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Phil Hellmuth condena que los jugadores usen la excusa del Covid para taparse la cara, critica que Ike Haxton juegue siempre con una mascarilla puesta y reabre un debate interminable
La polémica no es nueva. Hace años, Daniel Negreanu criticaba el uso de las gafas de sol en los torneos de póker. Por supuesto, se refería a las partidas en vivo. Ahora ha sido otro astro del naipe, Phil Hellmuth, quien ataca a los que se tapan con mascarillas para jugar, como Ike Haxton, que no se las ha quitado en la era post-coronavirus. «Nadie debería poder cubrirse la cara a menos que use sus propias manos para hacerlo. Esto no es póquer por internet. Los ‘tells’ (las señales, los cantes) importan en el póker en vivo: es una habilidad ocultarlos y otra habilidad leer los de tu rival».
El enfrentamiento entre Hellmuth y Haxton tiene el aliciente añadido de que son dos gigantes del póker. El primero tiene el récord de brazaletes de las Series Mundiales (WSOP), ya que ha ganado 17. El segundo es el octavo mayor ganador histórico en torneos en vivo, con 47 millones de dólares, en una lista en la que Hellmuth ocupa el puesto 22 (y Adrián Mateos el 15).
En cuanto al debate en si, yo también pienso que un exceso de disfraz desvirtúa y afea las partidas de póker, y que parte de la gracia del juego –un juego de engaño, no lo olvidemos– es saber poner la famosa cara de póker y desentrañar el significado de los gestos de los otros jugadores. De ahí a regularlo de forma estricta hay un gran paso.
También es cierto que todavía hay jugadores que, una vez pasada la pandemia, nunca volvieron a jugar sin mascarilla. No parece fácil prohibirles su uso, porque puede haber motivos sanitarios detrás de esta decisión, pero más allá de la legalidad la polémica es interesante.
El propio Hellmuth ha recurrido con frecuencia a las gafas de sol y las gorras, que algunos de sus críticos consideran peor que una capucha, porque además arroja sombras sobre la cara. También le afean sus argumentos y que, por ejemplo, defienda el uso de las manos para taparse la cara.
Después de uno de sus triunfos en un torneo importante, Haxton habló sobre el asunto en las redes sociales: «La mejor parte de ganar torneos de póquer es definitivamente el dinero. Pero la segunda mejor parte es lo locos que se ponen los más tontos de Twitter cuando ven una máscara en una foto ganadora». Haxton publicó incluso un hilo con varias de sus fotos recogiendo trofeos con la mascarilla puesta.
Hellmuth, por su parte, insiste en que llevar mascarilla es una ventaja desleal y que la excusa del Covid no cuela. Otro conocido profesional, Shaun Deeb, es uno de los que están en contra del ‘niñato del póker’ y propone de forma irónica que se prohíban también las gafas de sol y las gorras. Medio en broma, otros censuran incluso que los jugadores llevan barba y bigote.
Por otro lado, Phil Hellmuth quizá no sea la persona más indicada para quejarse del atuendo de los demás, cuando él suele recibir los ataques de muchos colegas, que no soportan sus entradas triunfales en las WSOP, disfrazado de cualquier cosa (de Julio César a Poseidón) y con un séquito que no deja concentrarse a los otros jugadores. Muchos lo consideran una falta de respeto. A Negreanu esto sí le parece bien. Me encantaría conocer tu opinión.
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