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Gran maestra femenina, campeona de Ucrania y de España, Olga ya da más entrevistas por el póker que por el ajedrez, del que se ha retirado varias veces. Aquí nos cuenta sus vidas, que son varias
Olga Alexandrova todavía es joven, pero es como una actriz protagonista de películas de los géneros más dispares. También ha dejado varias veces el ajedrez, casi siempre por cuestiones de corazón, como veremos. Nació en Járkov en 1978, cuando Ucrania estaba bajo dominio soviético. Luego vivió el desmembramiento de la URSS y más tarde se convirtió en ciudadana española. Esta entrevista tuvo lugar durante su participación en la gran final del Winamax Poker Tour, en Torrelodones. Alexandrova es ya casi una habitual en los torneos que organiza la compañía francesa, donde por algún motivo suele quedar por delante de su marido, el gran maestro Miguel Illescas.
Hablaremos de póker con ella y nos explicará los motivos de sus éxitos, pero antes tiene que contarnos sus comienzos en el tablero: «Empecé a jugar con 5 años, gracias a mi padre. Es importante que en la familia siempre haya alguien que te enseñe. En la Unión Soviética, en 1983, yo tenía muy pocos juguetes, pero tenía dos tableros de mi abuelo. Enseguida me gustó y pedí que me llevaran a un club o a alguna escuela con otros niños. Cuando llegué, todos eran chicos, pero entonces eso me pareció normal».
El enamoramiento entre Olga Alexandrova y el ajedrez fue mutuo, porque con 7 años quedó segunda en el campeonato sub 10 de Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Los torneos eran mixtos en su país, de donde han salido grandes ajedrecistas. La pequeña Olga iba tres veces por semana a entrenar. «Mi padre también me llevaba los domingos a un parque donde jugaban los abuelos. Desde muy pequeña, con siete años, me acostumbré a jugar con hombres adultos y a vencerlos. Por eso no me intimidan las mesas de póker».
¿En qué momento te planteas dedicarte al ajedrez?
Con 8 años ya soy primera sub 10 en mi ciudad y empiezo a ir a torneos nacionales. También internacionales, representando a Ucrania, en un equipo con cuatro tableros de chicos y dos de chicas, algo que era típico. En mi primer torneo fuimos a Lituania y ganamos. Éramos muy fuertes comparados incluso con los equipos de Rusia. A partir de entonces, siempre fui a los torneos representando a mi ciudad».
Primer abandono del ajedrez
Al menos en el tablero, la vida era «muy fácil» para Olga Alexandrova, aunque siempre se esforzaba a fondo y trabajaba muchas horas, hasta que en 1991 se rompió la Unión Soviética. «Yo tenía 13 años y ya había jugado un torneo en la URSS sub 12, aunque solo hice el 50% de los puntos. Luego quedé tercera en otro sub 14. Ya era fuerte, pero me di cuenta de que el talento no es suficiente, que tienes que trabajar mucho. Cuando llego a la pubertad, los resultados empeoran. En el campeonato de Ucrania sub 16 quedé tercera y cuando cumplo 17 quiero entrar en la universidad y decido dejar el ajedrez por completo».
Con un promedio de 19 de 20, Olga no consigue entrar en Filología Clásica y aquello cambia su destino. «Tengo como un año sabático y estudio un grado medio de Educación Física. De repente, tenía mucho tiempo y empecé a estudiar ajedrez otra vez. Ahí hice mis normas de maestra internacional y, al final del año, voy a entrar en la Universidad, pero me digo: «No, voy a seguir, que estoy muy a gusto jugando y viajando». «Al final hice dos años de grado medio, entro en la Academia de Educación Física, me convierto en gran maestra y en 2004 gano el campeonato de Ucrania».
Ese mismo año, Alexandrova va a la Olimpiada de Calviá, en Mallorca, donde conoce a Miguel Illescas, se enamora y se viene a vivir a España. Es curioso cómo las personas más analíticas y acostumbradas a tomar decisiones se dejan arrastra a veces por la vida. Olga se casó enseguida y tuvo a su primera hija, Diana, en 2008. Diez años después nació Marina. «El momento clave fue cuando no entré en la Universidad. A partir de ahí, el destino decidió por mí. Creo que muchas veces me he dejado llevar por él en mi vida, sin decidir yo nada».
Olga Alexandrova reconoce un error de juventud, o más bien de infancia: «Tristemente, de pequeña me ponía el listón muy bajo, porque mi meta era ser gran maestra de ajedrez y no campeona del mundo». Es algo sobre lo que alerta Judit Polgar, por cierto. «Tenemos que ponernos metas correctas, pero piensa que cuando tengo seis años el título de gran maestro en la Unión Soviética era algo impresionante, como ser un astronauta que va a la Luna». Otra ‘excusa’ que se pone la ajedrecista es que jugó dos Mundiales, en 2001 y 2004. En esos campeonatos se dio cuenta del esfuerzo que requería soñar con metas más altas y no estaba dispuesta a pagar el precio. «¡Qué esfuerzo, por favor! No quiero gastar mi vida en eso. Cumplí mi sueño de ser gran maestra y ahí me paré».
¿Torneos femeninos o mixtos?
La jugadora española cree que quizá debió hacer como Polgar y Hou Yifan, que solo querían jugar campeonatos absolutos y no femeninos para competir contra los mejores del mundo. «Pero no creo que haya que quitar los femeninos», matiza. «Son un incentivo para las mujeres y si los quitamos quizás a largo plazo tendríamos más jugadoras como Polgar, pero otras simplemente no se apuntarían. Es muy complicado, pero creo que lo mejor es que existan los femeninos y que haya mixtos también. Yo, por ejemplo, gané dos campeonatos de España, en 2013 y 2014, y para mí el más valioso, el más auténtico, es el que gané jugando solo contra las chicas, no el mixto».
Volvamos un momento a la URSS. Cuando desapareció, algo se tuvo que romper también en la vida de una chica tan joven.
Eran tiempos muy duros en Ucrania. No diré que vivíamos al borde de pobreza, al menos mi familia, pero los salarios bajaron mucho y había una inflación muy alta. El dinero perdía valor de un día para otro. Cuando eres joven, no te das cuenta de muchas cosas, pero mirando atrás no se parece nada a la vida actual en España, donde tenemos frutas todo el año, jamón, dulce, queso… cosas que nosotros no veíamos. En invierno, por ejemplo, comprábamos un saco de patatas enorme y esa era nuestra comida principal, además de trigo, muy poca carne y casi nada de pescado. De frutas, solo había manzanas todo el año. Las mandarinas eran algo exclusivo para Año Nuevo. Tocaba sobrevivir.
Alexandrova descubrió en esos años que el ajedrez era la llave para conseguir algunos privilegios y un paraíso en el que hacer amigos, tan distinto al colegio, donde se sentía «un poco friki». «Eran razones importantes para seguir jugando, además de conocer ciudades nuevas. Cuando te ibas de viaje, te daban latas de conserva. Suponía cierto apoyo para mi familia. Es difícil de entender para un español, pero en la Unión Soviética todo era gratis, como el ajedrez. También te pagaban los viajes, pero luego, cuando me clasifico para el Campeonato de Europa sub 16, ya teníamos que pagarnos los gastos y mis padres no tenían dinero. Me dijeron que no podía ir. Fue duro, pero mucho más para ellos».
La construcción de una identidad nacional también tuvo que ser algo confuso en aquellos años: «Mi padre nació en Rusia y mi madre en Ucrania, pero en el Dombás. Vivíamos en Járkov, por lo que mi idioma materno es el ruso. Entonces me sentía más rusa que ucraniana. Nadie creía que Rusia nos iba a invadir un día de esta manera. No podíamos ni imaginarlo. Ahora me siento española, pronto serán 20 años aquí, y prefiero no hablar de la guerra».
Alexandrova-Illescas
La entrevista da un salto a otro terreno menos delicado, pero también resbaladizo, porque le pido a Olga Alexandrova que desclasifique información sobre su relación con Miguel y el Campeonato de España que ambos perdieron por hacer tablas en la última ronda. Una victoria de cualquiera de los dos les habría dado el título. «Nos conocimos en 2004 en Calviá, me vine en enero de 2005 y nos casamos en 2006. Mis padres no conocieron a Miguel hasta un año después. Es muy fuerte. Me casé en Mallorca, porque en Barcelona había lista de espera y me caducaba el visado. En 2008 nació Diana. Todo fue bastante rápido, más aún para lo que es Miguel. Él también tenía sus dudas», desvela entre risas.
Todo eso llevó a Alexandrova a abandonar el ajedrez por segunda vez. «En España dejé un poco de jugar, ni me acuerdo ya de la razón exacta. Me caso, después viajamos mucho, lo acompaño a algunos torneos y a partir de 2006 ya estaba ayudando con la escuela de ajedrez y la tienda, que fue casi pionera, porque en 2006 ya vendíamos online. En 2007 me quedé embarazada y ya tenía el ajedrez abandonado».
Olga vuelve a jugar cuando en 2010 obtiene la nacionalidad española y la empiezan a presionar para que refuerce la selección. «Era la número uno de España, seguida por Ana Matnadze, que también era muy fuerte. Sabrina Vega todavía no era tan fuerte como ahora. Así que en 2011 empiezo a entrenar un poco antes de ir con el equipo a un Europeo. Es entonces cuando ocurrió lo del Campeonato de España absoluto, en el que quedo tercera». «Antes de la partida, ya sabíamos que se iba a montar: hagamos lo que hagamos, nos van a criticar. Pero como siempre digo, hicimos tablas y seguimos felizmente casados. No me arrepiento».
Nueva retirada, por problemas del corazón
Alexandrova se mantuvo activa hasta 2015, no sin antes ganar sus dos Campeonatos de España femeninos. «Eso sí que lo tenía como una meta también, lograr ese título, al igual que en Ucrania en 2004. Pero en 2014 me pasó que empecé a tener problemas de corazón, en la Olimpiada de Tromso (Noruega).
«Hicimos muy buen papel. En la penúltima ronda empatamos con China. Yo hice tablas con Ju Wenjun, la actual campeona del mundo, Y Matnadze ganó una partida brillante a otra campeona. Jugábamos la última ronda contra Armenia y cuando llevamos tres horas, de repente alguien grita «¡heart attack!» (ataque al corazón), pero mucha gente lo entiende mal y todos empezamos a correr. Te puedes imaginar el estrés; todo el mundo piensa que va a explotar una bomba. Después vimos que era una falsa arma, aunque murió una persona. A raíz de eso empecé a sufrir problemas de corazón. Después de la Olimpiada gano el Campeonato de España, el mixto, aunque ya entonces no me encontraba muy bien. Tenía ataques de ansiedad y el corazón no iba muy bien. Después de mil pruebas, me dicen que si quiero seguir sana, tengo que dejar lo que me provoca estrés. Obviamente, era el ajedrez. Yo lo daba todo por jugar. Mi último torneo fue el Campeonato de Cataluña por equipos, que ganamos, la retirada perfecta».
¿Será la retirada definitiva? Ni Olga Alexandrova se atreve a asegurarlo, porque tiene muy buena relación con Iván Salgado, capitán de la selección femenina, y el gran maestro gallego está empeñado en recuperarla.
Diferencias entre ajedrez y póker
Lo que tiene claro es que en el póker disfruta y no sufre el mismo nivel de estrés: «Solo en mi primer torneo, recuerdo que estaba bastante tensa. Ahora, igual en las primeras manos, pero es incomparable. La responsabilidad también te aprieta mucho y no es lo mismo jugar una Olimpiada por equipos, donde tu resultado es importante para todos. Aquí, si te eliminan no es fin del mundo. Y además en el póker lo bueno es que puedes descansar alguna mano, no estás concentrada al cien por cien todo el rato, como en ajedrez».
¿Qué juego es más difícil?
Yo creo que ambos son muy complejos. Es verdad que el póker tiene esta cosa de la suerte y por eso parece es más fácil. Cualquier novato puede tener suerte, pero también hay que estudiar mucho. Otra cosa buena para mí es que sin estudiar nada, puedo llegar al día dos de los torneos. En ajedrez sería imposible.
O tienes muchísima suerte o tienes algún talento para este juego. ¿Crees que si lo hubieras descubierto antes ahora podrías ser millonaria?
No, no, no. Yo no me veo en ningún momento estar horas y horas en una mesa y después ponerme a estudiar como en ajedrez. Hay que estudiar demasiado para llegar lejos y yo no estoy dispuesta. No me gusta tanto el póker. Lo veo como una diversión, para hacer algún viaje bonito. Me gusta y creo que es un juego interesante, un juego de mesa estratégico. Lo de los faroles también es apasionante.
Muchos jugadores de póker piensan que los ajedrecistas no soportan los golpes de mala suerte.
Yo lo encajo bien. Y en mi caso hay un factor importante: el ajedrez me ayuda a aguantar trece horas en una mesa, me ha educado a ser muy paciente. Luego, claro, hay que entender muy muy bien que hay buenas y malas rachas, y saber aguantarlas. El otro día en trece horas no recibí As-Rey ni una vez, ni pareja de ases o de reyes en todo el día. En cambio, en Aranjuez tuve mucha más suerte. Cuando te quedas corto de fichas también es muy importante aguantar. Mucha gente va All-in enseguida, pero yo aguanto y aguanto hasta que llega algo bueno o puedo farolear a un rival que ya tengo estudiado. La paciencia es fundamental.
La muestra es todavía pequeña, pero ¿por qué tienes mejores resultados que Miguel?
Él sabe mucho más que yo y son pocos torneos, pero lo cierto es que en todos los principales lo han eliminado antes que a mí. Si lo comparamos con el Elo en ajedrez, en póker él tiene 2000 y yo 1500. Tampoco puedo decir que yo tuviera mucha suerte. Este ha sido mi primer torneo en el que no siempre he jugado con manos premium. He aprendido a hacer faroles, que en los primeros torneos casi no hacía. Yo creo que simplemente soy más paciente, no solo en el póker. En ajedrez su estilo también es un poco más agudo y yo soy muy posicional. Igual es un reflejo de la personalidad. Él es más arriesgado, más agresivo. A veces te sale y a veces no. El mío es más sólido y yo creo eso me ayuda.
Pese a las evidentes excepciones, ¿crees que se puede generalizar y decir que las chicas suelen ser más sólidas y menos aventureras?
No, no, no. Depende mucho del estilo de cada uno, de su personalidad. Cada persona tiene su estilo, no tiene nada que ver con el género.
¿Y por qué en ambos juegos hay tan pocas chicas?
Es una buena pregunta. Desde muy pequeños, cuando vas a un club o a una clase vas a un extraescolar, hay mayoría de chicos. Si se anima una chica y no va su amiguita, se desapunta. Desde el principio tenemos pocas mujeres y después todavía es peor. Cuando llegan a la pubertad, las chicas se preocupan más por su vida social. Además, creo que los hombres son más competitivos en general, nos guste o no. Como dice Miguel, vete a un patio escolar y verás a los chicos luchando y a las chicas en juegos más tranquilos. En el póker yo creo que es parecido. Es un juego bastante matemático y atrae mucho más a los hombres. Y además tiene mala fama, de ambientes en los que están todos fumando, tomando alcohol y sacando pasta, todo muy sucio. Es una imagen muy mala para que una mujer se acerque. Es un conjunto de varios factores.
Ya has jugado unos pocos torneos. ¿Esa mala imagen se corresponde con la realidad?
Por supuesto que no. Tú sabes cómo es. Yo siempre lo cuento cuando me preguntan mis amigas. Algunas quieren aprender a jugar. Incluso enseñé hace poco a mi hija mayor, a una amiga suya y a su mamá, y a la niña le encanta. De hecho, pidió como regalo de Navidad un maletín de fichas. A mí me gusta mucho el ambiente que he encontrado. La única mala suerte que puedes tener es que se siente en la mesa gente desagradable y a mí no me ha pasado.
Me he encontrado un ambiente muy bueno, con muchas bromas en la mesa. A algunos me daba incluso pena eliminarlo, pero es lo que hay. En todos los torneos que he jugado, el ambiente en general es excelente. Alguna vez alguien, después de perder una mano, pone caras o suspira, pero yo ni caso.
¿Animas a otras mujeres a probar el póker o es solo para unas pocas?
Claro que sí, al menos el póker de torneo, que no es lo mismo que las mesas de ‘cash’. Aquí tú entras, pagas una inscripción fija y ya está. Para mí el póker de torneo es como un deporte, aunque lo persigue esa mala imagen. Que las chicas no tengan miedo a enfrentarse a nadie. No solo deben jugar los torneos femeninos, que también están bien, porque sirven para atraer a más mujeres. No deben tener miedo a que se metan con ellas. Los pocos que lo hacen en realidad se quejan de su mal juego.
Para terminar, como ajedrecista, ¿no crees que en el póker también terminarán prohibiendo el uso de los móviles?
A mí también me extraña mucho que los permitan. Me parece que cualquier persona puede utilizar incluso tablas de manos, aunque yo solo he visto a gente viendo algún vídeo o partidos de fútbol. Pero imagina que estoy con Miguel en la misma mesa y estamos por el chat diciéndonos qué cartas tiene cada uno. Yo no lo voy a hacer, pero en este mundo ves a mucha gente que se conoce entre sí. Si se ponen de acuerdo, machacan la mesa. Yo creo que lo tendrán que prohibir, porque hay muchas situaciones bastante peligrosas.
Antes de marcharte, te quiero pedir un favor
Muchas gracias, Laura. Da gusto tener lectores tan generosos.
Interesantísima entrevista. Da gusto leer cosas así.
Muchas gracias, José. Agradecido a los lectores que escriben comentarios, más aún si son de apoyo.
Agradecido a O.Alexandrova por la bonita entrevista.