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La polémica por la derrota del número uno contra un desconocido (hasta hoy) sigue creciendo. La FIDE prohíbe llevar relojes y otros objetos en torneos como el Masters de Catar. El resto es casi todo exageración y escaso apego a los matices.
Hay varios factores que convierten una simple derrota, quizá no tan simple, en una noticia de gran repercusión. Por un lado, el noruego no pierde por aplastamiento contra nadie. Es casi imposible sacarlo del tablero como lo hizo Alisher Suleymenov. Tampoco había sufrido una derrota contra un jugador tan inferior, en teoría, desde 2006.
Las palabras posteriores de Carlsen han avivado la polémica, en la que ya ha intervenido incluso la Federación de Ajedrez de Kazajistán, que ha emitido un comunicado en defensa indirecta de su jugador, de cuya honestidad han empezado a dudar algunos. «El campeón noruego, que superaba a nuestro gran maestro por más de 300 puntos Elo, subestimó a su rival, haciendo varios movimientos superficiales en el medio del juego, por lo que recibió el merecido castigo», dicen los dirigentes del ajedrez kazajo.
La partida, eso es indiscutible, fue espectacular. La puedes ver en la noticia que publiqué ayer sobre el asunto. Un conocido divulgador, Antonio Radić ‘Agadmator‘, pone en contexto su calidad: «Si Magnus jugara exactamente la partida que perdió ayer, pero con blancas, contra cualquier jugador importante del mundo y ganara con esa brillantez, ¡hablaríamos de la partida del año, si no del siglo! Solo para poner las cosas en perspectiva».
Qué dice el reglamento del dichoso reloj
Veamos ahora los aspectos técnicos de la polémica y los humanos, lo que dicen los reglamentos y los árbitros, y tratemos de discernir si Carlsen obró bien y si sus críticos tienen algo de razón. Entretanto, las bromas son bienvenidas, mientras sean respetuosas. Olimpiu Di Luppi, por ejemplo, nos muestra con estilo el peluco de Suleymenov, por si alguien no lo ha visto aún.
Hay algo en lo que el noruego parece tener toda la razón del mundo. Él preguntó al árbitro si su rival podía jugar con reloj. Este le dijo que, al ser analógico, no había ningún problema. Como señala el número uno, dicha decisión incumplir las normas de la Federación Internacional. En torneos con premios por encima de los 100.000 euros, la FIDE aplica sus medidas anti-trampas, aprobadas en 2018, en la Olimpiada de Batumi, que estipulan lo siguiente, seguramente con una precisión limitada:
«Los relojes, bolígrafos y otros dispositivos de escritura que contengan metal no están permitidos en el área de juego».
Reglamento de la FIDE
Chris Bird, árbitro internacional, explica un poco más sobre estas leyes: «Durante una partida, un jugador tiene prohibido tener cualquier dispositivo electrónico que no esté específicamente aprobado por el árbitro en el lugar de juego». En este caso, el árbitro dio por bueno el uso del reloj, que tampoco era electrónico, pero hay más. «El Reglamento Antitrampas de la FIDE incluye billeteros, gafas inteligentes, bolígrafos y relojes como ‘dispositivos prohibidos’», añade Bird. Enseguida aparecieron fotos de otros jugadores que utilizan sin disimulo diferentes modelos de reloj, sin el menor problema. El doble rasero es un mal común a cualquier deporte.
¿Deben entrar en el mismo saco todos los objetos no inteligentes? Un bolígrafo normal de plástico suele estar permitido, aunque los grandes torneos proporcionan el suyo propio y prohíben que cada uno utilice un modelo distinto, por si acaso.
Al mismo tiempo, algunos han señalado que Suleymenov estuvo toqueteando el reloj más de la cuenta, lo que puede ser un tic normal, una estratagema para poner nervioso a su rival (lo que podría considerarse comportamiento antideportivo) o algo más sospechosos. En las imágenes de abajo se puede ver lo que hacía el kazajo.
El torneo de Catar estipula en sus propias normas lo siguiente: «Se pide a los ajedrecistas que no traigan teléfonos móviles ni ningún otro dispositivo electrónico (incluso apagado) a la sala de juego. Hacer lo contrario supondrá perder la partida». No dice nada de los bolígrafos, aunque también señala, en otro apartado, que se adoptarán las medidas de juego limpio aprobadas por la FIDE.
Jacob Aagaard culpa el árbitro principal de Catar: «No es la primera vez que Laurent Freyd desconoce las normas y se inventa las suyas para saltárselas», asegura. Quizá podemos dar por bueno que no actuó como debía, lo que tampoco habría tenido mayor relevancia si a Carlsen no le hubiera afectado tanto.
Por otro lado, pocos han considerado un posible conflicto de intereses que señala el ex campeón del mundo Ruslan Ponomariov: «Vivimos en una época en la que existen tecnologías como Neuralink [que desarrolla implantes cerebrales] y tratamos de prohibir bolígrafos, carteras y relojes, en lugar de atraer más marcas al ajedrez. En 2011 jugué en el club de San Luis y todavía conservo el bolígrafo Waterman que usaba para registrar mis movimientos».
¿Era noticia? ¿Actuó bien Magnus Carlsen?
Alex Colovic, polifacético y políglota gran maestro, se pregunta si el número uno no ha movido todo esto por intereses egoístas: «¿Quizás Magnus Carlsen debería aclarar que perdió la capacidad de concentración porque le molestaba que no se aplicaran las normas y no porque sospechara que le hacían trampas? (si esa era la verdadera razón)».
El noruego, por otro lado, criticó a los medios que utilizaron la noticia para fabricar clics. Nikos Ntirlis, entrenador y autor, le devuelve la pelota: «Sinceramente, los medios no tergiversaron. Magnus habló claramente de que el sistema antitrampas no se aplicaba en una partida que perdió. Y dijo que estuvo pensando en ello durante la partida. Vamos… Eso es un clásico».
Incluso algún amigo y compatriota critica al noruego, como el gran maestro Jon Ludvig Hammer: «Magnus, que tiene un historial de acusaciones fraudulentas mediante insinuaciones y dejando que internet llegue a sus propias conclusiones, es demasiado inteligente para afirmar que ignora cómo se recibiría su tuit», sostiene. «La reunión técnica previa al torneo era el foro perfecto para garantizar que las medidas contra las trampas quedaran claramente definidas y fueran lo suficientemente estrictas, según sus gustos». «La incompetencia del árbitro al no conocer las reglas del torneo es asombrosa, pero es una cuestión aparte. Sospecho que Magnus tampoco había leído el reglamento, pues de lo contrario se habría mantenido firme e insistido», añade el ajedrecista.
Quizá todo esto sea una tormenta en un vaso de agua. Carlsen ganó su siguiente partida y Suleymenov perdió. La vida sigue.
Foto: ChessBase India / Aditya Sur Roy
Muchas gracias, JF. Comentarios así son un estímulo impagable.
Muy buen artículo, y no está mal el pareado. ¡Enhorabuena!