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Pocas cosas irrelevantes te destruyen tanto como perder una partida de ajedrez. En el torneo de Candidatos estamos viendo imágenes de grandes maestros devastados que, salvo en algún caso pintoresco, no pueden culpar a nadie de su derrota
La fotografía de Michal Walusza es extraordinaria. Ajeno al dolor ajeno, Hikaru Nakamura abandona el escenario de su último crimen, al que sin duda volverá, y deja el cadáver todavía caliente de Nijat Abasov, quien después de más de cinco horas de lucha no supo evitar su derrota. El árbitro, Aris Marghetis, protagonista involuntario en el torneo de Candidatos, recoge las planillas como quien recopila pruebas, sin saber muy bien si debe consolar al jugador de Azerbaiyán o si es mejor no alterar el escenario. La última vez que decidió intervenir se lió, aunque muchos creen que hizo lo correcto.
Veamos la imagen de nuevo, en todo su esplendor, sin los cortes forzados por el formato de esta página. El blanco y negro acentúa el dramatismo y nos remite al mejor cine negro. Tampoco es posible pasar por alto la vieja cita de Nigel Short, quien dijo algo así: «El ajedrez es implacable, hay que estar dispuesto a matar».
La película se entendería mejor si el personaje de la izquierda fuera Alireza Firouzja, porque fue justo Abasov quien se quejó al árbitro de la violencia de las pisadas del francés. Tendríamos al menos un móvil para el asesinato. Con esa protesta empezó todo. Fue la que llevó a Marghetis a decirle a Alireza que paseara más lejos o que lo hiciera con mayor suavidad, desencadenando la crisis de los zapatos. Pero esto es la vida real, hasta donde puede ser real el ajedrez, y lo importante de la foto es lo bien que ilustra el dolor de un ajedrecista cuando es quebrado después de una intensa jornada de trabajo.
Antes, en este mismo torneo, ya habíamos visto imágenes y vídeos de jugadores que sufrían un dolor inconsolable. El propio Nakamura venía de perder de forma frustrante contra Vidit, uno de los tres indios del Candidatos, que como sabemos ha pasado lo suyo. Pero los asesinos también tienen madres y esposas. En su resumen posterior a la partida, Hikaru nos dejó una frase romántica que amplía los registros del personaje y que no carece de valor: «Si no fuera por mi mujer, no estoy seguro de si habría sido capaz de recuperarme mentalmente de esa derrota».
Atousa Pourkashiyan, con la que Naka se casó el año pasado, también es ajedrecista. Nació en Irán –como Firouzja, todo está conectado– y es gran maestra femenina. Antes de dejar el país fue seis veces campeona nacional, pero no nos desviemos demasiado. Otro día hablaremos de ella y su vida fascinante.
Sabiduría frente al dolor
En plena jornada de descanso del torneo de Candidatos, termino estas reflexiones, que podrían ser eternas, con las sabias palabras del gran maestro Jacob Aagaard:
«El ajedrez es doloroso, si se practica bien… El ajedrez es muchas cosas, pero sobre todo es un desafío. Es una pelea. Es demasiado difícil. Es victoria y derrota. Es la creación de arte y la angustia de enfrentarte a tus peores limitaciones; nuestra impulsividad, olvido, indecisión. Si quieres mejorar, luchas contra tus limitaciones, lo cual es frustrante. Y la frustración es físicamente dolorosa. Para mejorar, tienes que invertir tu malestar actual en perseguir la felicidad futura. Por eso mis alumnos pasan por fases, en las que trabajan duro y luego no quieren trabajar. Pocos pueden seguir presionando. Todos tenemos cosas en las que disfrutamos trabajando y las cosas en las que deberíamos trabajar. Esto último es lo que podemos hacer. El ajedrez es doloroso, si quieres jugar bien. Pero como todo lo difícil, te ofrece la posibilidad de encontrar un significado. De crecimiento. De conocerte a ti mismo. De belleza. De heroísmo. No te quejes del dolor. Abrázalo, es tu mejor amigo».
¿Qué se puede añadir? A falta de mejores palabras, estaba tentado de publicar otras imágenes tomadas en torneos recientes, pero es preferible que la foto de Michal Walusza acapare todo el protagonismo.