaprindashvili, que sigue jugando a su edad.
—¿Y entre los hombres?
—Es difícil de determinar, porque la pregunta puede referirse a jugadores que conozco personalmente o bien a jugadores fuertes en general. Por ejemplo, conocí personalmente a Andrei Kharlov, un gran maestro que estaba casado con una amiga mía. Cierta vez, durante un torneo, yo no sabía qué jugar contra el gambito de dama aceptado, y él sencillamente me dio una serie de indicaciones generales que me fueron muy útiles y me impresionaron mucho.
(Andrei Kharlov estaba casado con la MI Elena Zaiats. Kharlov destacó sobre todo como entrenador. Formó parte del equipo de Kasparov y este lo recomendó para dar clases en la Escuela de Ajedrez Marcote para jóvenes talentos en Vigo. Allí estuvo un año y dejó un gran recuerdo por sus dotes educativas y su personalidad. Murió a los 46 años por causas no publicadas.)
—¿Y jugadores fuertes en general?
—Botvinnik, por ejemplo. Me gustó mucho su colección de partidas comentadas por él mismo. Kasparov, por supuesto. Carlsen, que puede sacar agua de las piedras…
—Carlsen dice que le aburre el ajedrez clásico y aboga por torneos a ritmos más rápidos. ¿Qué opinas de eso?
—Sí, dice que le aburre el ajedrez clásico, pero no suele jugar ajedrez 960.
(En el momento de publicar esta entrevista, cuatro meses después de realizarse, Carlsen acaba de jugar precisamente un torneo de ajedrez 960.)
—¿Y lo que propone Kramnik de jugar sin enroque?
—Me parece aburrido, hay menos opciones de ataque. Para Kramnik puede ser, porque es un jugador muy posicional, pero para Nakamura, por ejemplo, no tanto.
Las trampas, tema no menos recurrente
—¿Has conocido casos de trampas?
—Precisamente ella —interviene José Ángel— estaba jugando contra el maestro internacional belga Stefan Docx cuando este fue expulsado del torneo de Benidorm por hacer trampas.
—¿Y esa partida no terminó?
—No, me la dieron por ganada. Pero al final el torneo no sirvió para Elo. La primera vez que me pasó algo parecido fue en un torneo en Moscú. Me tocaba jugar contra un jugador joven y otro participante, amigo mío, me dijo que creía que mi rival era un tramposo. A partir de ese momento, no pude concentrarme en la partida, y la mera sospecha de trampas fue posiblemente peor para mí que si las estuvieran haciendo realmente.
—En el futuro, los métodos para hacer trampas en ajedrez van a ser muy difíciles de detectar. ¿Qué crees que va a pasar con el ajedrez, tanto en vivo como por internet?
—Creo que en las generaciones de jugadores que progresan desde el principio con ordenadores no será fácil detectar las trampas, y esto puede ser un problema serio. Recuerdo una historia interesante sobre un joven ajedrecista de nuestra escuela, un alumno reciente. Tenía un modo de razonar poco usual. No necesitaba entrenador realmente; con el ordenador le bastaba. En un torneo hubo un gran escándalo, pues sospechaban de él por su estilo de juego tan raro. Dubov incluso intentó registrarlo. Al final quedó claro que no hacía trampas y Dubov y él se hicieron buenos amigos; aunque su amistad acabara trágicamente poco después.
(Urii Eliseev cayó desde el balcón de un duodécimo piso en unos apartamentos de Moscú en 2016. Su amigo Dubov dijo que había resbalado al intentar llegar al balcón desde una ventana. Eliseev era aficionado al parkour, y para él era normal entrar por las ventanas en vez de por las puertas.)
—¿Has visto la película sobre el mundial Karpov-Korchnoi en Baguío, en 1978?
—Sí, es interesante, pero la imagen que da de Karpov es demasiado favorable. Karpov es el bueno, Korchnoi el malo, todo es muy «blanco y negro», no hay matices. Creo que por eso esperaron a que murieran Korchnoi y su mujer, para que no pudieran ofrecer su propia versión de los hechos.
—¿Notaste la presencia de la KGB en los años de la Unión Soviética?
—Por supuesto, estaban en todas partes, y se sabe que ciertos jugadores eran agentes. Pero no puedo decir que fueran malas personas. Kasparov y otros notaron a veces que los seguían, pero en general era más por protección que por vigilancia. Hubo casos muy claros de seguimiento y presión, como el de Gulko, pero en general creo que se exageraba sobre este tema.
A partir de aquí, la entrevista se va convirtiendo en una conversación relajada entre amigos. Los temas son interesantes, pero no aportan mucho más al perfil de nuestra entrevistada, por lo que creemos que es buen momento para cerrar este artículo.
En la imagen de arriba, Tania Grabuzova posa con el trofeo como campeona de España de Veteranos. Foto: FMB / Damas y Reyes
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor
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